157. APRENDER A DECIR ADIÓS, de Sauce Llorón
Y acudió una vez más al mismo árbol, del mismo bosque donde solían pasar horas y horas. A él también le produjo una enorme pena su muerte, pero no entendía porque ella no se había recuperado aún. Se sentía egoísta, pero a la vez ya estaba cansado de esperar. Había pasado más de un año, de que se fue su sonrisa, de que se fueron sus ganas de vivir y sus poesías improvisadas sobre las ramas de aquel árbol. Se preguntaba si la había perdido para siempre. Ahora solo era negatividad, sus ojos ya no brillaban. Su alma se había ido con su padre. Tenía que acudir allí a respirar la humedad de aquel lugar, que aún era más notoria aquel otoño, para recuperar fuerzas, para volver a su lado con la mejor de sus sonrisas y conquistarla de nuevo.
me han encantado!! animo y a seguir escribiendo