46. ¡Ay, qué injusta es esta vida!
Mi padre es delgado, pequeñito y malo como Lucifer. Un enero, no habiendo clareado el día, plantó en el jardín un enano rojo para que se encargara de nuestra educación.
Supimos que estábamos perdidos.
El horripilante engendro nos observaba cada vez que salíamos o entrabamos a la casa con una sonrisa endiablada en la boca.
Todos los días, antes de irnos al colegio, el enano colocaba en fila, de mayor a menor, a mis cinco hermanos y les hacía tragar abrasadores ajíes: uno abierto y largo como destierro a los dos mayores, medio a los dos siguientes y un cuarto al pequeño. Ellos moqueaban y gimoteaban a causa del picor tan fiero.
Él reivindicaba que estos «arranca-lágrimas» les fortalecía la hombría y se las hacía duras como fierros. Después, se alejaba satisfecho por haber cumplido un día más con su tarea educativa.
Mis hermanas y yo no veíamos la hora de librarnos de esta cárcel, estos hierros en que nuestras almas estaban metidas, mas era uno de los pocos momentos en que nos alegrábamos de ser hembras en esa familia de tan picante virilidad. Vivíamos enajenadas tramando cómo acabar con ese colorado demonio y, de paso, con mi sañudo padre.
Menudo padre luciferino y vaya ayudante para la educación de sus hijos que se ha buscado, esos pobres sólo tienen dos destinos: terminarán forzosamente recios, o con un agujero en el estómago. Ellos, los varones, sólo sufren, mientras que sus hermanas, dotadas de una inteligencia más sutil e indudablemente más prácticas, tienen capacidad para sobreponerse y quizá maquinar un plan que termine con esa tortura.
Suerte, María, y un saludo
Genial !!! Por una vez la condición de féminas nos favorece.
Has encajado muy bien las frases.
Suerte Maria lo mereces.
Mª Belén, me siento feliz de contar con tu complicidad. Lo lógico es que cada día la suerte nos favorezca a las féminas.
Abrazos.
Ángel, los hombres, con tanto ardor les era imposible tramar nada. Las mujeres, libres de «ajíes», planeaban con astucia acabar con sus desamparos.
Abrazos.
Mira: Me he quedado así al empezar tu relato: 🙂 :-). Y así al acabarlo: 🙂 🙂 🙂 🙂
Beso.
Gracias auro, me pasa igual al leer tu jocoso comentario.
Felicidades.
Qué visual y que personajes más bien tramados. A mí me has dejado con una sonrisa en la boca. Una situación disparatada milimétricamente pensada para que nos resulte imposible olvidarla. Mucha suerte 🙂
Gracias, Juan Antonio por tus buenos comentarios, felicidades.
María me encantó, es un cuento cuento cuento, me ha encantado. Pobres críos y esas almorranas!!!! jaja.
Abrazos y suerte
Un cuento esta para encantar, así que si contigo lo ha logrado, me entusiasma.
Felicidades.
Bueno, ser mujer tiene sus ventajas, y sin que sirva de precedente… ¡viva el machismo!, jajajaja
Buen relato original, y además tiene tu sello.
Un abrazo María.
María, no dejas lugar a la duda de la rigidiz que alli reina y la tension que flota en el aire. Suerte y saludos
Rosy y Calamanda. Muy amables vuestras mercedes por comentar.
Felicidades.
María, el padre y el enano han infravalorado a las mujeres, «craso error». Original y divertido. Abrazos y mucha suerte.
Me quedo con la imagen de ese enano rojo educador. Original relato.
Gracias, Salvador y Lorenzo. ¡Vivan esas mujeres!
Felicidades
Jo, qué historia más picante. Desde luego las hijas han salido también al padre, vaya familia. Divertida locura.
Gracias por comentar y si el picante da el toque, cumplido su objetivo.
Abrazos.