Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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ABR109. LA TRAVESÍA, de Rafa Heredero García

En el año del Señor de 12…, el abad del Monasterio de M***, al comprobar cómo los Santos Lugares eran sistemáticamente negados a la verdadera fe, decidió dedicar su vida a reconquistarlos, y convocó para ello a todos los caballeros que desearan seguirlo. Su fama de santo excedía las fronteras de su patria, y muchos acudieron a su llamada atraídos por la posibilidad de conquistar gloria, riqueza y un lugar imperecedero en la Historia.
El abad, sin embargo, consciente del mal que podía impedir la gesta, fue inflexible y sólo escogió a los mejores entre los más santos, y de ellos, a los más puros entre los más castos; además, para proteger el viaje contra el gran pecado de la lujuria, con los donativos que recibía, hizo construir un barco en el que sólo se utilizó madera jamás tocada por mujer alguna.
Cuando estuvo preparada, la expedición inició su travesía en un clima de absoluto fervor entre rezos, misas solemnes y loas a Nuestro Señor, pero nunca llegó a su destino. Aún hoy sigue condenada a navegar sin rumbo en un inmenso mar vacío de música, de flores, de alegría, de belleza, hasta que descubra cómo expiar su verdadero pecado.

17 Responses

  1. Cuánta castidad y pureza, Rafa. Y es que no puede haber un mundo solo de hombres o de mujeres. A saber cómo terminan estas santidades tanto tiempo juntos y aislados. En pecado, imagino.
    Un abrazo.

    1. Pues no sé, Susana. Las Crónicas hacen mucho hincapié en la estricta selección del abad, así que por ese lado, nada que objetar. Pero si alguno de los expedicionarios se le hubiera escapado un comentario como «Ayúdame a quitarme estas grebas; llevo todo el santo día con ellas y me están matando» o «¡Qué bien te sienta el yelmo, ladrón!» no diría yo que quizá no lo hiciera con segundas intenciones. Eso sólo es abad podría determinarlo. Confiemos en él.
      Gracias por tu comentario. Saludos y otro abrazo para ti.

  2. Muy bonito aire de leyenda tiene esta historia tan bien narrada. Qué obsesión con la lujuria hay en la(s) iglesia(s), parece que es el único pecado del mundo, o al menos el peor. Me ha gustado mucho, Rafa, un abrazo.

    1. Muchísimas gracias por tu comentario, Ana. En cuanto a la obsesión… bueno, el afán de la Iglesia siempre ha sido el control y el poder. En el ámbito público lo consiguieron quitando y poniendo reyes y, por otro lado, a través de la obligatoriedad del culto, dogmas y sacramentos; y el sexo lo utilizaron para controlar el ámbito privado, digamos estrictamente privado, de los fieles bajo pena de condenación eterna, regulando el cuándo (tras la boda), el cómo (sin palabras), el para qué (procrear) y el con quién (sin palabras). Todo lo demás sería lujuria. De ahí su importancia.
      Un fuerte abrazo.

  3. Calamanda Nevado

    Rafa, este cargamento de castos no podía tener otro final que este; abierto. Se les podía ocurrir cualquier cosa más extraña aún que esta que nos cuentas, sobre las mujeres, si lo hubieras cerrado. Suerte y saludos.

    1. Hola, Calamanda. Me gusta eso del cargamento de castos, y quizá se pudieran hacer varios relatos con esas cosas extrañas que se les podrían ocurrir.
      Gracias por tu comentario. un abrazo y mucha suerte.

  4. Tienes razón, Ana. Qué bien describes la naturaleza humana, y no sólo por lo que cuentas aquí. ¡Cuántos misóginos hay por temor a la mujeres! También me ha gustado lo que cuentas sobre reprimir los deseos. Muchas gracias por tu comentario, siempre a punto para sacar el jugo a nuestros relatos.
    Un abrazo bien fuerte para ti.

  5. No me extrañaría que aún siguieran vagando por ahí…uno de los peores empecinamientos humanos es precisamente la facilidad con la que vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro. Y si encima se trata de asuntos de fe, aún más difícil.
    Tu relato, con su aire de leyenda, encaja como un guante con el tema del mes. Ha sido grato leerlo.
    Un beso, o ya puestos, dos.

  6. No había caído en esa interpretación sobre los misóginos, Ana; ahora pienso en la famosa película «Psicosis» de Alfred Hitchcock. En cuanto a la religión, los sacerdotes y demás clero, creo que ya lo comentamos otra vez. No hay que medir a todos por el mismo rasero, pero algunos vaya daño que han hecho o siguen haciendo. En fin, que tiene que haber de todo.
    Saludos.

  7. Anonymous

    Lo mejor sin duda el final, me quedo con ese segundo párrafo tan contundente. Que piensen, que piensen a ver si descubren su soberbia. Muy buena ambientación y ritmo narrativo.
    Suerte y un abrazo

    Félix Valiente

  8. Puri

    Rafa, precioso relato,y la ambientación está muy lograda, la incógnita de cual es el verdadero pecado nos da que pensar y de paso crea debate entre los que lo leemos.
    Un abrazo y suerte. Por cierto leí la página de ABC que le recomendaste a Susana y es muy interesante.

  9. Muchísimas gracias por tu comentario y por pasarte por aquí, Puri. Lo de la página del ABC, ya ves, parece que la realidad nos va a birlar una buena historia de ciencia ficción.

    Un fuerte abrazo.

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