Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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96. Dragón(a) (Anna López Artiaga)

Los días de lluvia no sale al balcón. Intuyo su sombra, trajinando con la fregona tras los visillos; pero no se asoma, y yo me acabo el café y regreso al despacho cabizbajo. Ya sé que no es una princesa —pertenece a esa estirpe de mujeres que se salvan solas—, pero me gusta soñar que un día reuniré valor para enfrentar sus ojos y dejar que sea ella quien me rescate.

Cuando hace sol, repasa los cristales con la bayeta. Y canta. Ya sé que no es una sirena: su voz no hipnotiza marineros errantes. Pero yo encallaría sin dudarlo en sus caderas y me ahogaría entre sus muslos, cada noche. Los días de sol, me tomo el café frío y mi jefe se mira el reloj mientras vuelvo a mi cubículo.

Hoy no ha ido a trabajar. En su lugar, otra muchacha sacudía con determinación la alfombra. Mi café ha quedado huérfano en la barra, al saber que ayer el encargado la arrinconó, en el cuartillo de las escobas, decidido a cobrar su parte de ese contrato precario. Dicen que había productos inflamables, que no saben cómo…

Yo sé que los dragones existen. Y espero, mirando al cielo.

17 Responses

  1. calamanda

    Anna, en este relato tan romantico y de bellas imagenestodo es posible, hasta que existan los dragones. Suerte y saludos

  2. Alberto Moreno Sánchez-Izquierdo

    Qué preciosidad de relato, Anna!! Me ha chiflado. El tema, la forma de construirlo, las imágenes que dejas… todo. De los mejores que he leído, sin duda.

  3. Ángel Saiz Mora

    Hay sirenas que lo son sin darse cuenta, capaces de concitar eso que llamamos amor en algún hombre sensible y de bien, como también pasiones en animales mal evolucionados. No necesitan cantar ni tener cola de pez para fascinar, son así por naturaleza, aunque no quieran, algo que describes muy bien. Esa magia de la que despojas al personaje mítico y mitológico termina por aparecer al final del relato, con esa fuerza de dragón y un desenlace triste e inesperado, que deja al narrador y al lector con el corazón chamuscado y el gusto de un relato superior.
    Un abrazo, Anna. Suerte

    1. Gracias Ángel, muchas gracias. Toda la magia de la que yo he despojado al personaje, se la has devuelto tú con tu comentario. Emociona ver como lees (y no digamos como escribes).
      Un abrazo

  4. La esperanza es lo último que se pierde. De ahí que ese príncipe (o quizás pichón de dragón) que sin duda busca, desea, añora y solía contemplar a su dragona en la ventana la espere ahora mirando al cielo. Príncipes dulces como ése, lamentablemente hay muy pocos en el mundo.

    Suscribo punto por punto el comentario de Ángel (siempre tan certero él) y te mando un beso,

    Mariángeles

    1. Muchas gracias, Mariángeles. La esperanza no hay que perderla nunca: solo hay que recordar que los dragones vuelan. Seguro que el dragón(a) vuelve, tal vez en otro relato, para salvarlo a él de su insulsa vida de oficinista.
      Un besoooo.

  5. Esperanza Temprano

    Magnífico relato Anna, con algunas frases memorables -pertenece a esa estirpe de mujeres que se salvan solas- o la de -su voz no hipnotiza marineros errantes. Pero yo encallaría sin dudarlo en sus caderas y me ahogaría entre sus muslos, cada noche-. Suerte, a ver si tu dragón baja del cielo. Un abrazo,

    1. Gracias, Esperanza. Eres muy amable, destacando esas dos frases. Con la de vueltas que le di al relato yo ya no sé si el resultado vale la pena o no, pero tu comentario me levanta el ánimo y eso si que vale la pena. Muchas gracias.
      Abrazo,

    1. Gracias, Pilar. El dragón normalmente se utiliza como metáfora del mal, pero yo quise que fuera justiciero. Ese dragón, que es dragona, y se salva a sí misma, con su fuego purificador. Y seguro que volverá, porque queda mucha justicia por impartir 😉
      Un abrazo,

  6. Qué bonito, qué romántico y duro a la vez, qué redondo, qué frases… «Ya sé que no es una princesa —pertenece a esa estirpe de mujeres que se salvan solas—» Me ha parecido genial Anna. Enhorabuena y suerte en la repesca.

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