Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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62. CRONICA DE INDIAS

Cuando, en el año de gracia de 1542, Hernán Pérez de Oviedo embarcó en Sevilla para las tierras de más allá del mar, lo hizo lleno por igual de esperanza y temor. Corrían leyendas sobre grandes tesoros, pero también sobre seres horrendos: gigantes de un solo ojo y brazos de simio, despiadados comedores de hombres, sirenas subyugantes. Sin embargo lo que a Hernán verdaderamente fascinaba era la leyenda de las amazonas, mujeres belicosas que mataban a los varones una vez cumplida su función genésica. Decían los bulos que su misma madre les quemaba un pecho para facilitarles en la adultez el manejo del arco, arma en el que eran expertas consumadas. En eso pensaba Hernán cuando el vigía grito “tierra a la vista”, y casi sin darse cuenta se encontró entre árboles tan descomunales y bestias tan extrañas que todo le parecería ya posible, fueran monstruos de tres metros o mujeres guerreras. Las de aquella isla tenían los dos pechos en su sitio, de eso sí pudieron dar fe. Empezaron a maliciar algo al tercer día de desenfreno. Dijo el capitán “¿y los hombres?”, y les cayeron encima cien saetas, y no eran las de Eros.

3 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Has compuesto un relato con mucha fuerza descriptiva, que parece jugar entre la frontera de la historia y la de la leyenda. Al final los hombres, por muy recios conquistadores que fuesen, se dejan embaucar por los encantos de unas mujeres que cuando menos lo esperan se convierten en letales, los utilizan y los desechan, nada que ver sus saetas con esas «flechas del amor» que cantaba hace años Carina.
    Suerte y un saludo.

    1. Gracias, Ángel. La conquita de América es en sí misma un territorio fronterizo entre la realidad y la epopeya. Y, por otro lado, el erotismo tiraba mucho también entonces.