Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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FEB05. DUDA, de Juan H. García-Zeballos

«-¿Quién es ése del retrato?\»- Se preguntaba Josefa al mirar insistentemente cada tarde luego de merendar, un pequeño rectángulo de madera colgado en la pared que exhibía la foto en blanco y negro de un apuesto joven.
«-¿Será alguien de la familia? ¿Un amigo especial? – Meditaba la niña.
Interrogantes con una respuesta concreta pero esquiva para quien la aguardaba, ya que ni su madre ni sus abuelos, querían siquiera mencionar el tema.
Oídos sordos a la requisitoria, un seco «no lo sé» o «yo a tu edad no hacía esa clase de preguntas«, era todo a lo que Josefa podía aspirar como contestación.
Varios años después, el hallazgo fortuito en un cajón del escritorio de una carta amarillenta y ajada dirigida a su madre, pareció darle pistas al respecto, sobre todo el final… cuyo texto decía: «hoy partiremos al atardecer, espérame en el puerto, cruzaré el océano para reencontrarme contigo”. Pepe.

13 Responses

  1. Los mayores son mucho más complicados que los niños. No sólo guardan el retrato de él en un lugar digno de la casa cuando es un miserable, sino que además se impone el toque de silencio en ese tema.
    Muy original el micro, Juan.
    Saludos y mucha suerte.
    PD. Yo hubiera sustituido el nombre de Pepe por Juan o cualquier otro porque suena a cachondeo, por lo menos a mí.

    1. Juan H.

      Gracias Ricardo, gracias por tu comentario. Comparto tus palabras, pero sin embargo te diré dos cosas: no estoy convencido del carácter de miserable del muchacho de la foto, no olvides que debía cruzar el océano para reencontrarse con la madre de la niña y no sabemos si llegó a destino o no, ni el por qué. Asimismo, el sobrenombre Pepe, podría tener cierta relación con el nombre de la protagonista de la historia, de lo cual se pueden extraer otras deducciones.
      Saludos, gracias nuevamente y mucha suerte. Atte.

      Juan H.

    2. Juan H.

      OK, gracias por la precisión, lo que ocurre es que quise evitar justamente la relación tan obvia entre los nombres José y Josefa. ¡Suerte! Juan H.

  2. Pues es que la niña era hija de Pepe, y él que venía, murió en el naufragio o lo que sucediera. No estaban casados, y de ahí el silencio.Quizás ni Pepe sabía que la hija existía. Eso es lo que creo narra la historia,

    1. Juan H.

      Algunas de tus deducciones Antonia, se acercan a lo que la mente del autor del relato imaginó como potencialmente posible, sin ponerlo de manera explícita. ¡Bravo!
      ¡Suerte! Juan H.

  3. Juan H.

    Correcto Ana, muy buenas tus deducciones y por supuesto que tus conjeturas que incluyen una efectiva o potencial «vendetta», son todas posibles, de hecho no había pensado en esa explicación, pero, reitero, es posible.
    Tu pregunta es procedente y no tengo incoveniente en contestarla. Te diré entonces que al momento de escribir el relato, no me inspiré en ningún recuerdo familiar, ni no familiar.
    Un beso y ¡suerte!! Juan H.

  4. Me gustó que firmara «Pepe» porque quizá así lo llamaba la mamá de Josefa; pero no entiendo porque tenían un retrato visible si pensaban guardar el secreto; pero bueno así somos los seres humanos. Manejaste bien la intriga;quizá si hubiera sido un hallazgo el retrato… Suerte. Saludos cordiales.

    1. Juan H.

      Gracias Elizbeth por tus comentarios. Tu pregunta sobre el por qué de la exhibición del retrato, si a l mismo tiempo se buscaba mantener el secreto es interesante, tal vez la respuesta sea sencillamente la gran contradicción que todos tenemos dentro, como bien decís, «así somos los seres humanos». Buscamos algo y la mejor forma de callarlo es a veces, decirlo en voz alta; com en «La fablilla del secreto bien guardado» de Alejandro Casona.
      Por último me pareció darle un papel central al retrato desde el inicio del relato, por eso el hallazgo fue de la carta.
      ¡Suerte!!! y gracias nuevamente por comentar la historia. Juan H.

  5. Juan H.

    Creo que sí: «a veces no hay secreto mejor guardado que el que todos conocen», dice, palabras más, palabras menos, Casona en su obra «La fablilla del secreto bien guardado», así que bueno…
    Te confieso que cuando escribí la historia no lo pensé de ese modo, pero al ver los comentarios sobre el relato, me parece una opción posible, pero reitero que no la tuve en cuenta al momento de redactar la narración, se dio simplemente así y ahora relacionando todo, admito que podría ser una opción más, aunque no lo única.
    ¡A seguir pensando en los enigmas de la literatura, que son algo genial!
    Un beso y ¡¡suerte!! Juan H.

  6. Juan H.

    Seguramente Ana, el cotilleo, chusmerío diríamos en mi país, nunca es bueno, todo se distorsiona y los dichos se alejan de la realidad.
    Si a eso le sumamos una verdadera intención injuriante, todo se magnifica. En fin…, mejor ser discreto. Un beso y mucha suerte. Juan H.

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