Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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22. NO ES CUENTO (Edita)

Rosa hace honor a su nombre: no hay moza más lozana y admirada en la aldea, aunque dañe cuando pincha con sus palabras desnudas.

Desde hace unas semanas, está irreconocible, pálida. La progresiva merma de peso y el deterioro físico son evidentes. Los vecinos especulan; los médicos no encuentran justificación razonable a tal decaimiento. Sus padres, preocupados, la atosigan con preguntas que ella no sabe responder. Solo el abuelo intuye lo que verdaderamente sucede. En una sobremesa, se arma de valor y lo cuenta. La familia le reprocha que venga con leyendas de viejo en momentos tan delicados. Disgustado, jura que él pondrá remedio.

Algo antes de medianoche, sale sigiloso de la casa, disfrazado para que la nieta no lo reconozca. En un cruce de caminos, la espera. No tarda en percibir tañidos de campanilla, rezos fúnebres y olor a cera quemada: la Santa Compaña se acerca. Al frente de esta comitiva de ánimas, Rosa hace de Estadea portando una gran cruz y un cubo de agua bendita, que él le arrebata con decisión.

La joven mejora. Por fortuna, no recuerda absolutamente nada de sus peregrinaciones nocturnas. El abuelo se va apagando poco a poco.

 

47 Responses

  1. Jesús Garabato Rodríguez

    Hola, Edita. Me gusta, como no podía ser de otro modo, tu inmersión en una de las tradiciones legendarias más reconocibles de nuestra tierra. Y, además, le das otro sentido mostrándonos a ese abuelo, no sabemos si dispuesto de forma voluntaria o marcado y obligado por su sino a cambiarse por su nieta Rosa. Suerte y un saludo.

  2. Me gusta esa frase que dice:aunque dañe cuando pincha con sus palabras desnudas… en general me ha resultado un cuento bonito, aunque no sea un cuento. Ay los abuelo, qué sabios y qué poco valorados en esta época. Qué pena sentir y ver que se les deja de escuchar y que, más bien,a veces son atacados y abochornados por personas sin educación no valores. ¡Qué pena!
    Gracias Edita por regalarnos este no cuento.
    Felíz noche.

  3. Ángel Saiz Mora

    Si decimos «en brujas no creo, pero haberlas haylas», bien pudiéramos también afirmar que hay narraciones que pueden ser ficción, pero no son cuentos. La Santa Compaña es una leyenda realmente inquietante, que quizá no sea cierta, pero la entrega de los mayores hacia los demás si lo puede ser.
    Como Jesús, has hecho un buen homenaje a una creencia que ha pasado de generación en generación y que bien merece que se escriba sobre ella.
    Un abrazo y suerte

  4. Martín Zurita

    Hola, Edita.
    En lo formal, no tengo ningún pero que poner a tu texto; a lo contrario, considero que está muy bien escrito, libra por libra da buen peso. Me parecen renglones lustrosos los que nos regalas. Y en lo sustancial, poco que añadir, sino sumarme a la Santa Compaña como temática ficcional. Sin duda alguna da juego en dedos diestros como los tuyos. Y, sobre, todo a la puesta en valor de los viejos (los romanos, ya sé que Galicia es más celta, hablaban de respetar las mores maiorum, las costumbres de los antepasados ), con su abnegación, su capacidad de sacrificio. Del viejo el consejo, sentencia sabiamente un refrán. Sin embargo, se les da de lado como si fueran portadores de la peste. Me gusta mucho tu propuesta con esa moza que habla con sinceridad, bien a las claras, y ese abuelo ejemplar que trueca vida por vida. Un beso grande.

  5. Barceló Martínez

    Edita, has coincidido en tema con Jesús Garabato, aunque tu estilo es radicalmente distinto, más sencillo y directo, pero no menos efectivo. Pobre abuelillo, a juzgar por esa procesión a su luz le queda poco para apagarse y, sin embargo, no escatima en ayudar a su querida nieta, lo cual me lleva a pensar en que el amor es la única magia verdadera, la única energía que es capaz de mejorar el mundo. Abrazos mágicos.

  6. J. Ignacio

    Hola. Haces un reflejo fiel de lo que es la Santa Compaña: la cruz y el caldero de agua bendita, la cera que arde, la campanilla, los rezos, etc. que, por supuesto, sólo nos revelas al final, como debe ser.

