Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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38. EN TODAS LAS ESPALDAS CUECEN HABAS (Petra Acero)

—¡¡Veo, veo!!… Guillermo, pregúntanos: ¿Qué veis?

—…¿Qué coño veissss? —vocea áspero, hueco, agrio, mientras acelera el coche.

“¡Miserable! Cómo puedes ser tan cabrón… ¡Te odio!… Tantos estudios y reconocimientos a tu espalda, ¿para qué?… Para maltratarnos sin dejar marcas”. Anabel contiene las lágrimas, gira la cabeza hacia los asientos traseros y sonríe a sus hijos:

—Ahora veremos una peli de dibujos. ¿Vale?… Sin hacer ruido. Papá tiene que concentrarse en la carretera. Cuando lleguemos, María nos enseñará los nuevos cachorros.

 

María nunca ha viajado en un todoterreno climatizado, con pantallas de vídeo y asientos ergonómicos. ¡Mejor que un spa! (tampoco ha estado nunca en un spa). Cada mañana se levanta de madrugada, se echa el tabardo a la espalda y sale a aviar a los animales. De regreso, prepara el almuerzo de los señores. Es el mejor momento del día. En la cocina, canturrea canciones de su niñez: “Al pasar la barca, me dijo el barquero, las niñas bonitas…”. Así se sentía ella cuando todo era futuro: ¡como pez en el agua!, ilusionada, bonita. Pero, la vida devora a las mujeres de espaldas anchas, mientras se rinde ante las sirenas de tobillos finos. “Mujeres suertudas como mi señora”, murmura María.

9 Responses

  1. Jesús Garabato Rodríguez

    Hola, Amparo: Nos traes dos historias tristes marcadas por «lo que pudo haber sido y no fue», por decirlo de alguna manera. La maldita realidad parece haber hecho de las suyas, aunque María, tal vez por su inocencia, da la impresión de atesorar algo de aquella ilusión y felicidad infantiles. Curioso el uso «especular» de las espaldas en tu relato. También me resultan muy adecuados el recuerdo de la canción popular y la «equivocación» al pensar en la suerte de su señora. Aunque, en general, no estoy muy de acuerdo con los refranes (porque te encuentras uno y al lado su contrario), me entusiasman, al igual que las frases hechas; así que tras leer tu texto, me viene a la mente eso de que «la suerte de la fea la guapa la desea», signifique lo que signifique. Me gusta, y me entristece, tu relato. Enhorabuena. Suerte y saludos.

  2. Gracias, Jesús!!!
    A mí también me viene a la cabeza ese refrán, aunque en este caso, parece que ni la guapa ni la fea se ven con suerte.
    Cada cual, sabemos qué pasa en nuestra vida. Los pros y los contras. Además, lo que dejamos ver, no siempre es todo lo que hay… porque en todas las casas (o espaldas) cuecen habas 🙂

  3. Ángel Saiz Mora

    La vida perfecta no existe. Somos seres inquietos, eternamente insatisfechos, con independencia de las circunstancias personales. Ni la mujer sofisticada ni la sencilla son felices del todo, porque no lo pueden ser, ni ellas ni nadie. Dos vidas paralelas de dos personajes que se entrecruzan- Parece que entre ellas hay un mundo de diferencia si nos fijamos en los detalles y circunstancias, pero su esencia humana es la misma.
    Un relato en el que la psicología individual viene muy bien definida con unas pocas palabras, para llegar a una conclusión que queda concentrada en el título, una máxima que casi es una historia en sí misma.
    Un abrazo grande, Amparo. Suerte

    1. Así es!!
      Como siempre, Ángel, tu comentario representa una perfecta radiografía del relato que analizas, y aunque la perfección no existe (como bien has dicho, y queda reflejado en la temática del micro), tus comentarios la rozan. 🙂

      Un abrazooo grande para ti, Ángel, y muchassss gracias por pasarte y comentar.

  4. Y vuelvo a leerte querida amiga, como siempre tan profunda, con un historia dura y muy real, suavizada por la magia de tu pluma.
    Quisiera tener las palabras e Ángel para comentar, pero no es lo mío.
    Te dejo un gran abrazo y mucha suerte.

    1. Jajaja.
      Ángel, como dices, es un gran comentarista (además de un estupendo escritor y una encantadora persona y…), y hablando de ti: muchísimas gracias por tu comentario. Estoy contenta de leerte de nuevo por aquí!!!
      Un abrazo grande, Luis/Moli 🙂

  5. Towanda

    Hola, Amparo.

    Casi me da más pena la señora de tobillos finos que María, la de espaldas anchas, la cenicienta de siempre.
    Me ha gustado mucho, señorita.
    Un abrazísimo.

  6. Hola, Amparo, un relato muy tuyo y un final de los tuyos, que casa a la perfección con ese genial tÍtulo. Excelente micro, me ha gustado, mucho.
    Suerte y un abrazo Enorme.

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