ENE112. LOS AIRES FELICES, de Rosa Molina López
Para resolver sus conflictos internos, decidió dividirse. Proyectaba su sombra junto a la imagen en el espejo y así, en el baño, pasaban los tres las horas charlando. Su sombra le inventaba una vida deslumbrante y su imagen le juzgaba, le exigía ambición, rectitud y le reprochaba su dejarse llevar por todo, por cualquiera. Él, indolente, dudaba entre sueños y obligaciones, balbuceando agradecimientos o excusas y con un miedo feroz a la vida.
Pero llegaron las discusiones, la insolencia. Sombra e imagen se exasperaban mutuamente y él intentaba conciliar, encontrar puntos intermedios. Hasta que un día llegaron a las manos. Los puñetazos de uno atravesaban la oscuridad del otro y él, por separarlos, se dio un cabezazo en el espejo y cayó hacia atrás, desnucándose con el bidé.
Cuando despertó se alejó de su cuerpo, del espejo sin nadie y del escaso dolor ajeno que dejaba su absurda muerte. Atravesó las paredes y, desde entonces, con la felicidad de una vida decidida por una corriente de aire, surca los mares, sin brújula, silbando en el rizo de las olas, aliviado de la responsabilidad de sí mismo.
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Tomo nota, para dejar de discutir conmigo misma, que lo malo es que a veces hasta me contesto, así que visto lo leído, intentaré que no me ocurra lo que a tu protagonista.
Precioso relato, que llega, toca y hunde. Buenísimo y cercano. Un abrazo.
Gracias Aurora, veo que sabes de qué hablo. Yo también me contesto muchas veces a mí misma, por eso se me ocurrió lo útil que sería desdoblar las tres facetas, que por otra parte todos tenemos, y que unos casan mejor que otros. Sobre todo, hay que regarlas con mucho humor. Un abrazo.
Es de esos relatos que cuando uno los lee, tiene la impresión
de haber leído lo que exactamente le hubiera gustado, con toda seguridad, haber escrito. Paso a recrearme ahora, tras la primera impresión que es más primitiva. Fantástico.
Nieves te agradezco sinceramente tu comentario y me anima un montón, de verdad. Espero que hayas disfrutado también con las relecturas, que hayas pasado un buen rato. Un abrazo.
Magnífico, y a pesar del desnuque, o por eso, me he reído, justo en ese dramático momento.
Es una historia triplemente genial, a pesar de la sombra, que tiene muy buena imagen y mucha inteligencia.
Muchas felicidades, y no será suerte lo tuyo 🙂
Me olvidaba, buen y apropiado título.
Gracias Antonia, una vez más y como siempre. Intenté abordar con humor esos conflictos internos que todos tenemos y que son inevitables. Si te ha gustado y lo has disfrutado, misión cumplida. Mil abrazos.
Rosa ¡qué bueno este «ménage à trois» con uno mismo! Has conseguido una mezcla agridulce magnífica. ¡Enhorabuena!
Millones de besos,
Belén
Gracias Belén, tampoco nos podemos tomar tan en serio nuestros conflictos ¿verdad? Si los nudos no están tensos, se deshacen mejor. Un abrazo aéreo.
La idea de «menage a trois» me parece brillante 🙂
Es un relato muy bien trabajado, de densidad filosófica, en el que se mima por igual lenguaje y símbolos. Una historia que requiere un par de atentas lecturas para captar a fondo todas sus sutilezas. El germen, para mí, de algo más extenso, porque hay mucho material del bueno…
Un abrazo, Rosa, y enhorabuena por la idea!
NACHO RUBIO
Mil gracias por tu comentario, Nacho. Es cierto que es el germen de algo mucho más extenso pero ¿puedes creer que me encuentro muy insegura en el relato largo? En fin, lo intentaré. Así aprendo, que falta me hace. Un abrazo.
Relato de fantasía pero perfectamente visible. Veo este micro como un corto de cine. Quizá a esas imágenes tan bien expuestas les sobre alguna de las explicaciones añadidas.
Un abrazo.
Hola Susana, posiblemente tengas razón. Tengo la mala costumbre de explicarlo todo demasiado. Temo no ser lo suficientemente clara. También es cierto que encanta utilizar imágenes, que valen más que mil palabras. Gracias por tu comentario. Un abrazo.
Rosa, efectivamente, buscarnos en el espejo es una gran aventura. suerte y saludos.
Hola Calamanda, la verdad es que tienes razón: nuestra imagen nos dice muchas cosas más de las que somos capaces de entender. En fin, es mejor seguir mirándonos con amabilidad para llevarnos mejor con nosotros mismos. Un abrazo.
¿Cómo sabías, que eso es lo que me pasa a mí cada mañana cuando me miro al espejo? Afortunadamente suelo llegar a un acuerdo con los otros yo.
Gracias por haber puesto en palabras tan acertadas lo que a veces pienso.
¡Vaya, Antonio, veo que nos parecemos un montón! Yo también me miro por la mañana con cierta desconfianza, pero luego, después de la ducha, me reconozco y establezco un pacto de respeto mutuo con mi imagen. Así ella me espera contenta y yo me voy a trabaja feliz. ¡Estrategias imprescindibles! Gracias por tu divertido comentario. Un fuerte abrazo.