DIC34. NAVIDAD.NAVIDAD, de Fernando Andrés Puga
A dúo cantan los hermanitos.
Villancicos.
No desafinan, no se equivocan, no se despeinan.
¡Son un amor!
El día que fuimos a vaciar la casa de los viejos, lo encontré en el doble fondo del último cajón del ropero de nuestra habitación.
¿La desmesura de mi grito de alegría? ¿Eso fue lo que te desequilibró aquella noche junto al pino excesivamente ornamentado? Lo querías con todas tus fuerzas, pero el gran paquete junto al árbol tenía pegada una etiqueta con mi nombre. Al lado, otro regalo. Nadie prestaba atención, pero había desilusión en esos dedos que desenvolvían sin deseo tu paquete, mientras no apartabas los ojos de la gran caja que tenía entre mis manos.
Mamá no tenía idea. Papá lo buscó por todas partes, pero no hubo caso. No estaba. Un huracán de envidia lo había hecho desaparecer.
No volvió Papá Noel al año siguiente. Ni al otro… ni al otro. Desde entonces, no más que regalos de ocasión junto al artificio de un abeto de plástico.
Está roto el Scalextric, aunque bastante entero. Sólo faltan dos autitos y algunos tramos de la pista. Voy a ver si lo reparo para que lo usen los chicos.
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Que crueldad la del hermano! Y mantener el secreto por todo aquel tiempo. Me gusto tu relato. Cariños, Zoe.
¡Muchas gracias Zoe! La envidia puede ser terrible ¿no te parece?
Uff, me ha costado leer hasta tres veces el relato, qué torpe soy. La envidia entre hermanos, príncipes destronados. Y no pide perdón con la edad. venga, que tengas suerte.
¿Tan enrevesada salió la narración? A veces así se presentan los recuerdos, mezclados con el presente, confusos. Muchas gracias por tu comentario.
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Fernando, me ha gustado el tema y la manera de narrar la historia, desde el presente. Suerte y Felices Fiestas.
Muchas gracias, Nicoleta.
Muy buen relato, aunque con un inicio algo desorientador, con ese principio en tercera persona, que luego cambia. Supongo que con la intención de dibujarnos dos niños angelicales y de ese modo despistarnos sobre la verdadera naturaleza de al menos, uno de ellos. No digo que el efecto no esté conseguido, que lo está, pero sí que es cierto que luego cuesta algo (no mucho ¿eh?) ubicarse. De todos modos, me encanta esa mala leche que destila tu personaje. Con ese sarcasmo afilado que nos permite imaginar una infancia llena de envidias y rencores ocultos. Gran relato.
J. Ariza. Desde Córdoba, escondiendo mi Scalextric
Entiendo la confusión del principio. Sucede que el primer párrafo (hasta «son un amor») lo escribí como si fuera un epígrafe. Con letra más pequeña y en cursiva. Al parecer este blog no permite esas variaciones y entonces sale todo igual. Me alegro por tu comentario y sí, guardá bien tu Scalextric.