Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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90. Julio del ’36

Podía haber ganado el oro, pero no quiso ir a Berlín. Prefirió la dignidad a la gloria y, gracias a eso, nos conocimos. Martha era canadiense. Estaba hecha de aire, sus piernas la impulsaban con fuerza y volaba por encima de la barra como un pájaro. Yo, sin embargo, era agua y nadaba con la naturalidad de un “noi de la Barceloneta”. En el club confiaban en que podría conseguir alguna medalla.

La invité a pasear por la Rambla y la luz se encaprichó de sus ojos azules. La ciudad se exhibía ante nosotros, soleada y libre, ajena a la tormenta que se dibujaba en el horizonte. Por la tarde, mientras ensayábamos para el desfile inaugural, el viento y el mar se agitaron, y el mundo se estremeció con los primeros truenos. Las sirenas de las fábricas alertaron a la población y, tras la grada, nos fundimos hasta convertimos en tierra. No quiso marcharse, se unió a la lucha.

Sólo unos días después, una granada de mortero la proyectó por encima de la barricada y aterrizó desmadejada en la plaza. La vi volar por última vez y me sumergí en un mar de silencio. Martha era aire.

12 Responses

  1. Jesús Garabato Rodríguez

    Preferir participar en las olimpiadas populares de Barcelona antes que en las oficiales de Berlín le supuso a la pobre Martha la muerte, pero, seguro que su valentía y la de otros como ella permaneció, constante, en el recuerdo de muchos. Como la belleza de tu texto. Suerte y saludos.

  2. Gracias a todos por vuestra lectura y comentarios. Como ya sabéis, hay parte de realidad en el relato: Martha se llamaba Eva Dawes y tenía serias opciones al oro en salto de altura, pero se enfrentó al comité olímpico de su país y escogió la olimpiada popular de Barcelona. Cuando estalló la guerra, ella regresó a Canadá, pero otros se quedaron y se convirtieron en los primeros brigadistas. El protagonista está inspirado en los hermanos Cánovas (representantes de Club Natación Barceloneta). Ellos sí que cambiaron el bañador por el fusil y, aunque no llegaran a conocer a Eva (Martha), estoy convencida que les habría parecido una mujer fascinante. Todavía viven, por cierto.
    Al conocer sus historias, no pude reprimir el deseo de incorporarlos a este homenaje olímpico.
    Saludos,

  3. javier palanca

    Enhorabuena, Anna, un relato que lleva dentro muchas cosas importantes, de la historia real y de sentimientos y compromisos reales que vale la pena recordar.

    Abrazos

  4. Marta Trutxuelo

    Hola, Anna!

    Me ha gustado mucho tu relato, la tristemente bien traída metáfora de «volar por los aires».
    Te deseo mucha suerte!
    Un saludo
    Marta

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