Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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ABR139. BAJO LA RUEDA DEL MOLINO, de Miguel Jiménez

Las articulaciones de la escalera mecánica crujían espantosamente (cosa de los vaivenes barométricos, ya me lo habían advertido las mías propias, un rato antes, al levantarme ¡Hoy va a llover!), y finalmente se clavaron con estrépito.
Yo que siempre fui más de Sancho que de Quijano, me senté tranquilamente en el metálico escalón, mientras varios aspirantes a hidalgos, embestían, furia en ristre, cuantos mecanismos, botones de alarma, intercomunicadores y cuadros de mando, encontraron a su alcance.
En otro momento les hubiera advertido de la inutilidad de sus arremetidas, pero la experiencia es un grado. Permanezco sentado y en silencio, manso, resignado ya a esta continua llovizna de leves contratiempos, sordos y dolorosos. Molestos, como el corte de un papel entre los dedos. Reiterados, como un inevitable peaje en medio de la autopista de la vida.
Lejanos quedaban los tiempos en que creí que las andanzas de alguno de estos cambiaría el mundo.
Sabiendo lo que vendría después, me alzo sobre mis doloridas rodillas, trepo el trecho restante, con un bufido al superar cada escalón, excesivamente altos, primero un pie, luego el otro, alcanzando la cumbre, justo en el momento que el mecanismo vuelve a girar, sin aparente intervención humana.

16 Responses

  1. Hay mucha sabiduría práctica y reflexión en el escrito y el personaje. Todo pasa por crisis, siempre alguien quiere o intenta que el mecanismo funcione bien, pero las articulaciones obsoletas y caducas nunca funcionan del todo bie. La materia se desgasta. Solo hay que sentarse, esperar que los hierros descansen y con un ligero empuje, o chispa eléctrica la escalera lleve hacia arriba nuevamente, hasta que renquee y vuelta a empezar. Esperanza se llama eso, y si no funciona la eléctrica, la hacemos fija y tradicional, pero subamos.
    Bueno, que me gustó la forma y e contenido. Saludos.

  2. Me pareció una buena metáfora de nuestra dependencia/adicción a todos los artilugios eléctricos que nos rodean, pero después de leer lo que dices a Ana ya no estoy tan segura.
    Un abrazo.

    1. Es una buena interpretación también, sí que quería vincular las reacciones mecánicas con las físicas (esta semana ha llovido en Barcelona y mi cuerpo aprovecha estos días para recordarme que hace tiempo que no tengo veinte años, je je), pero tu apunte es muy interesante, cómo nos podemos quedar paralizados cuando nos fallan nuestras muletas tecnológicas, también hay algo de eso.
      Un abrazo Susana.

  3. Calamanda Nevado

    Miguel, si no se puede correr, pues se camina. Si no somos capaces de andar, usamos bastón; todo menos quedarnos quietos. Algo parecido dijo la Madre Teresa de Calcuta. En tu relato se puede leer entre líneas algo parecido. Buen ritmo y desenlace. Saludos y suerte.

  4. Anonymous

    Original relato que destila sabiduria y experiencia. El respeto al que sabe más por viejo que por diablo. Enhorabuena.
    CArmen

  5. Con la primera lectura termino con una sensación de regusto, pero no llego a comprender del todo el texto. A repetir. Sospecho que se trata de una metáfora sobre la vida y sus obstáculos, sobre las actividades que ya no podemos realizar, o los sueños, y que al final estás solo y todo depende de ti. En fin, abierto. Verá que te dicen los compañeros. Ves, es lo bueno de este tipo de comunidad, que lo que uno ve lo ratifican o otros o te lo muestran. Suerte a fin de mes.

  6. Me da la impresión que la humedad de esta primavera lluviosa te ha inspirado. Este caballero necesita un poquito de tres en uno, «pa seguir p’alante» jejeje. Me gusta esa mezcla de tiempos modernos con ese hidalgo que es más Sancho que otra cosa o que prefiere así ser, para conseguir hacer realidad su sueño.
    Muchas suerte Miguel.
    Besicos muchos

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