Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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146. Náufragos

A Duque

Cuando comenzaba a flaquear, vi el bote. Pensé que no había nadie a bordo, pero al tratar de subir un gruñido me contuvo. Un perro de respetables colmillos custodiaba el cuerpo de un hombre. Permanecí en el agua un rato más, hasta que el perro dejó de gruñir. Ya sobre lo seco, encontré varios bidones con agua; bebí con fruición, y el can apartó la cabeza del pecho de su amo. Vertí un poco en mi palma y se la ofrecí. Bebió con idéntica fruición; varias palmas. Luego me aproximé al hombre que, como supuse, estaba muerto. Acaricié la cabeza del perro y cubrí el cuerpo del difunto con una manta. Había en el bote algunas provisiones que tampoco dudé en compartir con mi nuevo amigo. Cuando éstas se acabaron, me las ingenié para pescar. A él le costó más que a mí acostumbrarse al sabor de la carne cruda. Podría decirse que pese a las circunstancias todo marchaba bien, a no ser por el hedor del cadáver. Una mañana, ya harta mi nariz, lo arrojé al mar. El perro me miró, bajó la cabeza y se lanzó tras su dueño. Cuando me rescataron, llevaba cinco días sin probar bocado.

5 Responses

  1. Jesús Garabato Rodríguez

    Muy visual y cinematográfico, si es que no es lo mismo, el relato que nos traes. El cariño de un perro por su amo que hace que lo siga, incluso, después de muerto. Solo me gustaría saber si el últimos de los náufragos no probó bocado por la impresión, porque usaba al muerto de carnada… Suerte y un saludo, Gabriel.

    1. Gracias, Jesús Garabato. Por tu pregunta, veo que una sola palabra ha creado cierta confusión, por lo que he realizado un pequeño cambio en el texto. Espero que en dicho cambio halles la respuesta.

      Saludos

  2. Martín Zurita

    Hola, Gabriel.
    Un relato muy visual sí, cosa siempre de agradecer, pues facilita la lectura. Veo en el texto la hospitalidad del can para con el náufrago humano. Y aprecio también la fidelidad del animal para con su dueño, ya que no duda en lanzarse al mar tras su cuerpo sin vida. Y celebro en los dos, humano y perro, el respeto por el muerto. Un buen texto. Enhorabuena. Y un abrazote.

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