Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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23. En cautividad (Nuria Rubio González)

Desde la distancia, Lana contempló al nuevo inquilino. Pese a estar privado de alimento por olvido del dueño, el pececillo parecía feliz, desplazándose dentro de aquella redonda y pequeña cárcel de agua. Abandonó el sofá y anduvo unos pasos. Podía masticar la angustia. Deseosa de descubrir el secreto de tan envidiable dicha, clavó los ojos en Walter con mayor intensidad e imprudente cercanía, provocando, de forma involuntaria, la agonía del indefenso ser sobre un acuoso lecho cristalino. De pronto, percibió ese familiar ruido que anunciaba la inminente presencia de Peter en casa. Corrió hacia la puerta y se arrojó amorosamente en sus brazos. Él reaccionó con desconcierto y fría indiferencia. Lana, nerviosa, comenzó a dar vueltas por aquel reducido espacio en el que permanecía presa gran parte del día. Exhausta, se desplomó sobre su propia orina, con la correa de paseo apretada entre los dientes y el vacío comedero rozándole el hocico. En sus dilatadas pupilas, nadaban vivaces pececillos, en limitado pero jubiloso viaje circular. Lejanamente, con la mirada perdida, el anciano Peter deambulaba por los ensombrecidos senderos de su memoria, intentando recordar la identidad de los dos extraños que yacían en el suelo.

38 Responses

  1. Barceló Martínez

    Hola Nuria. Por unos momentos he podido masticar yo mismo esa angustia. Nos has hecho un viaje escalofriante por el país del olvido y la desmemoria, un destino al que nunca querría yo arribar. Será difícil olvidar este relato tan bien narrado. Suerte. Un cálido saludo. ¡FÉLIZ VERANO!

    1. Nuria Rubio

      Hola, Ángel. Muchas gracias por tu lectura y por tus palabras.
      Probablemente, ese que tú con acierto llamas «el país del olvido y la desmemoria» sea el más indeseable de los destinos. Pero no podemos obviar su existencia; me temo que, por desgracia, son muchos sus habitantes…
      Te envío un abrazo con mis mejores deseos de felicidad para este verano y para siempre.

  2. Ángel Saiz Mora

    Dos mascotas dependientes de su dueño, quien no es capaz de reconocerlas, inmerso en un viaje sin retorno que arrastra a esos animales que le acompañan, seguro que antes queridos y que nada comprenden, aunque sufren las consecuencias. Tres personajes en cautividad: hombre, perro y pez, sin posibilidad de escapar de ese trayecto a ninguna parte que comparten.
    Un relato con otro personaje añadido, uno de los deterioros más crueles: la pérdida de memoria, con esa degradación bien descrita desde varios puntos de vista.
    Un abrazo y suerte, Nuria

    1. Nuria Rubio

      Muchas gracias por glosar mi relato con un análisis tan acertado, Ángel.
      Me encanta que hayas elevado a la categoría de personaje «la pérdida de memoria», ya que encarna una de las más dramáticas situaciones de cautiverio: vivir atrapado en la nada, en el vacío, en la ausencia de recuerdos…
      Recibe un abrazo de inolvidable agradecimiento.

    1. Nuria Rubio

      La soledad, particularmente en determinadas situaciones, puede llegar a ser nefasta. Difícil vivir/sobrevivir cuando eres un hombre al que han abandonado los recuerdos… Imposible vivir/sobrevivir cuando eres un animalito desamparado…
      Gracias por acompañarme con tu lectura y tu comentario, Calamanda.
      Un abrazo.

  3. Jesús Garabato Rodríguez

    Qué peor y más cruel cárcel que la de no saber ni quienes somos ni quienes hemos sido. Me sumo a todos los parabienes que tu texto ha recibido hasta ahora. Enhorabuena, Nuria. Saludos y suerte.

    1. Nuria Rubio

      Me alegra contar con tu presencia aquí, Jesús. Todo mi agradecimiento por valorar de forma positiva el relato y por dejar testimonio de ello con amabilidad y generosidad.
      En efecto, el desconocimiento de uno mismo al que avoca la pérdida de memoria es, sin duda, uno de los peores y más crueles estados en los que puede languidecer un ser humano.
      Recibe un abrazo con mi incipiente pero sincero afecto.

  4. Hola Nuria. Muy buena tu aportación. Me gusta todo. La originalidad del planteamiento. La narración concisa, precisa, estudiada y de gran nivel. Y lo que más me gusta es la atmósfera y lo bien que recreas ese mini universo. Excelente. Gracias por escribirlo y compartirlo.

