Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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ENCUENTRO B13 . SEGUNDA RONDA

ESTHER CUESTA – MAR GONZÁLEZ

Los participantes aquí señalados tendrán que publicar en el espacio reservado a los comentarios de esta entrada del blog, un relato INÉDITO de un máximo de 100 palabras (la frase propuesta no suma) antes de las 20 horas (hora local española) del VIERNES 25 DE MAYO y cuya ÚNICA CONDICIÓN es incluir en el texto de forma literal la frase propuesta, que ha sido extraída del poemario Una manzana en la nevera” de Sandra Sánchez. Vuestra frase, que puede ir localizada en cualquier lugar del relato es

ME ENCONTRÉ EL CADÁVER

Una vez publicado no habrá posibilidad de corregir ni reeditar.

Tras la publicación de ambos relatos publicaremos al final de esta misma entrada un enlace a un formulario para la Votación Popular que permanecerá abierto hasta el SÁBADO 26 de MAYO a las 20 horas.

El resultado de este encuentro se hará público en una entrada general de la sección ENoTiCias

Podéis votar en este enlace. 

3 Responses

  1. MANZANAS
    Antes de conocer a María, era feliz. Soltero y feliz.
    Al principio éramos muy liberales. Yo respetaba su lechuga y ella mis hamburguesas, pero no duró. Pronto en el frigorífico no había mas que cosas saludables y, en la encimera, una licuadora para hacer zumos naturales.
    Lo más variado de mi dieta era el color de las manzanas. Verdes, rojas, amarillas… Una, mordida, rodó por el suelo de la cocina donde me encontré el cadáver. No la besé porque he visto muchas series de la tele y, lo reconozco, por miedo a despertarla.
    Dicen que fue un infarto.

  2. Esther Cuesta

    La importancia de estar muerto
    Llevábamos un tiempo juntos, pero en las últimas semanas la convivencia me resultaba insoportable. Unas veces por lástima, otras por pereza, lo fui dejando hasta llegar a este punto. Me encontré el cadáver en el centro del salón, iluminado por la luna como una estrella de cine. Chillé, claro que chillé. Un cuerpo inerte, aunque sea pequeño, tirado en el suelo no es agradable; los ojillos sanguinolentos, la baba reseca por la cara y un charco de… ¡uf! Es pensarlo y regresar las náuseas.
    Ignoro porqué me sorprendí tanto si fui yo quien le puso el veneno en el queso.

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