Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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6. De un hotelero de Coria. “EL MIRLO” (J.Redondo):

Atado al poste, ante la pared norte del cementerio, cayó fusilado el mirlo. Bastó una bala.
El Mirlo adoraba a los pájaros. Esto y su pequeña talla originaron su remoquete. Se jactaba de ser el más “rojo” de los anarquistas extremeños. Tan era así que a un polluelo de mirlo, nacido en un seto bajo la higuera de su huerto, lo amaestró para silbar la “internacional”.
Cuando el cabo de la guardia civil pasaba frente a su casa, el Mirlo, mientras ceremonioso recitaba el saludo acorde al momento del día, incitaba al enjaulado a desarrollar su sonata, sacando de quicio al benemérito.
Terminada la guerra civil el Mirlo fue condenado al paredón. En prisión, nuestro personaje, amasando día a día migas de la exigua ración de pan del rancho carcelario, modeló un crucifijo, lo que junto a sus lánguidas miradas consiguió ablandar el corazón del capellán. Así, por pío, logró ser indultado.
El vesánico cabo, fuera de sí, ató al mirlo al poste. Siete balas, unas por piedad, otras por impericia, señalaron su impacto con el humo de polvo de cal de la tapia; una única bala asesina dejó plumas rotas suspendidas en el aire vacío de un pentagrama inconcluso.

45 Responses

  1. María Ordóñez

    Cabos como ese hay muchos. Lo bueno que también existen maneras de ablandar el corazón del más malvado. Me gustó mucho el relato. Felicidades.

    1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

      Hoy estos cabos creo que gracias a Dios ya no existen y espero que no vuelvan nunca. Gracias por tu comentario.
      Saludos.

    1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

      Muchas gracias Esther. Este blog me está permitiendo conocer gente muy interesante entre las que por supuesto estás tu.
      Un beso.

  2. Jesús como ya tuve ocasión de decirte en persona, me encantan tus relatos. Se me hacen mucho más cortos de lo que son, porque no me digas que este personaje o personajillo no merece mucho más que 200 palabras.
    Por el título se deduce que existió realmente?
    En fin venir a leer tus relatos es un acierto siempre.
    Besos
    Asun.

    1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

      Gracias Asun, tu que tienes el segundo apellido muy de Cáceres, podrías enterate de lo cierto que hay en este relato.
      Gracias por tu comentario y por lo amable que eres conmigo.
      Besos

  3. Marcos

    Qyé interesante relato, Jesús, y que bien narrado. A pesar de que durante la lectura parece que narras una más de las historias de fusilamientos en la incivil del 36, y a pesar de que el lector piensa que hay una falta en el primer mirlo, consigues que sea al final cuando case que no hay tal falta y descansas aliviado de que el fusilado sea el pájaro. Muy buena historia. Cuéntanos más, please.

    1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

      Sabía que iba a pasar eso de la posible falta de ortografía, pero como en ENTC somos bastante inteligentes no dudé que antes o después quedaría claro que el fusilado era el inocentísimo pájaro, tan inocente como su dueño. No obstante refleja bien los odios y los amores de aquel triste episodio de nuestra historia.
      Gracias por tu comentario Marcos.

  4. dannielirazu@gmail.com

    Es genial que con el aleteo de un pájaro pequeño y unas pocas frases escogidas rememores toda un época. Te felicito.

    1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

      La historia me la transmitieron como real, dando como referencia al cura que logró su indulto.
      Gracias por tu lectura y comentario.

  5. un tal miguel

    Como la salsa agridulce, mezclas los afectos escondidos con la realidad de la ruina diaria, los sentimientos incontrolados con la malababa de los fusiles y, por fin, los toques amorosos con la testosterona arrabalera. Con menos palabras, difícil que te hubiese salido tan perfecta. Y, Marcos, también duele el asesinato del pájaro. ¡Que conste!

    1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

      Shiiiiiii. Chitón no se lo cuentes a Meli y si lo descubre dile al menos que no era un mirlo de agua, que era todo negro.
      Gracias por tu comentario. A mi este relato me gusta sobremanera, aunque sea el autor y suene a autobombo. esta historia me la contó el hotelero de un hotel de Coria, o aunque no fuese de Coria ni fuese hotelero sí, era de la zona. Cuando vayas por allí a hacer tus fotos, pregunta si a alguien le suena la historia del mirlo.
      Un abrazo y a cuidar el brazo.

