Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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El microrrelato (IV)

dino 23Ya comentamos que con la llegada del siglo XX todo cambia. Han caído imperios, reinos, utopías. Hemos pasado por el fascismo, el nazismo, el estalinismo, la descolonización, el mestizaje. Se ha inventado la radio y la televisión. Y sobre todo internet, que nos permite estar a la vez en distintos espacios sin permanecer en ninguno. Todo es ahora inmediatez, a la vez que incertidumbre. De ahí surge el microrrelato, como una mirada fugaz al mundo: un mundo que se desliza.

El siglo XX es un siglo sin tiempo. Después de la Segunda Guerra Mundial, buena parte de la vieja Europa ha quedado en ruinas. El pensamiento filosófico, las creencias tanto políticas como religiosas, caen en el turbio abismo del escepticismo. Es el momento de romper con los conceptos, con los géneros, de crear algo diferente que reúna un poco de todos pero que, como la época misma, sea efímero, sin un intenso deseo de permanencia. Por eso, en París, Cortázar escribe sobre Cronopios y Famas mientras en Buenos Aires, Borges investiga como un hacedor y en Roma, Italo Calvino explora nuevas vías políticas, sociales y literarias.

En realidad, el microrrelato no es más que una sugerencia. No busca ser una teoría de la verdad. En el microrrelato muchas veces lo que se cuenta no importa tanto como lo que se intuye, como lo que se omite. Es en buena parte imaginación, y no solo del autor, sino también del lector. Una facultad mental que se consideró que podía llegar a tomar el poder. Pero hay otro factor inherente al microrrelato cuya aportación es innegable a la vez que se encuentra encastado en su propia esencia: la inmediatez. Así, la realidad necesita acomodarse en una estructura narrativa que no sea la de la novela decimonónica. Necesita una forma veloz en sí misma, capaz de captar lo efímero. El microrrelato es, en muchas ocasiones, un brochazo, una colección de instantes que van tomando sentido cuando son observados desde lejos.

Por eso, el siglo XX es sobre todo el siglo de las imágenes, del cine, del video-clip, del spot publicitario. Y un microrrelato es como la escena de una película. En sí mismo no tiene un sentido completo, es decir, no es una película, pero si bien en una escena deben estar condensados todos los puntos clave de la trama, un microrrelato debe contener nuestra visión de la vida. Y no disponemos de mucho tiempo para desarrollarla. Su propio nombre ya nos avisa de que el espacio donde vamos a plasmar ese punto de vista tan personal es limitado. Por eso el escritor debe tener muy claro que este es su género. Y no por comodidad ni por prisa, sino por talento: porque en él se siente a gusto. Cada uno tiene su manera de contar historias y necesita para ello su tiempo. Hay quien es capaz de realizar una pequeña obra de arte en pocas frases mientras otros se sienten más cómodos con un relato más extenso.

Quizá, mejor que por el tamaño, resulte más apropiado clasificar al microrrelato por unidad de acción. Con menos de tres palabras resultaría difícil recrear una historia, con más de trescientas se consideraría ya un relato breve.

 

33 Responses

  1. Daniel Irazu

    Son nada más que unos apuntes mientras se cuecen los langostinos…
    La componente del tiempo, es cierta. Recibimos al día mil estímulos que necesitamos cribar, aunque sólo sea por la supervivencia de nuestras neuronas. Antes no era así. No hay sosiego en la lectura, los autores buscas textos breves y sencillos,- digo en general y luego lo explico-. El micro se adapta al tiempo y al espacio, pero, si bien rellena un pequeño trozo de una hoja de periódico o de blog, el texto puede alcanzar tanta enjundia que para su comprensión precise una o varias relecturas. Y por este camino contradice la supuesta brevedad que busca el formato.
    Las novelas, las películas, lo que yo veo es que cada ves más piden la colaboración del lector, del espectador. Es como si nuestro bagaje cultural se hubiera desarrollado a una velocidad moderna. Por ello, los capítulos, las escenas,buscan ser escuetas, dan pinceladas y eluden desarrollos, digamos, barrocos.
    Los langostinos, el agua de los bichos bulle. Ya contentaré más meditado que me interesa el tema.

