66655. FINDE FINAL, de Antonio Toribios
Al amanecer sonaron las trompetas. Evaristo miró por la ventana y vio el cielo del rojo intenso que precede a la guerra. Abrió un poco un batiente y le llegó más nítido el tararí lejano acercándose. Pensó en las sesiones del cine parroquial y luego en las fiestas patronales, sólo que era setiembre y no comienzos de verano. El sueño predominó sobre la curiosidad, así que cerró la ventana y se volvió a dormir.
Las trompetas le despertaron de nuevo, mucho más pertinaces y vibrantes. Se vistió y bajó a la calle. Una voz profunda exhortaba a la conversión bajo un “666” rojo y enorme. Los botellines eran gratis, así que díjose Evaristo: “voy a probar por una vez”.
Terrible lo que aparece apreciarse, la bestia con todo lo negativo que suele conllevar.
Vaya anzuelo que echó la bestia, botellines gratis, como para resistirse. Evaristo debió pensar: carpe diem.