  6. Nieves Martínez Menaya

    Puedes estar contento, realmente, pues te ha salido «redondo», y no es por hacer la gracieta sino porque en efecto , además de estar bien contado, la historia tiene el toque adecuado para ser materia de un relato. Un beso !

    1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

      Oye, he pasado media hora navegando por los cuentos de los hermanos Igarreta. Teneis un blog muy fino y muy bien cuidado. Me he reido con la seccion de fotos de anuncios curiosos y voy a tomarte prestadas algunas frases para mis escritos.

  7. Paloma Casado Marco

    Como la mayoría de tus cuentos, éste nos retrata con maestría una época felizmente pasada. Con pocas palabras precisas nos das a conocer la muerte de un pajarillo inocente y de su dueño, ese anarquista que modeló un crucifijo con su hambre.
    Como siempre, estupendo.

    1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

      Gracias Paloma pero el Mirlo murió muy viejo, y no hace mucho, de forma natural. En la zona de Coria esta historia es bien conocida y al Mirlo siempre lo amparó el cura que logró su indulto. Por cierto no sé si aún se conserva el crucifijo de pan. Quien me relató la historia me dijo que era una verdadera obra de arte. En el relato no me cabían más adjetivos para ponderar las agilidades del Mirlo como artesano.
      Un beso y gracias de nuevo.

  8. María José

    Muy bella esta historia. Siete balas para matar a un pajarito retratan al cabo vengativo y sádico; retratan una época muy dura para los vencidos. Enhorabuena.

    1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

      Es de general conocimiento que sean ocho los componentes de un pelotón de fusilamiento. Claro que para atinar sobre un mirlo, a quin además he puesto cantando la internacional, hay que tener buena puntería.
      Me alegro de que te haya gustado.
      Saludos.

  9. Coincido con muchos compañeros. La historia resulta muy interesante y creo que está muy bien contada. Me has obligado a buscar alguna palabra pero ya me parece bien. Mucha suerte 🙂

    1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

      Muchas gracias. De nuevo te has parado a leer mis relatos y eso de que el cliente repita es un orgullo para el tendero. De verdad que no quiero hacerme el ilustrado tratando de sacar palabras fuera de uso, al menos para el uso de los jóvenes como tú, pero lo cierto es que en el castellano y en las jergas de sus pueblos hay palabras para todo y aunque tengan sinónimos de uso más corriente en el lenguaje hablado, que siempre se complementa con la comunicación gestual, en el escrito matizan muy bien la escena. Y además hay muchas palabras en peligro. Jo, que rollo. Gracias, repito.

  10. Todos los meses me gusta leer tus relatos, o anécdotas, por la manera amena y ágil como cuentas esas historias que hacen que nos preguntemos si son reales o ficción. Esta, en particular, es muy buena, a pesar del fusilamiento del pobre pájaro. ¡Suerte!
    Saludos.

  11. Otra maravilla más a añadir a la larga lista… Jesús Alfonso, eres único recreando historias de nuestra España. Tengo mucho que aprender de ti, ya lo creo.
    Pero te llevaré la contra respecto a lo que he leído en los comentarios: yo creo que sí existen esos cabos hoy en día, quizás disfrazados o barnizados con un sutil toque de «civilización», pero haberlos haylos. Es consustancial con el ser humano, desde que dejó de ser mono.

    1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

      Gracias de nuevo Fernando. No se tu edad ni donde creciste. Mi experiencia con la guardia civil, mitad leyenda urbana y mitad realidad, en el Pais Vasco de los años 60 no fue muy positiva que digamos. Luego he tenido contactos, por mi trabajo y por mis amistades y fui cambiando de opinión y me consta que ellos lo hicieron de actitud. Por Tarancón conducía yo a 150 por horra llevando a un americano recién llegado a España. Fui cazado y multado. Cuando me indicaron que ya podía reincorporarme al tráfico, mi acompañante de Vermont no se podía creer la amabilidad con que me trataron mientras me denunciaban. Claro que allí en USA ya sabemos por la tele cómo se las gastan los «gendarmes».