    1. Nuria Rubio

      Hola, Arantza. Con la lágrima de tu «Cíclope» aún clavada en el corazón, recibo con los brazos abiertos el súper-regalazo de tan halagador comentario.
      El agradecimiento me corresponde a mí. Gracias a ti por viajar hasta las entrañas de este «mini universo» (me encanta que lo denomines así), por reparar en el fondo y en la forma del relato.
      Un afectuoso abrazo.

  5. María José

    Hola, Nuria. Llevo ya varios intentos de comentarte; cada vez que me pongo a hacerlo, me surge algo y me tengo que levantar de la silla, ja, ja, ja…. De esta no pasa. Decirte que, historia en la que salgan animales, historia que me tiene rendida a sus pies… Me ha gustado mucho. Tierna, quizás algo triste, pero preciosa. Un besito y mucha suerte.

  6. Nuria Rubio

    Celebro que el relato te haya gustado, María José. Y también celebro que hayas encontrado, por fin, el momento para decírmelo 😉
    Es cierto que el relato es triste… Pero es que una historia de esta naturaleza únicamente se puede contar desde la tristeza.
    Gracias por leer y comentar.
    Un abrazo «alegre» (para compensar la tristeza del relato)

  7. Hola, Nuria.
    Un relato emotivo que te hace mirar hacia tus protagonistas con los ojos emocionados.
    En cautividad todos ellos: el anciano con su memoria, los perros y los peces.
    Enhorabuena, es delicioso.
    Besos y suerte.

  8. Nuria Rubio

    Gracias por esa mirada emocionada, Towanda.
    Lo que es realmente delicioso es contar con lectores como tú.
    Un afectuoso abrazo y un puñaíto de besos veraniegos.

  9. Martín Zurita

    Hola, Nuria.
    Texto macizo el que nos presentas. El título ya nos anuncia tragedia y el cuerpo la va poniendo de relieve, con maestría contenida, a medida que el conflicto se desenvuelve. La angustia se mastica como si fuera un chicle rancio. El tono y la atmósfera del relato están conseguidísimos, sirviéndote de animales, de un pez, que ya es un presagio: memoria de pez, de un perro, de una perrita, porque su fidelidad pone así más de relieve la soledad en que la prisión de la memoria descabalada, perdida, tiene cautivo al anciano, extraño en sus laberintos. La memoria es una de las tres potencias del alma. Y es muy duro perderla, porque arrojamos al mar nuestra identidad si no contamos con ella. El texto lo habitan imágenes muy bellas aun cuando duras y absolutamente pertinentes. La gradación de la tensión dramática lo es de menos a más: de un animal a otro y al anciano en un gran final. En fin, es, creo, un gran texto el tuyo, un relato grande, o mejor no me cabe duda, este viaje al centro de la desmemoria. Y muy bien escrito.
    Un beso refrescante e inmensas y felices vacaciones de verano.

  10. Nuria Rubio

    Hola, Eduardo. Afortunada de tenerte aquí.
    Muchas gracias por el completísimo análisis que haces de mi relato. No puedo ponerte ni un «pero»; diseccionas e interpretas el texto con minuciosidad y acierto. Y también con inmensa generosidad. Más que un comentario, has escrito un auténtico texto literario al hilo de mi relato (no tengo palabras para expresar mi agradecimiento).
    Cuando calificas mi trabajo de «gran texto» y «relato grande», inmediatamente me viene a la mente el tuyo (ya sabes que lo juzgo maravilloso).
    Como prácticamente acabo de llegar a ENTC, os voy conociendo poquito a poco… Te incluyo ya entre los «inolvidables» que he descubierto aquí (te recordaré siempre al ladito de Juan Pérez, que es todo un personaje; yo creo que, pese a ser diferentes, tenéis un puntito en común).
    Te envío un gran abrazo, deseándote unas felices vacaciones (extendiendo esa felicidad al resto del año por los siglos de los siglos…)

  11. Cada uno dentro de su propia pecera, si bien la del hombre no dejará de estrecharse día a día. Mucha miga tiene el micro, y no poco de pensar.
    Felicidades y suerte

    1. Nuria Rubio

      ¡Qué agradable sorpresa, Luisa! Soy nueva en ENTC y aún no te he leído aquí; sí he tenido el placer de leer maravillosos micros tuyos en otros lugares.
      Gracias por todas y cada una de las palabras que dejas al pie de este «relato-de-olvidos».
      Un abrazo agradecido

  12. J. Ignacio

    Hola. Conozco a alguien a quien tuvieron que desalojar de su casa porque la de al lado acababa de hundirse. En ese momento se dieron cuenta de que tenía alzhéimer. Alguien me contó que llegó a decir estas palabras:

    ‘pero si yo me voy, ¿quién dará de comer a los gatitos?’

    Qué pena que tu personaje haya olvidado hasta eso, ocuparse de los únicos amiguitos que le quedaban. Lo que también me recuerda otra historia, y también es triste, pero por eso mismo quizá sea mejor dejarla para otra ocasión.

