Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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ABR15. EL QUE TUVO, RETUVO, de Nuria Casado Marco

Era el típico niño redicho de modales refinados,pulido lenguaje,e impoluta indumentaria. Mi madre decía que sería todo un caballero como su padre,y él sabedor de su condición, nos miraba condescendiente desde la altura que le brindaba su superioridad. En su casa le llamaban Vicentín, asi que a mi hermana y a mí nos lo puso en bandeja para apodarle el repelente niño Vicente.
Pasó el tiempo.Un día que acudí al supermercado a hacer la compra, mientras esperaba en la caja a que llegara mi turno, se produjo un pequeño revuelo y con la curiosidad que me caracteriza,atisbé por encima del hombro de la señora que me precedía, para oir como la cajera le decía a un hombre tocado con un sombrero e impecablemente vestido:
-Caballero, saque lo que lleva dentro del abrigo.
A continuación ,el hombre empezó a sacar latas y latas de conserva, cual número de magia. Al finalizar,alzando la cabeza con gesto ofendido, quitándose el sombrero y haciendo una reverencia, habló con voz estertórea y un punto ofendida:
-No pienso volver a este establecimiento,¡Buenos días!.
Mientras se dirigía hacia la puerta rígido como un palo y acompañado de las risas del personal reconocí a Vicente. Genio y figura.

9 Responses

  1. Calamanda Nevado

    Nuria parece que el caballero había venido a menos. Las vueltas que da la vida. Buen ritmo en sus descripciones. Suerte y saludos.

  2. Ginette Gilart

    Muy gracioso tu relato. Por lo menos este «caballero» devuelve lo robado, no como otros que igualmente se sienten ofendidos.
    Un abrazo y suerte.

  3. El hombre reacciona como le han inculcado. Lo malo es que haya caído tan bajo y se tienda él sus propias encerronas.
    Como he leído más arriba los comentarios, podría ser un relato agridulce. De risa si conoces al tontolaba del barrio de toda la vida. Triste si te imaginas su pasado de carencias.
    Un abrazo.

  4. Yo creo que de estos, pululan muchos por ahí. Tristemente el querer y no poder y, sobre todo, no asumir ni saber ver lo realmente importante hace huecas y desgraciadas a muchas personas.
    Un abrazo, Nuria

  5. Sí, Eva, pero casi siempre están presentes las taras psíquicas. No justifico con eso sus modales, pero solo si andas mal del tarro actúas así y peor. Vivo en una ciudad pequeña y a los colgadillos se les pone hasta apodo cariñoso.

  6. Es que lo del querer o pretender ser o haber sido y no poder o ya no poder, desequilibra a cualquiera al que le hayan inculcado, como decías tú antes, que es merecedor de eso y más. Muchos no son capaces de adaptarse a las verdaderas circunstancias. A mi me parece por sí misma una tara psíquica creer que es más importante aparentar y tener (o alquilar, que los hay) un Mercedes que dar de comer a tu familia…
    Yo también vivo en una ciudad pequeña y pasa eso que cuentas. Un abrazo

    1. Anonymous

      Me encanta haber dado pie a analizar el micro tan minuciosamente. En realidad me pasó con un hombrecillo(posiblemente en paro)algo distraído que tuvo que devolver en caja un par de latas y se marchó todo ofendido. Lo que hice fue elevarle a la categoría de fidalgo venido a menos y así rendirle mi pequeño homenaje.Tan simple como esto. Gracias por comentar.
      Nuria.

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