Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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4. El rastro del tiempo (Jesús Garabato)

Arrastra la maleta que durante demasiados años fue su leal compañera de desvelos y fatigas. Comienza a subir la cuesta mientras va saludando, cabizbajo, a quienes no se molestan ni en corresponderle con un simple gesto. Fatigado, pronto se deja caer en un banco, invisible para el negro que, en el opuesto, a voces trata de vender sus baratijas. Tras abrir la maleta, saca, acariciándolo, uno de los mugrientos tomos de la trasnochada enciclopedia que otrora insufló algo de vida a su existencia, perdida en tantas noches solitarias sufridas en hostales deprimentes. ¿Quién lo iba a querer así, siempre trabajando y fuera de casa? Al pensar de nuevo en María, las torpes lágrimas que desdibujan su rostro no impiden que alcance a ver cómo el tiempo, lo único que recibió de aquellos muchachos que lo despidieron, se desvanece mansamente en su muñeca.
Aliviado, Ángel se va dejando atrás sus recuerdos, su soledad, su sufrimiento… Y, aunque tarde, también una mirada.

58 Responses

  1. Barceló Martínez

    A pesar de ser tan triste, tu relato es tan bonito. La figura del protagonista no podía ser más emblemática, el viajante de enciclopedias, el vendedor de conocimiento, que profesión tan ingrata a veces. Sé de lo que hablo, no en vano ejercí de viajante, en un sector muy distinto, pero durante bastantes años. Me encanta la forma en que cierras el relato. Un abrazo y muchísima suerte.

    1. Jesús Garabato Rodríguez

      Quise jugar con eso, al usar el vendedor las enciclopedias. Me daba que esa vida para algunos puede que no fuera vida, en ocasiones despreciado y en otras puede que él mismo abusando de la buena fe de los clientes. gracias por tu lectura y amable comentario, Ángel. Un saludo.

    1. Jesús Garabato Rodríguez

      No soy muy prolífico en esto de la literatura, así que, en algunas ocasiones toca algo gracioso y en otras, triste. Yo, al ser un tanto pesimista, prefiero lo dramático. Muchas gracias por leerme y comentar, Blanca. Saludos.

  2. Ángel Saiz Mora

    La dura vida del viajante que recorre kilómetros para tratar de ganarse la vida ofreciendo algo cada vez más difícil de vender: una enciclopedia. Un trabajo muy cansado, ingrato y hasta caprichoso, pues depende de la voluntad de las personas, cada vez más hastiadas por el exceso de oferta. Esa forma de vida laboriosa influye en su vida personal, que parece incompatible con su actividad. Al final, ésta es lo único que le queda, junto al rastro que en él ha dejado el tiempo
    Interesante propuesta y bien narrada, Jesús
    Un abrazo y suerte

    1. Jesús Garabato Rodríguez

      Muchas gracias, Ángel, tus palabras amables y animosas siempre son el mejor alimento para los que tenemos la suerte de recibirlas. Si llegas a leer esto, decirte que aunque seguramente solo tengas que ver con el pobre personaje el hecho de pasar las noches en vela y que también puedas estar cansado, lo escribí «pensando» en ti, por todo lo que nos regalas en forma de palabras y cariño. Saludos.

      1. Ángel Saiz Mora

        Pues mira, si que lo he leído, Jesús, y es para mí un honor saber que la buena gente me recuerda y me tiene presente alguna vez, y más si cabe si he servido de alguna inspiración. El trabajo nocturno y continuo lleva una parte de sacrificio considerable, pero yo siempre trato de ver lo bueno, que también lo tiene. Mil gracias, Jesús. Saludos

