AGO56. FOBIA, de Jesús Coronado
Me duelen las muñecas. Nunca pensé que esto doliera tanto. Nunca creí que ocurriera esto. Estaba todo controlado. De principio a fin.
Cuando abrí el congelador el olor me golpeó con fuerza haciéndome vomitar. Las moscas inundaron la estancia sobrevolándome, rozándome con sus asquerosas alas. La visión del cuerpo hinchado y cubierto de miles de insectos me paralizó. Caminé aterrorizado y sin control hacia atrás hasta tropezar y quedar quieto en un rincón, observando como aquella marabunta se desparramaba sin control por el sótano junto con aquel hedor insoportable que ascendía hacia el resto de la casa. Hacia la calle. Fue entonces cuando descubrí que todo, no estaba controlado.
Una simple avería y esta maldita fobia han conseguido en un instante, lo que durante años no ha logrado la policia.
Y mientras subo al coche patrulla sólo puedo pensar en dos cosas. En el maldito dolor de mis muñecas, y en cuanto tardarán en descubrir el resto de cadáveres.
Me gusta la novela negra y me gusta como has descrito la visión del congelador. Muy buen micro. Un abrazo.
Nuria
Me gusta que te guste la novela negra. A mi también. Gracias por el comentario. Un abrazo. Jesús.
Difícil controlarlo todo, menos las fobias.
Buen relato negro, Jesús.
Un saludo.
Muy difícil. Gracias Sara por pasar. Un saludo.
Buen relato negro clásico, Jesús, donde al protagonista siempre le falta el último control de algo por el que le van a pillar. Me gusta cómo describes al personaje, con sus fobias y su dolor a estar encerrado, atado o controlado.
Suerte y saludos.
Muchas gracias Rafa, me alegra leer que te gustó y veo que aunque sólo fueran 150 palabras, váis un poco más allá siempre. Un saludo.
Es curioso que la fobia sea a los bichos y no a los cadáveres. Un narrador protagonista muy admirable.
Saludos
Juan M
Hola Juan Manuel. Siempre he pensado que la fobia por excelencia es a los bichos. ¿Tú eres capaz de pisar una cucaracha sin más? Yo, no. Gracias y un saludo.
jajaja. En su momento sí, pero ahora me da un pampurrio si veo una mosca.
Un saludo
Juan M
Hablas de cadáveres y me has recordado el de mi abuelo, yo de niño, en el salón de su casa, mientras le miraba de una narina le salió un moscardón verdoso. No lo he olvidado.
Un abrazo Jesús
Uff… Epi, diría que me alegra que mi relato evoque recuerdos. Pero no es el caso, no es un recuerdo muy agradable. La verdad es que las moscas son las primeras en llegar a un cadaver, más que para alimentarse para dejar sus huevos. De ahí la descripción de la situación cuando abre el arcón congelador. Un abrazo Epi.
Muy buen relato, casi me llega la vaharada nauseabunda al abrir ese congelador. Un saludo.
Hay que decirle a Jams que instale un «odorizador» en el blog para poder percibir los aromas de los relatos. Muchas gracias por tu comentario. Un saludo.
Muy bueno tu micro pero eso no quita para que se me hayan puesto los pelos de punta, ufff.
Suerte.
Besicos muchos.
Ana U. Cómo me gusta que 150 palabras den para planteamientos distintos de una historia. Las muñecas, ¿quizás sólo sean las esposas demasiado apretadas? ¿Una vieja lesión cuando trató de acabar con su primera víctima? ¿Miedo? Quizás sólo sea un asesino en serie que disfruta matando sin más, y que utiliza la carne para hacer hamburguesas. En fin, tú decides. Un saludo.
Y no sabes cuanto me alegro que se pusieran de punta tus pelos, jeje. Ese es el fin. Muchas gracias por tus desesos. Un saludo.
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Jesús: Has escrito un relato ampliable, tu personaje tiene carisma, me explico dejas al lector con ganas de más.Da para una novela. Saludos
Gracias Lola. Tomo nota. Comentarios como este hacen que me decida de una vez, de este verano no pasa. Dejaré salir todo lo que llevo en la cabeza.
Saludos.
Me habría cuadrado mejor si tu personaje hubiese carecido del sentido del olfato, conozco a dos personas que no lo tienen. Habría quedado más verosímil o es que estaba muy loco.
Un abrazo.