Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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AGO28. NEPTUNO, de Paloma Casado Marco

Navega el pequeño velero a lomos de olas con festones de espuma. El sol brilla alto y oblicuo, acariciando la superficie de las aguas inquietas. A babor, un pulpo se aproxima amenazante, obligándole a desviar su trayectoria para  evitar la acometida de sus tentáculos gigantes.
La mar se agita, presagiando tormenta. Es el dios Neptuno que patalea. El navío se eleva, acogidas sus velas por manos celestiales, para volver a caer con estrépito sobre las aguas. Esta vez, su proa choca con el pato amarillo que sonríe.
Rea levanta a su hijo, desoyendo sus protestas de dios caprichoso, y lo arropa amorosamente con la toalla que lleva sus iniciales bordadas. Después tira del tapón que retiene el océano.
Un remolino de espumas arrastra el velero, el pulpo, el pato risueño y  una tortuga que pita hacia el sumidero de la bañera en donde, momentos antes, el pequeño Neptuno se bañaba.
Concursa CAN
 cantabriaendoslatidos.wordpress.com

RELATO FUERA DE CONCURSO 
YA QUE SU AUTORA ES JURADO ESTE MES

23 Responses

  1. Anonymous

    Muy tierno el baño del niño, pero detecto algunas faltas de puntuación que deslucen el texto: Rea, levanta, sin coma (entre sujeto y predicado); Una tortuga que pita, hacia el pato, sin coma; en dónde, sin tilde.
    Paloma, has desarrollado una historia muy bonita, de verdad. Perdona mi rollo académico con el que me machaco a mí mismo todo el rato.

  2. Paloma Casado

    Tienes razón con la puntuación, cuando lo repaso no me doy cuenta de todo, y eso que lo había corregido (se lo mandé a un amigo profesor) pero me temo que al final he mandado el texto primitivo. A veces guardo más de una copia.
    ¿Se podrá arreglar ya editado el texto?
    Gracias por vuestros comentarios.

  3. Paloma, delicioso relato que pasa de lo grandioso a lo cotidiano sin darnos cuenta. Muy simpático.
    El del rollo académico, aunque tenga razón, la pierde con su anonimato.
    Un beso

  4. Anonymous

    Paloma… hasta que no he llegado a «Neptuno patalea», me has tenido totalmente engañada pensando que estaba ante una historia mitológica, seria, readaptada de los clásicos… pero, das un giro fantástico inesperado hacia una realidad más de cuento que la propia leyenda o personajes en los que te basas, por lo cotidiano, lo entrañable, lo tierno (me encantan las historias en las que aparecen niños, dan mucho juego)… me ha parecido una delicia ese baño refrescante y juguetón.

    Felicidades-zorionak!!!

    Un abrazo y mucha suerte!!!
    Marta

  5. Pues es muy bonito el pato amarillo que sonríe y fantástica la tempestad desencadenada por el pataleo. Guapa, guapa, guapa la historia, con sus iniciales y todo.
    Felicidades.

  6. Paloma Casado

    Os agradezco mucho los comentarios, siempre me hacen mucha ilusión. Ya he enviado el texto corregido según las indicaciones del primer compañero comentarista y espero no haberme equivocado otra vez. Me voy a estudiar los signos de puntuación para el próximo relato a ver si de esa manera…
    Muchas gracias a todos.

  7. Anonymous

    IMaginación en un lugar tan reducido que parece un océano enorme.
    La mente es una bañera y el agua una lágrima de Neptunito.
    Me encantaría tener esa imaginación.
    Lines

  8. Anonymous

    Bonita y sorprendente historia hermanita no te machaques con los signos de puntuación lo importante es el contenido ¡uy no he puesto ni puntos ni comas!

  9. Susana R.

    Me falta algún relato de leer hasta este, pero de momento es de los que más me han gustado. Qué facilidad de conjugar dos mundos y hacer que sean uno solo. Este Neptuno niño también me ha recordado al que teníamos hasta hace poco en la roca de la playa del Camello, saludando al mar.
    Un abrazo.

  10. Nicoleta

    Los dioses viven entre nosotros y por medio de nosostros. Las historias personales escriben de nuevo las mitologías. Cada niño es un pequeño dios, así como el Neptuno de tu excelente relato. ¡Me ha gustado muchísimo, Paloma!
    Un abrazo.

  11. Cuando tu relato conducía mi imaginación por los senderos de un nuevo Odiseo, y me aprestaba a saborear una increíble aventura, revelaste para mi sorpresa, la verdadera identidad del Neptuno de bañera que apenas merodea el metro de estatura.
    Magnífico quiebre de timón el tuyo. Me mantuviste expectante y me dejaste no frustrado, sino sonriente, con la dulce ternura de una criatura que en su maravilloso espíritu infantil, no tiene límites en su imaginación a la hora de disfrutar su baño.
    Me gustó mucho. Palmas para ti.
    ¡Saludos!

  12. Paloma Casado

    Gracias por esos comentarios tan gratificantes. Me alegro de que os haya gustado mi cuento, ese es el premio más importante para mí.
    Susana, yo también he pensado en nuestro niño Neptuno desaparecido de la playa. Ahora sólo nos queda El Camello.

    1. Susana R

      La acabo de ver. Parece que confluyen la mitología, la industria, el marketing, el ayuntamiento y el mal gusto (¿o en vivo impactan sus 200 kgr. en esta monada?). ¿Qué opináis los de allí, Antonia?

  13. Precioso relato Paloma. Por el lenguaje, tan bien escogido, se aprecia el amor de la madre por su hijo. Resalta también la imaginación infantil que hace de cualquier bañera un mar de aventuras. Un beso.

  14. Aunque es un relato bien trabajado, muy bien organizado y con un principio prometedor, muy sugerente, no puedo evitar, después de tantas microlecturas, que me suene lo que va a ocurrir desde la mitad más o menos. Y esto no es un canto al final sorpresa ni epifánico, sino todo lo contrario. Hay relatistas que piden más, que la epidermis del relato concurso se les queda pequeña y que anclarse en eso sería quedarse en la superficie. Tú me has pedido expresamente que te lea y te critique, pero aún no sé que tipo de relatista eres, aquellos a los que puedo buscar (y exigir) la excelencia o aquellos de los que una construcción de manual les basta. Aún estoy por leerte un relato en el que te mojes, que te arañe. Así veo yo la literatura y así lo expreso. Y la microficción es también un espacio donde, como decía Bolaño, meter la cabeza en lo oscuro.

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