    1. Creo sinceramente, Daniel, que hay sitio para sendos formatos. Me gusta compararlo, por la similitud, con la cocina o la pintura. O el sexo. Donde esté un buen plato de cocido, un fresco renacentista, o un erizarse toda la piel, no nos vamos a poner a comparar.
      Cada cosa tiene su aquel.
      Me he perdido. Aaaa dormir.

  2. Salvador Esteve

    Susana, tenemos tanta información en nuestra vorágine diaria que queremos inmediatez en las respuestas, que te hagan pensar pero con las premisas justas. En mi caso particular, el relato más largo que he escrito tiene mil palabras, y ya empezaba a tener vértigo. Me sentía a gusto corriendo los cien metros, pero aborrecía las carreras de fondo. Por eso creo que me gusta escribir microrrelatos, por mi carácter. Reitero mi felicitación por el blog. Un abrazo.

    1. Me pasa igual, Salvador. Escribo muy a gusto con pocas palabras. Pero luego repasar y revisar y corregir me lleva mucho tiempo. Con textos de 1000 palabras, eso se me hace muy cuesta arriba. No soy perezosa, pero me fatigo.

  3. Yo creo que, efectivamente, el microrrelato es el resultado de una evolución, pareja a la sociedad, al progreso y a los tiempos que vivimos. A mi me costó bastante esfuerzo desenvolverme en él, pues siempre he sido de frases largas, explicaciones minuciosas y descripciones detalladas, pero lo consideré un ejercicio necesario, pues había descubierto que mucha gente sentía pereza o se inclinaba por la lectura diagonal d emis textos. He aprendido, creo, algo valioso, incluso en el caso de querer volver a mi tendencia natural, creo que seré capaz de no perder hilos ni irme por cerros lejanos. Por lo demás, pienso que es un formato adecuado al que quiere contar algo al estilo ‘moderno’, como lo es mandar un whatsapp en vez de escribir una carta. La gente cree que carece d etiempo, que no tiene suficientes horas para hacer todo lo que se puede hacer hoy en día y por eso triunfan las ‘píldoras’ de sensaciones, que se tragan en un pis pas y se van saboreando o sintiendo sus efectos mientras te dedicas a otra cosa. Creo, también, que es un modo de globalizar la literatura: la gente, sobre todo los jóvenes, prefieren ver la peli a leer el libro, es más cómodo, prefieren usar su tiempo en ver videos de youtube que les cuenten una historia sin apenas esfuerzo que leer un libro: los microrrelatos pueden ‘alcanzarles’ antes casi de que se den cuenta de que han leido una historia completa, sin apenas haberse dado cuenta. Y según voy escribiendo todo esto que casi no veo (¡Jams!!!) se me ocurre que, efectivamente, habría que preguntarse si existen tantos lectores de microrrelatos o la mayoría de ellos también son escritores de los mismos. ¿Tiene el microrrelato un público diana tipo? Unas reflexiones con los ojos cuasi cerrados, porque tu esfuerzo merece mi consideración y tu petición una respuesta. Si solo te parecen tontadas, puedes ignorar mi comentario. Un abrazo.

    1. Eva. Arranco desde la última línea de tu comentario para «enfadarme». No ignoro ningún comentario ni me parecen tontadas lo que dices. Nadie tiene toda la razón ni poderosísimos argumentos para llevar adelante sus causas. Por aquí cabe casi todo (obviaremos lo obviamente vulgar) y me agrada mucho que te hayas acercado aquí un rato a exponer las tuyas.
      De verdad que muchas gracias.

