Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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75. OMNES UNA MANET NOX (Ignacio J. Borraz)

El abuelo Claudio era un hombre singular. Por sus pómulos discurrían hondas y serpenteantes las cicatrices y arrugas de dos guerras, mezcladas entre sí, definiendo la topografía vital que rodeaba unos ojos de almendra, profundos y serenos.

Los últimos años lo habíamos visto, poco a poco, marchitarse: dejar de dar sus grandes paseos y volverse más callado, como si sus palabras certeras se apagaran al mismo tiempo que su mirada. Puede que pensara que ya lo sabíamos todo, puede que ya no tuviese la necesidad de explicarse. Todavía, algunas tardes de tedio y frío en que iba a visitarle, le pedía que me volviese a contar alguna de sus aventuras.

Cuando aquella tarde me pidió que le lleváramos a la casa de la playa, empecé a llorarle en el silencio de su ruego. Llamé a toda la familia y nos reunimos allí, al calor de la chimenea de la pequeña construcción blanca. Después de cenar, desempolvamos sus gastados utensilios de pesca y su chubasquero recio. Nos dio un último beso y se subió a su barca para ir al encuentro de la muerte entre el salitre y las olas. Como siempre había querido, a su manera.

14 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Alguien que comprende que su ciclo vital se agota y decide terminarlo con dignidad y a su manera. Le aguardarán nuevos mares en otra dimensión, donde volverá a ser singular y auténtico.
    Un saludo y suerte, Ignacio

  2. Reve Llyn

    Maravilloso que el abuelo Claudio defendiera su manera de vivir y ahora lo haga también con la de morir, y también maravilloso que la familia la respete.
    Muy buen texto Ignacio.

  3. Mar Horno

    Me ha encantado la descripción física del abuelo. Y me ha emocionado mucho el micro por cuestiones personales. Yo creo que la vejez es una larga, larga despedida. Un abrazo.

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