    Y fiel también ese primer párrafo, donde más que decirnos que toda rosa tiene espinas, en realidad nos estás dando a entender que la Estadea que encabeza la procesión de ánimas es una persona viva, cuya desmejoría se debe a la falta de descanso, como pasas a detallar seguidamente, con total exactitud.

    Elemental, querida Edita: son síntomas claros de Estadea, no hay confusión posible, aunque sólo quien conoce la tradición (el abuelo) sea capaz de verlo.

    En fin, que habrá que ir buscando una tiza, no sea que cualquier noche de estas nos veamos en la necesidad de dibujar un círculo en el suelo y meternos dentro.

    Yo me voy a salir con la tangente, y te voy a poner un ‘pero’, ¿o pensabas que te ibas a librar? Venga, ahí va:

    ‘pero cuánto me ha gustado tu cuento, rapaciña’ 😉

  7. ¡Madre de Dios, Edita! Magnífica representación de esa comitiva tan mítica y espectral como es «La Santa Compaña», como gallega me ha parecido muy gráfica y visual la escena que narras, y que late en lo profundo del imaginario popular de Galicia.

    Muchos besos y suerte!!

  8. Salvador Esteve

    Una cruz que el amor arrebata, una losa que el cariño portará con la fuerza de la entrega. La magia de los sentimientos emergen en la leyenda para regocijo del alma. Muy bueno, Edita. Abrazos y suerte.

  9. Rafa Heredero

    Tu cuento es tan triste como alegre, o vicecersa, como suelen ser las historias de sacrificos por las personas que uno quiere. Me quedo además, con la ambigüedad entre el título y lo que se cuenta, y con esa estructura circular con la nieta y el abuelo intercambiando papales o salud.
    Suerte y saludos.

  10. María José Sánchez

    Me ha encantado tu relato, Edita, igual que el de Jesús. Se nota que la tierra gallega da mucho juego para este tipo de asuntos. Eso sí, hablando de otro tema, aprovecho para decir que la queimada se la den a otros. Yo me quedo con el conjuro. Enhorabuena. Un besito.

  11. Laura Reinón López

    Hola, Edita. Me ha encantado tu relato, cómo lo haces evolucionar y, sobre todo, lo bien que «dibujas» a ese abuelo a quien nadie cree, pero que es el único capaz de salvar la vida de la nieta con el sacrificio de la suya propia. Muy bien contado, redondo y con un final tan inquietante como el propio título (por si acaso, yo mañana también me compro una caja de tizas:)
    Un abrazo.

  12. Hola, Edita, claro que creo que es verdad esta historia. Seguro que la has escuchado en algún pueblo. Me gustó mucho el tema y la manera de narrarlo. Cuanto escribo mi experiencia de Santa Compaña te avisaré para que la leas en mi blog. Buon Natale e Buon anno, Sotirios.

  13. Esta leyenda gallega de la Santa Compaña a mí, que no soy gallega, siempre me ha fascinado. Su misterio, fantasía, ánimas, rituales… Te agradezco que la hayas traído aquí, como hizo Jesús, para que continúe y siga viva.
    De tu relato te diré que el personaje del abuelo, tan sabio y tan generoso con su joven nieta, me ha conmovido.
    Enhorabuena y un beso.

  14. vitolosa@gmail.com

    Por encima de lo que encierra esta procesión, me llega más hondo el amor que el abuelo siente por la nieta.
    Lo que no entiendo es qué hacía la nieta para tener que llevar la cruz.
    Supongo que en esos pueblos, en las casas, alertarán a los pequeños.
    Un abrazo.

  15. Hola, Edita, amparada en el contexto de la Santa Compaña, nos dejas un hermoso texto en el que por amor a su nieta, el abuelo sacrifica su salud y su vida. Me ha parecido la reacción de un héroe anónimo que ha sabido enfrentar el descrédito de los demás en favor de su causa. Con mi abrazo, te doy también las gracias por haber comentado mi relato. ¡Feliz 2018!

  16. Aunque tarde, decirte que me ha encantado tu relato. Al margen del magnetismo que desprende la historia, que no cuento, tan bien ambientada en esa antigua leyenda, cautiva el gesto de amor incondicional del abuelo tomando el relevo de la nieta, aunque suponga su final. Precioso, Edita. Suerte y un beso.

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