Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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131. Herencia (Patricia Collazo)

– Yo no puedo hacerme cargo

– Yo menos aún. Ricardito es alérgico…

– No esperaréis que yo, con un piso de treinta metros cuadrados…

Luna giraba sus atentas orejas mirando a uno y otro. Esperaba que alguien pronunciara la palabra mágica.

Pero durante unos tensos minutos no hablaron. Sentados en los sillones, nadie palmeaba un hueco libre a su lado para invitarla a subir, como él hubiera hecho.

Llamaron a la puerta.  Sus ladridos no fueron bien recibidos. Tuvo la esperanza de que él hubiera regresado. Aunque él nunca llamaba, él ponía la llave en la cerradura de un modo inconfundible.

Un hombre con olor a madera y hojas entró diciendo algo sobre llevarse muebles.

– ¿Usted no la querrá? Es mansa y educada. Nunca hace pis adentro y…

Luna volvió a mirar a unos y otros sin entender por qué él no estaba allí. Por qué nadie pronunciaba su nombre. Por qué ese individuo la miraba y negaba con la cabeza.

– Pues entonces no quedará otro remedio – dijo alguien mientras la cogía en brazos y la sacaba de su casa, sin darle tiempo a olisquear por última vez las zapatillas vacías que estaban junto a la cama.

15 Responses

  1. Martín Zurita

    Hola, Patricia.
    Se te echaba de menos. Y vuelves con un texto de los tuyos, marca de la casa. Los silencios en literatura. Cuán presente está el difunto en todo el relato y cómo le echa de menos la educada perrita, que va a ser un mueble más en esa mudanza que la muerte ha dispuesto. Qué bien dibujas el desdén de los herederos en su diálogo y en las palabras que cruzan con el operario. El final, desde cualquier punto de vista apunta a lo peor para la perrita, que me temo será el sacrificio o quedar en malas manos, en otro caso, o en un frío centro de acogida. Cómo se juega con los animales, qué poquito se les respeta. Me ha gustado muchísimo tu propuesta. Tu regreso ha sido muy feliz. Un beso fuerte.

  2. Jesús Garabato Rodríguez

    Patricia, con una, por desgracia, demasiado reconocible escena (por lo habitual) nos entristeces y nos haces pensar durante un buen rato sobre todo lo que subyace en su fondo. Además, tienes el acierto de hacerlo con una prosa muy nítida, aun en su aparente sencillez. Me ha gustado mucho. Enhorabuena y suerte. Saludos.

  3. Ángel Saiz Mora

    En ese «no quedará otro remedio» final se sintetiza la soledad de un anciano, que en sus últimos días no tuvo otra compañía que una perrita. A la pobre, después de haber ocupado un papel tan importante, no le espera nada bueno. No voy a caer en el tópico de decir que las personas que conviven con animales son mejores que las que no los tienen o, más bien, no los quieren, pero en este caso parece claro el abismo entre el personaje que ya no está y el resto. En medio de todos ellos, sin comprender nada, un ser noble, deseoso de aportar cariño.
    Un abrazo grande, Patricia. Suerte

  4. Calamanda

    Patricia, el instinto del animal lo mantiene alerta, a pesar de desconocer la desaparicion de su dueño; con suerte puede salir corriendo de allí. Bien contada tu historia. Suerte y saludos

  5. María Rojas

    Muy buen relato, como todos los tuyos.
    Muerte, desamores y esperanza en que Luna saldrá airosa.
    Mil abrazos, fue un placer conocerte en Madrid.

  6. Oh Patricia, me dejaste con el corazón encogido. Qué bien transmites las sensaciones de la pobre Luna tras la partida de su amado amo. Ese final abierto, del que no se vislumbra nada bueno, creo que es lo que más me impactó.
    Genial tu manera de contar, mucha suerte.
    Abrazos.

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