      1. Ainsss Susana, no te «enfades». lo que quería decir es que entre el colorín de letra este, la hora a la que escribí el comentario y el sueño que tenía, me pareció que no sabía ya ni lo que estaba diciendo ni si era coherente, solo eso. De verdad que de nada.

  4. Reve Llyn

    Después de tu exposición se hace difícil añadir algo que sume , pero, ¿sabes que te digo?: que es un producto literario más que disfruto, como la poesía, la novela, los aforismos, que todo ,todo, TODO, lo que sepa a literatura me sabes a poco.
    Y a veces nos gusta comer el menú completo y otras algún pincho, ¿o no?.

  5. Nieves Martínez Menaya

    Yo, Susana, más que papel y tijera, papel y lápiz en este online que nos regalas. 🙂
    un abrazo: Nieves

  6. Daniel Irazu

    Preguntaron a alguien qué opinaba sobre una cuestión. Contestó que aún no había escrito sobre ese asunto y por tanto carecía de opinión formada.
    La escritura es una herramienta del pensamiento. Sirve para desarrollar intuiciones, conectar ideas dispersas, sacar de nuestra mente imágenes, símbolos, suposiciones, y plasmarlas en un papel para actuar con ellas con un cierto orden. Es la fase conocimiento interior y de desarrollo de nuestras potencialidades. Es la fase que se ha llamado terapéutica.
    La escritura se puede transformar en arte. Es la fase literaria. En este estadio, nuestros pensamientos desarrollados en un papel se presentan bajo una forma elaborada con fines de ser compartidos por otras personas. Aparece la figura del lector. La literatura no es ya sólo una creación personal sino un vínculo con el exterior.
    Según el grado de elaboración y la mayor o menor cantidad de ideas cohesionadas en un escrito, según nuestro sentir artístico, según nuestra forma de expresión favorita, elegimos distintos formatos para comunicar nuestras ideas. En general, la prosa y la poesía; luego sus mezclas y desarrollos: la épica, la lírica, el ensayo, la novela, la canción, el cuento, el micro, el aforismo, el chiste…
    Todas estas maneras de comunicarnos son válidas bajo una única premisa: la necesidad de su trasmisibilidad. Si no comunicamos con un escrito, regresamos a la fase primera de la escritura, la del autoconocimiento.
    Luego sigo. Voy a comprar un pez.

  7. Daniel Irazu

    Dos cabras de generosa ración y unos bocartes.
    Cada formato literario tiene características propias. El ensayo, para mi, es el más fácil de utilizar aunque también el más laborioso. Lo pongo de ejemplo por los límites que exige a la imaginación. Necesita coherencia interna, conocimientos eruditos, y una dosis mínima de originalidad para no convertirse en la repetición de algo ya escrito. La novela, el cuento, el micro, los coloco en la misma cesta. Generalizo mucho, pero ésto no es un ensayo. Los tres últimos formatos, van de más a menos, admitiendo restricciones. La novela es más libre que el micro. No sólo porque su extensión tolera intensidades expresivas variadas, también porque el concepto del que parte el autor le permite desvíos en la acción y un desarrollo de los personajes. En el micro, el otro extremo, simplemente no hay espacio.
    Se dijo en el blog que el micro gusta de una acción única. Discrepo; pienso que requiere una acción o unas acciones que sean coherentes. Un instante que puede ser particular pero también que puede ser una referencia a un trascurso narrativo más amplio.
    Ocurre que el micro oculta carencias del escritor y, sin embargo, también es el escaparate mejor para los buenos escritores. Procuraré que lo inmediato anterior no resulte contradictorio. Requiero la ayuda de un personaje, el lector:
    Siempre interpretamos los escritos ajenos con nuestros propios conocimientos; a veces, vamos más allá y reinterpretamos al autor. Para mí cada lectura particular es válida, yo escribo para transmitir, y en muchas ocasiones descubro facetas en mis textos que existen objetivamente, aunque en el proceso creativo yo no las haya tenido en cuenta. Ahora bien, las lecturas se acomodan a los sentimientos y los saberes del lector. Dos cuentos, de equivalente valía formal, gustan más o menos a dos lectores, de equivalente procedencia cultural, de maneras distintas, en función de la simpatía sentimental que les despierten. Ahora bien, un absurdo literario no gana valor porque alguien descubra lo que no pone. La excesiva amabilidad de algunos comentaristas crea ridículos críticos.
    Otra cosa, según una idea que he leído de Eva, y que conocí en el tratado que una chilena escribió sobre el micro para tu tesis doctoral: Un libro, un escritor, varios lectores: la mentalidad del autor no se entiende con un único escrito entre las dos tapas de una encuadernación. Un aforismo de Montaigne es sólo una frase afortunada si no va acompañada de los aforismos anteriores y posteriores. Un micro puede que se nos que quede en la memoria, pero es el relampagueo de una luz en el firmamento, no es sistema, no es constelación, no es referencia unívoca, salvo que entendamos de Astronomía o se trate de la estrella Polar. Hay muchos y muy buenos libros de cuentos, el que nosotros hacemos está constituido por micros de muchos escritores…
    Los bocartes exigen preparación, ajo, sal, vinagre, aceite; las cabras, horno y mayonesa. Luego sigo, si veo que os interesa lo que digo, o me replicáis y hay juego para la polémica.