  3. Martín Zurita

    Hola, Jesús, bien estimado.
    La crudeza de un oficio literariamente muy bien cumplimentada y ese pesar como un lastre de toneladas la maleta con las enciclopedias pasadas de moda. Y el paso del tiempo que también arruga lo suyo y cuartea los nexos familiares. Y la mortal indiferencia, que suele ser lo que más nos duele. El verse en fuera de juego tu protagonista. Y todo ese sacrificio sin recompensa o con una paga muy menguada. Y el tiempo recibido de esos muchachos, «que se desvanece mansamente en su muñeca», en la que siente la maleta, y que no va a poder devolverles ni a María como el quisiera. Me encanta que hayas elegido «Ángel» como nombre para tu personaje central, ya me imagino por quién y más que merecidamente. Como tú mereces mi aplauso. Y qué bien le das la vuelta a la tortilla con esa MIRADA final que lo dice todo en el otro sentido. Me ha gustado tu relato un montonazo. Y me ha traído a la memoria «Muerte de un viajante». En fin, que un abrazo tan grande como lo es tu laúd, metafóricamente hablando, y felices vacaciones donde quiera que os acerquéis los dos.

    1. Jesús Garabato Rodríguez

      Muchas gracias, Eduardo, siempre alegra recibir tus amables y elaborados comentarios. Y sí, el nombre del protagonista lo puse pensando en Ángel Saiz Mora. No sé si ha trabajado de vendedor alguna vez, pero si sé que las palabras que nos regala, como las tuyas, nos alegran y dan algo de «vida» a muchos de los que por aquí paramos. Además, el pobre también se pasa las noches en vela, aunque espero que no en hostales deprimentes ni en soledad. Gracias otra vez.

  4. Jesús, un relato precioso, con un personaje de otros tiempos, que llenaba sus zapatos con el polvo del camino y que tras años de renunciar a una vida familiar, regresa cansado y sin nadie que le espere.
    Lo has contado con mucha sensibilidad, utilizando metáforas preciosas.
    Te felicito.
    Besos.

    1. Jesús Garabato Rodríguez

      Ahora ya no tendría sentido un viajante de este tipo, pero sí recuerdo como si fuera ayer a unos vendedores de libros que «engañaban» a las señoras mayores haciéndole preguntas facilísimas y ofreciéndo regalos inútiles para luego intentar encasquetarles los dichosos libracos sin el más mínimo interés. Muchas gracias, Pilar, me alegran tus felicitaciones. Besos y saludos.

  5. Salvador Esteve

    Viajar para poder vivir. Vender cultura de las entrañables y, ya hoy, desterradas enciclopedias. Pero en el trayecto se ha olvidado del viaje más importante, vivir. Muy buen relato sobre la soledad y el tiempo que pasa inexorable, para no volver, aunque el futuro siempre sigue ahí. Abrazos, Jesús, y suerte.

  6. Jesús Garabato Rodríguez

    Yo no he sido vendedor, pero sí he tenido durante demasiados años un trabajo, también de «otro tiempo»,que me impidió «tener vida» fuera de él, al tener que estar siempre disponible, por si acaso. Conozco esas frustraciones y sufrimientos. Muchas gracias, Salvador, por tu lectura y palabras. Saludos y abrazos.

  7. Bonito relato Jesús, nostálgico de trabajos ya amortizados. Hace poco me he desprendido de mis enciclopedias pudiéndolas mandar con una ONG a países más necesitados, yo hacía años que ya no las consultaba.
    Un abrazo y suerte.

    1. Jesús Garabato Rodríguez

      Agradezco mucho tu lectura y palabras, Epi. Yo también quise «librarme» de alguna enciclopedia donándola a la biblioteca y ya no las quieren, pero me da que, como tú dices, a alguna gente con menos comodidades y caprichos cumplidos podrían venirles muy bien. Un saludo.

  8. J. Ignacio

    Hola. Es curioso que las palabras sean capaces de describir bellamente situaciones totalmente opuestas, en este caso una nostalgia de lo que quizá un día debió ser pero nunca fue ni será, un viaje que dura toda una vida para no llevar realmente a ninguna parte.

    Me gustaría resaltar una frase, con tu permiso, porque en ella lo dices realmente todo:

    ‘el tiempo se desvanece mansamente en su muñeca’

    1 abrazo y suerte.

    1. Jesús Garabato Rodríguez

      Muchas gracias. J. Igancio, por tu lectura y dejarme tu amable comentario. Estoy muy de acuerdo con lo que dices sobre el poder de las palabras. Un saludo.

