Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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68. El último vuelo

El viejo, pitillo en mano, y con su gorra de capitán calada hasta los ojos, apenas presta atención al chiquillo. Con su otra mano, improvisa un nudo endeble en la muñeca del niño, mientras expulsa el humo del cigarro.

Cuando el nudo se deshace, el globo se eleva con ansia y urgencia. El viejo observa su ascenso fulgurante, entorna la mirada y persigue su vuelo hasta que no es más que un punto de sangre en el firmamento. Lo imagina meciéndose sobre otros cielos, mientras divisa puertos desde las alturas. Mil puertos. Esos que se visitan antes de llegar al mil uno. Puertos en los que huele a salitre, gasoil y desesperanza. En los que siempre hay mujeres de cuerpos ajados que se disfrazan de nuevos para un viejo marinero. El globo continuará su camino. Vislumbrará sobre las aguas coronas de espuma, argentinas como el pubis de sirenas ancianas. Finalmente descenderá con el sol, en el crepúsculo, para hundirse en las gélidas aguas de cualquier mar.

El niño rompe a llorar y tira de la manga del abuelo, sacándolo de su ensoñación.

El anciano tira el cigarro y pisa la colilla, mientras piensa que quisiera ser globo. Ser niño. Ser.

22 Responses

  1. Nuria Rubio

    Hola, Arantza. No sé si es que estoy especialmente sensible o es que tú escribes especialmente bien… o las dos cosas. Me ha emocionado tu relato.
    La ensoñación del anciano -enmarcada por el humo de ese cigarrillo- es magnífica, desde la elevación inicial del globo hasta el hundimiento. Una ensoñación que yo interpreto principalmente como el anhelo de ser (de continuar existiendo) del anciano, que se sabe en el ocaso de su vida. Una lectura secundaria apuntaría al deseo de ser lo que quiso ser y no pudo… Válido para las dos opciones, vuela ese extraordinario final: «(…) quisiera ser globo. Ser niño. Ser».

    Mi más sincera felicitación por este relatazo.
    Un afectuosísimo abrazo y mucha, muchísima suerte.

  2. Arantza, me has hecho vivir un sueño, un recuerdo, una ilusión, una vida… Un relato para releer y volver a disfrutar. A mí, como lectora, me ha llagado muy muy dentro. Me ha encantado lo que me has hecho sentir.

    Un abrazo grande. Felices vacaciones.

  3. Ay ese punto de sangre en el filamento! Y esos puertos cuyo olor nos has hecho llegar! Y esas sirenas y sus pubis!
    Una cuenta más para el collar de tus éxito.
    Beso admirado.

  4. Calamanda

    Arantza, la vejez y sus circunstancias. Es envidiable ver disfrutar a los jovenes y SER haciendo lo que sea. Ocurre tal como lo cuentas. Bien contado. Suerte y saludos

  5. Paloma Casado

    Qué maravilla de cuento. No solo el tema, sino la manera de contarlo tan poética y tan triste.
    Qué buena eres, jodía.

  6. Jesús Garabato Rodríguez

    Caray, Arantza. Poco puedo decir, aparte de que sabes como depositarnos con suavidad en el centro de una historia sensible, a la vez que reconocible, y perfectamente escrita. Además, su lectura nos da motivos para reflexionar sobre el peso y el paso de los años, las oportunidades perdidas, los anhelos e ilusiones que pueden darnos nueva vida, las obligaciones familiares… Enhorabuena y suerte. Saludos.

  7. Cada palabra cuidada y precisa en su sitio. Y luego el resultado es muy bello y con un mensaje sentido. ¿Que más se le puede pedir a un relato?
    Un saludo, Arantza. Y feliz verano.

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