    Que los hados te sean favorables

    1. Nuria Rubio

      Hola, J.Ignacio. Te agradezco la lectura del relato y el comentario.
      El alzheimer es, sin duda, una enfermedad muy triste (sobrecogedor el caso real que anotas).
      En mi relato -que, obviamente, es ficción- el sacrificio del pez y de la perrita son tristemente necesarios para construir la historia.
      Intrigada me dejas con esa «otra historia» de tristeza que apuntas al final. (Tal vez un día la conviertas en un hermoso texto literario que yo pueda leer).

      Que la Diosa Fortuna bese tu frente.
      Un abrazo.

      1. J. Ignacio

        Hola. Es sólo una entrevista que le hicieron a BB King cuando tenía ya más de 70 años, en la que recordaba que, cuando era un chaval, sus únicos amigos eran los animalitos de la granja donde vivía. Dijo exactamente eso, ‘animalitos’, y de pronto se emocionó tanto que tuvieron que parar hasta la cámara.

        A mí me emociona que un hombre tan… irrepetible, reviviera aquello décadas más tarde, como si le hubiera ocurrido ayer. Quizá porque, como él mismo dijo una vez, los verdaderamente grandes, cuanto más grandes más humildes.

        Sólo ha sido eso, bien poquita cosa, como puedes apreciar.

        1. Nuria Rubio

          Muchas gracias por compartir conmigo esa historia, J.Ignacio. No digas que es poquita cosa; recordarla denota una gran sensibilidad por tu parte. No pierdas nunca esa capacidad de emocionarte; es de las cosas más bellas del mundo.
          Intentaré localizar esa entrevista.
          Un abrazo con mi agradecimiento por todo.

  13. Nuria, me has tocado de lleno. Tengo esa enfermedad tan cerca que me quema… Bien contado, bien sentido… He notado yo misma la cautividad, no tanto física como emocional… Un beso muy fuerte y enhorabuena por tu texto.

  14. Nuria Rubio

    Hola, Mar. En primer lugar, quiero decirte que para mí contar con tu visita es todo un lujazo. ¡Mil gracias!
    En estos momentos, siento, con la misma intensidad, dolor y alegría. Dolor porque lamento profundamente que conozcas esta enfermedad de cerca; alegría por las bellas palabras con las que arropas mi relato.
    Eres, además de una escritora grande, un cielo de persona.
    Te envío un inmenso abrazo y un beso enorme con todo, todo, todo mi cariño.

  15. Salvador Esteve

    La pérdida de la memoria se impone victoriosa cuando ya no reconoces al amigo. Y a estos la vida se les difumina sin comprender los cambios que les arrastran al olvido. Tristísimo relato sobre la ausencia de memoria, pero también sobre la soledad. Me ha encantado, Nuria, este viaje al vacío. Abrazos y suerte.

    1. Nuria Rubio

      Muchas gracias por todo, Salvador. Gracias por asomarte a esta triste historia, por reflexionar sobre ella y por alegrarme el día diciéndome que te ha encantado.
      Un abrazo.

  16. Blanca Oteiza

    Nuria, me ha impactado tu relato. Me ha encantado.
    Tres vidas presas de su destino sin saberlo. El hombre por culpa del Alzheimer y las mascotas por no comprender que le pasa a su dueño.
    Muy triste historia y conmovedora.
    Un abrazo

  17. Nuria Rubio

    Te agradezco profundamente tu lectura y el regalo de tu comentario, Blanca.
    Para mí es muy grato saber que este texto, lejos de dejarte indiferente, te ha impactado, te ha encantado, te ha conmovido…
    Un abrazo.

    1. Nuria Rubio

      Edita, muchas gracias por pasarte por aquí y dejarme unas palabras sobre la «dura realidad» (¡cuánta razón tienes al calificarla así!) que intenta reflejar mi relato.
      Un abrazo.

  18. Si hay algo que me gusta de ENTC más que otras cosas en la posibilidad de recurrir a los comentarios de un relato para terminar de entender el texto o aclarar algo que me genera duda. Así ha sido en este buen trabajo que has presentado, descrito de una forma muy visual. No me quedó claro si la perra se come el pez, pero lo das a entender. Es un relato triste que sin embargo muestra algún rastro de alegría, como ese de que recientemente el anciano comprara el pez. Lleno de simbolismo tu relato se aprecia más en las sucesivas lecturas. Y lo que no me gusta tanto (yo no tengo reparos en decirlo como tú, jeje) es ese “un acuoso lecho cristalino”, ese despiste poético. Por otro lado decirte que a mi me gusta más que me digan lo que no está bien pues solo así puedo arreglarlo si lo veo oportuno. Cuando alguien dice “me gusta mucho” no me aporta nada. En fin, ya me irás conociendo Nuria y verás que casi siempre digo lo que pienso. Nos leemos.

