103. A ras de suelo (Adrián Pérez Avendaño)
La cosa siempre funciona igual. No importa si es un chiste en mitad de un vagón de metro, una canción de rima fácil bajo un sauce llorón o una concatenación de onomatopeyas, a cual más graciosa. Al principio, la gente lo recibe con cierto recelo pero a los pocos segundos aparecen las primeras sonrisas, las sonoras carcajadas, los silbidos de aprobación y los aplausos interminables. Y suele ser en este punto, una vez concluida la actuación, cuando las miradas se dispersan y alguien se da cuenta. Y enseguida los codazos, el murmullo, las bocas rígidas, el taconeo nervioso, el perceptible sonido de las gargantas tragando saliva, los ojos temblorosos. Y es que no es fácil contenerse ante un payaso sin zapatos.
Duro final. Suerte.
Besicos muchos
Muchas gracias, Nani. Besos
¡Qué imagen tan brillante! Y qué bien enlazada al título.
Me alegro de que te haya parecido sugerente, Edita. Muchas gracias.
Adrián, bien contada tu historia. Suerte y saludos
Gracias, Calamanda. Un saludo para ti también.