Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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64. A las cinco, café con pastas (Juana Mª Igarreta)

El sábado que Osman inauguró el restaurante, invitó a los vecinos a tomar café con pastas. Y puntuales acudieron a la cita de las cinco, incluida doña Remigia, la octogenaria del tercero, a pesar de que “el turco” no era santo de su devoción.
Osman se lo había currado. Él mismo se encargó de elaborar las tarjetas que anunciaban la apertura del local, para luego depositarlas en los correspondientes buzones. Además convenció a Urko, con quien había entablado amistad hacía poco tiempo, para que se vistiera de payaso y amenizara un poco la tarde. Después de la actuación, seguro que serían muchas las monedas tintineando en su sombrero.
Urko fue alternando los números que mejor se le daban. Pero las risas que consiguió arrancar en un principio, al tiempo que la gente le daba la espalda, enmudecieron.

¿Habrían reconocido bajo aquel raído disfraz y aquella voz distorsionada al viejo cerrajero? ¿Sería capaz de retener a los vecinos de Osman el tiempo suficiente para que su “socio” terminara el trabajo puerta a puerta?

Lo sentía por Osman, que era un buen muchacho. Pero ¿un parado de larga duración puede vivir de hacer el payaso?

6 Responses

  1. Eduardo martín Zurita

    Hola, Juana.
    Un texto que fluye manso instalado en el «buenismo» pero que nos reserva el zapatazo en la boca que trae el cierre. El hábito no hace al monje aunque predisponga a los demás a tomarlo por tal. Ser parado de larga duración, lo que no se debería ser nunca, debe tener atenuantes. Al menos comprender su acción ilegítima, que no disculparla.
    Me ha gustado mucho tu relato, Un beso y feliz todo para ti siempre.

  2. Ángel Saiz Mora

    Un parado de larga duración necesita un mínimo de apoyo financiero para subsistir. Cada uno es maestro en su oficio. Tal vez como payaso deje un poco que desear, pero seguro que como cerrajero no hay puerta que se le resista y de alguna forma tiene que sobrevivir. Los vecinos han de entenderlo como una pequeña donación para una buena causa humanitaria, aunque igual se molestan un poco al regresar y ver sus hogares desvalijados.
    Un relato que combina muy bien la diversión y el drama.
    Un abrazo, Juana

  3. Es muy cierto eso de que el hábito no hace al monje y de que hay lobos con piel de cordero: basta mirar al dueño del local y al payaso que lo ameniza para darse cuenta…
    En cierto modo comprendo las razones del payaso; no así las del contratante, ¿pero cómo resistir la invitación a un buen café con pastas? (entre nos, en Argentina las conocemos como «masas»; aquí les llamamos «pastas» a los ñoquis y ravioles italianos).

    Me gustó, JUANA; felicidades.

    Cariños,
    Mariángeles

  4. Salvador Esteve

    Una vida que quiere emerger con dedicación y trabajo, y otra, que las circunstancias y la realidad, le empujan por oscuros caminos. Muy buen relato, Juana. Abrazos y suerte.

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