07. PROBLEMAS DE IDENTIDAD, de Hormiga Roja
Me llevaba de la mano, entre la niebla. Las encinas parecían gigantes con abrigo largo. El suelo era un mosaico de hojas del rojo sangre al amarillo. A veces se paraba y me soltaba la mano. Yo permanecía esperando en un limbo que me trajera una seta, un espárrago silvestre o unas moras… Si un rayo de luz atravesaba el aire, ella me señalaba el suelo y me decía: “Joyas, son todas para ti, te las regalo”
– Ya- dijo el psiquiatra consultando sus notas.
– ¿Lo ve, doctor? Mi madre me enseñó a mirar el mundo de esa forma y no sé, no puedo concebir las cosas como son, solo de ese modo…
– Un caso extraño. Usted es víctima de… ¡la poesía!
El doctor la acompañó a la puerta. Una paciente singular. En fin ¿quién era el siguiente paciente?
Ella llegó a la esquina. Miró tristemente a lo lejos. La nieve empezaba a derretirse en las montañas.
Se echó el pelo detrás de las orejas. Debajo de él disimulaba lo muy puntiagudas que las tenía. Inconvenientes de ser un duende en un ambiente tan amenazador como las ciudades modernas.