  12. Ricardo R. González Ramos

    Volveré a Coria y preguntaré por aquel desdichado mirlo. Me consuela saber que por su pico no son totalmente negros. Les libera de ser malos augures y además cantan bien.
    Tu cuento, en el fondo, es revitalizante. Cuantos mirlos más cantarán hoy lo que Mirlo les enseñó entonces. Siempre habrá un cuervo que dispare a un mirlo y acierte.
    Tu relato impone. Lo cuentas con la destreza de una pluma fina, de ave
    pequeña, depurada por la vivencia de quien ama la naturaleza y la vida.
    Creo que ya lo he dicho en otras ocasiones. Admiro el estilo Redondo.
    Por último te diré que has creado un punto de inquietud en mis sueños. Ya no me levantaré nunca más, por obligación, a las cinco de la madrugada. Solo me despertaré de vez en cuando para escuchar al mirlo que canta a esa hora en la plaza Baztan.

    1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

      Uy… qué tierno te has puesto. Me encanta.
      Lo del todo negro se lo dedicaba a Meli que subiendo por la ruta del Alba, recuerdas? me mostró al mirlo de agua según ella un pájaro difícil de encontrar por su manía de asentarse solo allí donde las aguas son puras. Se distingue este mirlo del otro común, se solo es blanco si nace albino, en tener una mancha de plumas blancas en el buche (Meli dixit). Ya te contaré y si ya lo he hecho, porque entre tu y yo no hay secretos, te repetiré lo que le pasa a Alfonso, un primo mío tercero o cuarto, que vive en Haro y que tiene que salir con gafas de buceador a echarse la siesta a su patio porque le atacan los mirlos.
      Toda la vida les hemos llamado «tordos» hasta que los fuimos distinguiendo unos de otros.
      Un abrazo Ricardo y nos vemos en Liendo y esta vez no corriendo.

    2. Nieves Martínez Menaya

      Ricardo: me gusta, me gusta este relato tuyo, éste que escribes aquí arriba a modo de comentario.Un beso

  13. Jesús Alfonso Redondo Lavín

    Hola Don Beto. Hola de nuevo y muchas gracias por repetir tus entradas a mis relatos. Esto anima una turma.

    1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

      Pues tienes razón y no se cómo se arregla. Por una n no me atrevo a molestar a Juan que bastante tiene con haber cumplido ayer «cuatantos» años.
      Gracias por tu comentario. Yo también me pregunto, con lo prosaico que soy, de dónde narices saqué esa frase del pentagrama inconcluso.
      Saludos.

  14. Son de las leyendas que me gustan leer, aunque sean agridulces como esta, agria por lo que supone los fusilamientos y dulce por haber salvado la vida. Es un relato que creo podrá estar entre los seleccionados del mes (no he leído todos) por todo lo que dices, como lo dices, y lo que no cuentas. Además, sospecho que como casi todo lo tuyo esta basado en hechos reales. Un placer, Jesús.

    1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

      Pues tu relato de este mes también también va de fusilamientos. Podemos pedir una subvención de esas de la memoria histórica, igual cae algo.
      Un abrazo Ximens y no te olvides de saludar de mi parte a mi querida Macías doña Angelines.

  15. Rafa Heredero

    Hola, Jesús. Tu relato de este mes es fascinante por lo que cuentas y cómo lo cuentas. Y además dices que está basado en un historia real. Sabes muy bien convertir esa anécdota en algo que resulte interesante al leerla. He intentado convertir en relatos algunas de las cosas que me cuentan y me resulta imposible trasladarlas al papel y que no parezca algo falso o forzado. Tú lo haces con mucha naturalidad. Y esos personajes, el Mirlo, el cabo, el cura, nos resultan muy cercanos. A mí me gusta mucho la venganza del cabo: no puede con el Mirlo, pero mata lo que seguramente más quería. Estupenda historia.
    Suerte y saludos.

  16. Jesús Alfonso Redondo Lavín

    Gracias Rafa. Como en la oficina, cuando trabajaba, muchos sabían de mi afición por los relatos, los compis se acercaban a contarme cosas raras o cuasi osas de sus pueblos. De ello me he surtido en este caso.
    Un abrazo y procuraré fusilar a menos gente que ya me estoy pasando.

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