  9. María José Viz Blanco

    Me asombra de ti, querido Jesús, esa ternura que eres capaz de arrancar a tus personajes y, al mismo tiempo, a los lectores que admiramos tus textos. Me gusta (por fijarme en un único detalle) el cariño con el que el viajante acaricia uno de los tomos de la enciclopedia, ya vieja y cansada como su vendedor, de dar tumbos por la vida.
    ¡Magnífico, Jesús!
    Besos.

    1. Jesús Garabato Rodríguez

      Muchas gracias, María José. Tu comentario viniendo de una persona que ¿a pesar? de trabajar diaramente entre libros, aun goza tocándolos, oliéndolos y sintiendo todo lo que ofrecen con ese contacto es de agradecer. Besos.

  10. Nuria Rubio

    Tu relato me ha pellizcado suave, delicadamente el corazón…
    Un afectuoso saludo y mucha suerte con tan hermosa propuesta, Jesús.

  11. Jesús Garabato Rodríguez

    Muchas gracias por pasarte por aquí, Juan, y regalarme tu lectura y tus palabras. De Don Wenceslao me temo que solo he leído Volvoreta, de adolescente, o por ahí. Habrá que conseguir esos cuentos que amablemente nos citas, tienen muy buena pinta. Un saludo.

  12. Hola, Jesús.
    Una historia muy triste, la de tu vendedor de enciclopedias, el hombre viajero que por su trabajo desatiende, quizá, a su familia. Pero, a la vez, muestra la ternura de ese mismo personaje acariciando su enciclopedia.
    Me gusta mucho la frase con la que cierras el micro: » Y, aunque tarde, también una mirada».
    Te deseo suertísima y te mando unos abrazos enormes.

  13. María José

    Jesús, un relato triste, pero lleno de humanidad. Ya se ha perdido la figura del vendedor que llamaba al timbre y pretendía colocarte el producto. Ahora te asan a llamadas telefónicas. En el futuro no sabemos si un dron golpeará nuestra ventana, mientras vemos tv. Me ha gustado mucho. Suerte! Un abrazo!

  14. Es un relato triste, de añoranza, pero muy bien contado. Para mí, los vendedores de enciclopedia debían de ser los mejores vendedores del mundo, no cargaban un producto fácil de vender. Buen relato, suerte.
    Saludos.

  15. Jesús Garabato Rodríguez

    Lástima que las enciclopedias se hayan quedado obsoletas, después de toda la información y sabiduría que llevaron a los hogares de quienes, en otras épocas, han tenido las suerte de disfrutar de alguna. Ahora, aunque las conservemos, nos es más cómodo y ¿fiable? consultar al señor Google. En fin, los tiempos cambian. Muchas gracias por comentar, Beto. Un saludo.

  16. Enrique

    Siempre he pensado que este trabajo debe ser de los más ingratos que existen. Imagino cuántas veces no le habrán abierto la puerta tras ver por la mirilla quién era o, peor, las que se la habrán cerrado en sus narices. Creo que no le hace justicia al excelente producto que vende el modo en que se ve obligado a hacerlo. Por lo demás, creo que has compuesto un relato rebosante de ternura, sensibilidad y buen hacer, con el que logras que no encariñemos con el personaje.
    Enhorabuena y suerte, Jesús.
    Un abrazo.

  17. Me has recordado precisamente al que me vendió una enciclopedia. Después cnocí a muchos viajantes y la verdad es que has sabido identificarte con ellos. Suerte.
    Besicos muchos.

  18. Aunque ya te han dicho mucho sobre tu texto, Jesús, y, quizás, no vaya a aportarte nada nuevo, sí quiero decirte que tus letras tienen la sencillez de lo cotidiano, de la vida diaria, que, como un pintor, retratas en tu texto. Ese claroscuro de las profesiones no siempre bien vistas, y el esfuerzo de tu protagonista por salir adelante.

    Placer leerte siempre. Un abrazo.

    1. Jesús Garabato Rodríguez

      Siempre se agradece que haya gente dispuesta a leerte y a la que no le importe molestarse en dejar unas palabras amables. Muchas gracias, Manoli. Saludos.

