Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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162. UN DESCUIDO REVELADOR, de Arrendajo

El día era espléndido, aunque el campo acusaba la lluvia de días atrás. Sentado en una roca, me enfrenté al bocadillo que, de ser lombrices, hubiera compartido con un mirlo que cantaba en un árbol. ¡Qué repertorio el suyo!, con razón su canto está considerado como uno de los más bellos entre las aves.
De pronto, se ahogó mi gozo engullido por un estruendo ronco. Pensé en una motosierra, pero pronto supe que era una moto de montaña, cuyo piloto se daba el capricho de abrir una nueva ruta, ¡una más!
Le eché el alto. Paró de mala gana.
-Estáis destrozando el bosque.
-¿Y a ti qué te importa?
-Mucho.
-Monto donde me da la gana, metete.
-Pues, tú mismo, pobre bosque.
-¿Qué? ¿De guardabosques?
Arrancó y derrapó para ponerme perdido. Me cegó, mientras se acordaba de mi madre.
Me limpiaba los ojos, cuando percibí un grito desgarrador.
-Ayuda, no puedo moverme.
Le mostré mi móvil, lo metí en el bolsillo y me fui a casa.
Las sardinas estaban encima del mostrador. El gato había perdonado mi descuido. Cavilé… si el gato fue capaz de eso… bajé a una cabina, para no delatarme, e informé del lugar exacto del accidente.

2 Responses

    1. Anonymous

      … inteligente reflexión Lamia, quiero decir la tuya, claro.
      Que los animales tenemos buena conciencia, está fuera de toda duda. El problema son ellos, los humanos. No me puedo entretener más, tengo que ensayar el rebuzno de primavera y aprender a no tropezar dos veces en la misma piedra. Gracias por tu comentario.

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