    1. Daniel Irazu

      ¡Vamos no me jodas, tío! Es lo que decía, para interpretar bien el ambiente cultural entre lector y autor debe ser homogéneo. El autor debe explicarse con palabras que conozca el lector.
      Una cabra, se llama aquí a una especie parecida al cabracho. De menos cabeza y precio, y con casi las mismas espinas. Una delicia: si es pequeña frita, si es mayor al horno. Con mayonesa, un manjar.

      1. Para gustos los paladares. Mi sobrino le echa ketchup a tooodo, ya ves. Yo el pescado me gusta como más al horno y con ajo. Y el pescado que más me gusta: el machote.
        Oye Daniel, por favor, por supuesto que me interesa lo que nos cuentas. Este espacio, ya lo dije alguna vez, es de y para todos. Y me está pareciendo muy coherente todo lo que dices. Así que expláyate todo lo que te apetezca. Te lo agradezco mucho.

  8. Pego aquí para Fernando, que parece de fuera, lo que dejé donde Auro.

    Es un pez muy rico, creo que de la familia del besugo. Sin espinas, muy importante, solo el espinazo central que lo quitas muy fácilmente y te lo puedes comer sin miedo a morir con el esófago perforado. Lo metes al horno con un chorrito de aceite, sal y tutiplén de ajos.

    (Reconozco que todo esto se lo he visto a mi madre. Yo hago muy bien los espaguetis).

    1. aurora royo

      Espera, Susana, la última. Dedicada a Fernando. Tengo una gran amiga en mi pueblo, Alagón (Zaragoza) pa más señas que hace un ternasco al horno que LO FLIPAS. Lo hace todo bien, porque es una grandísima cocinera. Bueno, sigo, que estoy salivando… A lo que voy. Que mete el ternasco al horno con mucha patatita panadera, rica rica rica. Y lo sirve con una mayonesa con ajo que no se la salta un galgo, así que cabra no, pero ternasco… Ahí queda eso. Homenaje a mi amiga Pilar, que es como se llama.

  9. aurora royo

    Bueno, pues una vez finalizado el canal cocina, entramos en harina, juajajaja!!

    He leído con atención los cuatro textos referidos al microrrelato y me quedo con ganas de poder redactar un ensayo estilo Irazu, pero va a ser eso, que me quedo con las ganas.

