Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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EL JURADO SE DESPIDE

Nacho Rubio fue uno de nuestros dos ganadores de la primera convocatoria, y por eso probamos a invitarle para que nos ayudara como jurado. Ha sido un excelente y responsable compañero, preocupándose en todo momento de ir cumpliendo un protocolo que favoreciese un concurso más justo para todos los que participan… aunque eso de la justicia no sea suficiente para colmar su ánimo… ni el nuestro. 
Nos ha dejado estas líneas de despedida… Muchas gracias, Nacho.
Ha sido un honor altísimo poder ejercer de jurado para este concurso que, para gran alegría, ha seguido consolidándose durante su segunda edición.
Es una experiencia que recomiendo enormemente a todos los aficionados a escribir y a enviar sus textos a diferentes premios literarios, porque nos hace ver, desde otra perspectiva, la dificultad que entraña seleccionar solo unos pocos de entre tantos relatos llenos de calidad.
Ser jurado es una labor en parte dolorosa, puesto que uno es consciente de las esperanzas e ilusiones que depositan en sus escritos los participantes y,
si algo es inevitable, es el «decepcionar» a unos cuantos. Pese a todo, la tarea me ha resultado muy instructiva y grata, me ha encantado dialogar y consensuar opiniones con los otros miembros, y animo a otras personas a vivir esta oportunidad en las siguientes convocatorias.
Y ahora: ¡A SEGUIR ESCRIBIENDO!
Nacho Rubio Arese.

3 Responses

  1. Gracias por tu implicación, que supongo es ciertamente complicada, pero que estoy segura has realizado con total ecuanimidad y dedicación. Por la parte que me toca te doy doblemente las gracias y espero poder seguir leyéndote.
    Ganar es muy agradable, pero seguir escribiendo y conseguir que te lean es lo importante.
    Suerte.

  2. Anonymous

    En un invernadero de flores, todas ellas a sí mismas se veían las más hermosas. Cada vez que entraba un comprador, todas intentaban resaltar. Las elegidas estaban desbordantes de alegría; las que no, miraban con un poco de tristeza y su belleza se apagaba. y así hasta el día siguiente.
    El dueño del invernadero que acababa de perder a su amada, a partir de ese día, confeccionaba un ramo con cada una de las flores de su invernadero. le puso un nombre a su ramo y lo patentó: «Todas las flores de mi invernadero».
    La alegría de las flores y de su dueño, trajo prosperidad a todo el pueblo, a toda la región, a aquella nación maltrecha por la mala economía de los últimos tiempos.

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