Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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53. LA ÚLTIMA CAMPANADA (Sandra Sánchez (Pulgacroft) )

Después de toda la noche de agitación y ruido, necesito respirar aire fresco, salir de mi caravana, despegarme de él. Mi aspecto estrafalario no desentona mucho del de los borrachos que a estas horas de la mañana, un uno de enero, aún deambulan por la calle. Me meto en una cafetería abarrotada y me señalan riéndose. Como siempre. Siempre se ríen. Soy el payaso del que se ríe todo el mundo. Los niños se ríen, los mayores se ríen,  sin importarle a nadie las humillaciones dentro y fuera de la pista de ese clown de tres al cuarto que siempre se ha reído de mí.
Pido un chocolate y sigo oyendo las carcajadas del listo, del guapo que nunca se mancha la cara de merengue, del que se liga a todas…  Tiene gracia, el muy cabrón se había tatuado el nombre de la trapecista en el pecho después de que yo le dijera que la quería. Más carcajadas.
Año nuevo, vida nueva – dicen-  (No para todos). Le di el último hachazo justo con la última campanada.
Termino este chocolate con churros y me voy a darles el desayuno a las fieras. Hoy, ración extra.

8 Responses

  1. Dicen, que no comerse las doce uvas trae mala suerte… sobre todo si en la última te dan un hachazo y encima se dan una buena panzada, a tu salud, los felinos del circo, por otro lado, animales que no deberían de trabajar en esos sitios. (He oído que no tienen contrato ni sueldo ni vacaciones… por no hablar del maltrato que sufren en sus adiestramientos 🙁 )
    Sandriña, ya ves que no puedo evitarlo, la cabra siempre tira al monte. 😉
    Tu micro me ha encantado, te deseo mucha suerte con él.
    Un besote gordo, preciosa.

  2. Ángel Saiz Mora

    Año nuevo, vida nueva, una frase más literal que nunca en tu historia. Algunos nacen de pie y otros estrellados. Tu personaje, que pertenece con claridad al segundo grupo, ha cortado con todo de un hachazo. Su vida será distinta a partir de ahora. Es muy probable que conozca lo que siente un animal enjaulado si lo capturan y juzgan. Quizá ni él mismo sabía que llevaba dentro una fiera, de las peores.
    Sufrimiento y decisión en este relato de calma tensa y paciencia rota.
    Suerte y un abrazo, Sandra

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