    Me resulta un poquito farragoso entrar a dilucidar si el éxito del micro es consecuencia o no de la forma vertiginosa en la que nos movemos en estos días, puesto que si hacemos caso a estas teorías que nos trae Susana, lleva más de un siglo funcionando y funcionando bien. Como ha quedado demostrado, autores encumbrados del pasado han llegado a manejarlo con maestría, así que no tengo nada claro que se pueda encuadrar en un contexto de prisa e inmediatez resultante de las tendencias actuales. Más bien lo relacionaría yo, si se me permite, con una actitud impaciente y curiosa, más acorde con la naturaleza humana de hoy y de hace cien años.

    En cuanto al tema técnico, me queda mucho más claro. Aún tengo pendiente la asignatura de escribir un microrrelato, visto lo visto. Lo escrito por mí hasta ahora no se asemeja ni de lejos a uno. Meros intentos fallidos por alcanzar la excelencia técnica que, desde luego, si veo en otros autores de por aquí. Me consuela, y espero que me perdonéis, ver que no soy la única cuyas intentonas se quedan muy lejos de poder considerarse microrrelatos. No obstante, soy muy buena estudiante y gracias a espacios como este y a compañeros de viaje como vosotros, algún día me iré acercando.

    1. Sobre el microrrelato, Aurora, como ya has visto: hay multitud de teorías y opiniones. Lo que a mí por lo menos me queda claro es que narra una escena. Si esta escena es un suspiro o toda la vida del personaje, depende de la habilidad del escritor. Pero siempre comprimido en pocas palabras (el límite máximo puede rondar las trescientas) y que haya algo que no se perciba a primera vista.
      Y no te desanimes. Tu micro de «Cumbres borrascosas» se ajusta bastante a lo que te estoy contando.

  10. Daniel Irazu

    Después de la Revolución, del Directorio, del Consulado y de su coronación imperial; luego de cambiar la faz del mundo, en la última batalla antes de la traición de Fouché, cuando los prusianos destrozaban el ala izquierda del ejército francés, los ataques al Mont-Saint-Jean habían fracasado, y la vieja guardia formaba en dos cuadros para proteger a Napoleón…, los ingleses, con cañones contra los pechos de esos soldados, intimaron a la rendición. Dicen que Cambronne –no recuerdo si entonces era coronel o general- respondió: ¡Merde!, para evidenciar que no aceptaba que sus tropas fueran hechas prisioneras.
    * A todo esto sangre por doquier, gritos, lamentos, nubes de pólvora…, y Fabricio Dogo sin enterarse de algo.

    Titulo del cuento: Campos de gloria –por ejemplo-.

    Relato de menos de trescientas palabras: ¡Merde¡

    Pregunta, ¿Es un micro?

  11. Lineal y sin atrapar el interés. Daniel, no hay un filtro preestablecido sobre qué es un micro. Esto que presentas aquí parece más el paréntesis de una historia más larga. Y eso no es un micro.
    Y no nos liemos. Tú eres un escritor de más páginas (qué envidia sana, sopy incapaz) y esta una página de microrrelatos.

  12. Daniel Irazu

    Son inquietudes, no líos. Si hubieses sido contemporánea de aquella gente, ¿también lo verías sin interés?. Es mi tesis, que no hay filtro para saber lo que es un micro.

  13. Daniel, sin interés para el micro, no para el relato. ¿Ves cómo no llegamos a un punto común y no nos entendemos?
    Insisto. El microrrelato tiene unas características. Brumosas, eso sí. Poco a poco vamos viendo de qué va, yo la primera.

  14. Paloma Casado

    Después de vuestras sesudas aportaciones, poco tengo que decir. Dudo que los lectores de microrrelatos los prefieran a los textos largos por su inmediatez, por su brevedad o mejor dicho, por que requieran menos tiempo de lectura. Un buen microrrelato no es sencillo, requiere de la complicidad del lector y, a menudo, crea más interrogantes que certidumbres. Eso genera una especie de desasosiego que ahuyenta a quienes buscan una fácil lectura, un camino trillado. Es un híbrido entre el cuento y el poema. Una bebida fuerte que dura un momento en la boca pero un buen rato en el paladar.

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