  19. Triste y poético. Un relato para releer y disfrutar de tus textos, de tu historia (tremendamente poética y bella en la forma).
    Me ha gustado ese resumen que nos presentas de una vida derrotada. Tu delicadeza a la hora de contar, de narrar, de inventar esta historia.

    Un abrazo para ti, Jesús.

  20. Jesús Garabato Rodríguez

    Muchas gracias por leer y comentar, Edita. Sí, esa era mi idea. Que quedara un duda sobre si el protagonista se muere o se va intentando buscar una nueva vida sin el peso del sufrimiento. Saludos.

  21. El viajante, aquél personaje que interrumpía en nuestras vidas grises y repetitivas. Nos mostraba sus productos y con envidia admirábamos su saber, su errante vida conociendo mundo, su forma de hablar. Si había suerte y dineros nuestros padres accedían al producto. Con qué pasión leíamos aquellas enciclopedias. La vida del viajante que nos presentas es tan triste como otras muchas, la lucha diaria. De lo que cuentas lo que más pena me da ese “lo único que recibió de los muchachos que lo despidieron”. El fin del viajante es el fin de casi todos los hombres y mujeres de nuestra generación, abandonados por todos. Quizás no educamos a nuestros hijos con las enciclopedias adecuadas pues son ellos los que están dejando en la cuneta a nuestros ancianos. En fin, que me lío. Ya sabes Jesús que esto de leer y opinar sobre lo escrito es el fin de la literatura. Suerte.

  22. Jesús Garabato Rodríguez

    Jopé, Javier. Pues sí que te has explayado hablando de las miserias y tristezas de tantos, por desgracia. Agradezco mucho tu lectura y que te molestes en comentar. Saludos.

  23. María Posadillo

    Una historia intensa que habla de soledad, de tristeza, de nostalgias…emociones que al final quedan prendidas de una mirada. Es dificil expresar cuántas cosas se sostienen en los recuerdos; tú lo has narrado con mucha sensibilidad.

  24. Tu relato nos trae un cansancio dulce, un mundo que se queda antiguo tras unas cortinas de terciopelo gastado, acompañado por la suave música de tus palabras. También nos dejas un rastro de tristeza: «invisible», «¿Quién lo iba a querer así,»»el tiempo se desvanece mansamente en su muñeca» (¿por el reloj?)
    Bonito detalle el de la tardía mirada final.
    Bonito relato.
    Besos.
    Carme.

  25. Precioso relato, Jesús. Una escena muy bien dibujada que toca muchos palos con aparente sencillez: el paso del tiempo, el destino de aquellas labores que van quedando en el olvido, la marginación de los años, el conflicto entre el trabajo y las relaciones sentimentales…, por cierto, me encanta esa mirada final. Enhorabuena y suerte.

  26. Jesús Garabato Rodríguez

    Muchas gracias, Antonio Diego, por pasarte por aquí y dejarme tu comentario. Me alegra leer tus palabras. Saludos.

  27. Antonio Javier Álvarez

    Tu relato, Jesús, me recuerda a las películas en blanco y negro de los años cincuenta y sesenta, con esos personajes del antiguo Berlanga, peculiares y, a la vez, tan domésticos y familiares. También me trajo la consulta infantil, cuando no había Internet ni ordenadores, de los libros de la enciclopedia que mi padre nos compraba y en las que aprendí un montón de cosas por diversión. Me encanta el tono de tristeza, de derrota, y ese final que lo dice todo. Enhorabuena. Un abrazo.

    1. Jesús Garabato Rodríguez

      Muchas gracias por pasarte por aquí, Antonio Javier. Me alegran tu lectura y tus palabras amables. Saludos.

  28. Marta Trutxuelo

    Jesús… nos has dibujado con cuatro pinceladas a través de otras tantas acciones, sutilmente, a un «Ángel» caído… tiene mucho de entrañable, emana mucha tristeza y consigues que empaticemos con él enseguida.
    Un gran texto, emotivo y lírico.
    Me ha gustado mucho.

    Te deseo mucha suerte, Jesús!
    Un abrazo
    Marta

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