    1. Nuria Rubio

      En primer lugar, Javier, te doy las gracias por la visita, por el tiempo empleado en la lectura -tanto del relato como de los comentarios- y, por supuesto, por tus palabras.
      Es complicado responderte, ya que tu comentario contiene información muy variada; no obstante, voy a intentarlo.

      Celebro que consideres que mi texto es un «buen trabajo». Lo valoro mucho, de verdad.

      El relato es rotundamente, intencionadamente triste. Intenta reflejar una enfermedad triste (Alzheimer) y lo hace desde la más absoluta tristeza. Hasta el dato de la reciente compra del pez (que tú interpretas como un «rastro de alegría») tiene como finalidad destacar la fragilidad de la memoria del anciano, que olvida alimentar a un animalito recién adquirido…
      (Hablando del pez, no veo en el relato indicio alguno que pueda hacer pensar que la perrita se ha comido al pececillo; únicamente ha contemplado con impotencia su agonía).

      Comprendo qué quieres decir cuando juzgas de «despiste poético» la manera de plasmar la muerte del pez. Pero he de decirte que, pese a ser un texto alejado del lenguaje poético, contiene otras imágenes y/o pinceladas con matices líricos (por ejemplo: «En sus dilatadas pupilas, nadaban vivaces pececillos, en limitado pero jubiloso viaje circular»). En cualquier caso, acepto -como no podía ser de otra manera- que la imagen que apuntas no sea de tu agrado. Y me parece estupendo que lo manifiestes.

      Te confieso que yo encajo perfectamente las críticas cuando son constructivas; sin embargo, me cuesta horrores juzgar el trabajo ajeno, como bien has observado. Me alegra y tranquiliza saber que recibes con agrado que los/las lectores/lectoras te señalen «lo que no está bien».

      Espero seguir leyendo tus relatos e irte conociendo.
      Un abrazo.

  19. Marta Trutxuelo

    Hola, Nuria!

    Me estreno en la lectura de un cuento tuyo y me he llevado una grata sorpresa: la elección del tema, su tratamiento, los recursos líricos que utilizas para narrar y situarnos en el relato… todo ello nos introduce en un cubículo angustiante y triste (no en el mal sentido, cuando algo es triste y si se queda un poso de amargura al leerlo es que está conseguido su objetivo) que me lleva a felicitarte.

    Enhorabuena, Nuria… me gusta mucho tu forma de escribir y las imágenes literarias que nos ofreces.
    Te deseo mucha suerte y nos seguimos leyendo, eh?
    Un abrazo
    Marta

    1. Nuria Rubio

      Hola, Marta
      El «descubrimiento» ha sido mutuo. Tu relato y yo hemos tenido un muy feliz encuentro. Es un texto estupendo al que deseo la mejor de las suertes.

      Gracias, muchas gracias por tus generosísimas palabras.
      Mi triste relato se alegra -y mucho- de haberte tenido como lectora 😉

      Te envío un abrazo con voluntad de permanencia, ya que pretendo seguir de cerca tus letras…

    1. Nuria Rubio

      Nani, te agradezco, de corazón, tu lectura y tu comentario.
      La dureza del relato es indudable; dura es «la enfermedad del olvido» que intenta reflejar.
      Me halaga que consideres mi propuesta impecable; ante un calificativo así, me quedo sin palabras…
      Correspondo a tus «besicos muchos» (¡qué bonita forma de despedirte tienes!) con un abrazo agradecido.

  20. Vaya, Nuria, es realmente duro tu relato. A mí que me encantan los animales, he podido imaginar su angustia. Con lo educados que son ellos, o los que yo he tenido, que te llaman y te piden antes de hacer nada en casa.
    Recreas una situación angustiosa y triste, pero muy bien narrada.
    Besos

    1. Nuria Rubio

      Muchas gracias por visitar mi tristoncete rincón y dejarme unas palabras, Inés.

      Hablas de la dureza del relato, de la recreación de una situación angustiosa y triste… Al leer estas impresiones (similares a las que han apuntado casi todas las personas que han tenido la amabilidad de comentar mi relato) me siento afortunada. Ese era el propósito de mi texto: reflejar la crudeza de una tristísima enfermedad.

      Los pobres animalitos que «coprotagonizan» el relato me permitieron, en su momento, crear la atmósfera que requería la historia… Pero una cosa es la ficción y otra la realidad. A mí también me encantan los animales, aunque nunca he tenido mascotas. Te confieso que, con lo sensible que soy, con una perrita o un pececito en casa, esta historia no existiría, no hubiera sido capaz de escribirla.

      Un abrazo y gracias por la compañía 😉