Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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JUN94. AL OTRO LADO DEL SILENCIO, de Patricia Nasello

Soy la cuerda rota de la que tiraron los asesinos, sin embargo eso no me detiene, hijo. Con el  rostro vuelto hacia las tierras cálidas del norte tomo aire, una inspiración profunda hasta   sentir que la vida se me ha impregnado de sol, y giro. —El movimiento es cuidadosamente descuidado, como hecho al azar: no confío en el cese de hostilidades del enemigo—. La dirección ahora es el sur, esas Malvinas heladas que hiciste tuyas con tu sangre. Y ahora, qué importa si tengo la entrada a las islas prohibida, vigilada o regulada, lentamente, desde esta Córdoba donde cada baldosa se llama rebeldía, soplo el sol que aspiré sobre esa cruz que te recuerda.

28 Responses

  1. Anonymous

    Patricia, hay que confiar, siempre confiar en ello porque asi se va haciendo poco a poco el camino, aunque el alma esté rota y llena de dolor. Cuando hay entrentamientos, guerras, hostilidades el dolor está en las dos partes y hay que mirar, aunque cueste, las dos partes. El odio eterno, incluso aunque esté justificado, genera más odio y de esta forma nadie se salva. La comprensión, la generosidad, el arrepentirse, el dejar las armas por las dos partes abre caminos infinitos a la paz y las víctimas pueden restablecer su armonía y desprenderse poco a poco del dolor.
    Lo que se haya hecho mal, todos, la sociedad entera ya lo estamos pagando, cada uno a su forma. Nadie sale indemne de estos años convulsionados por la violencia. Todos debemos arrepentirnos de lo que hicimos y de lo que no hicimos. La mayoría supongo que pensaba que hacía lo correcto según sus creencias… luego el tiempo es el que se encarga de que cada uno se ponga delante de su espejo y se mire con sinceridad para luego ir a un rincón y entonar un mea culpa. Los señalados y no señalados.
    En la sociedad siempre hay muchas víctimas y de muchos tipos, por muchas causas, de muchas formas. Cada uno llevará su cruz, quiera o no quiera.
    Duro relato, muy bonito redactado y lleva su mensaje.
    Un saludo afectuoso.

    1. Anonymous

      No importa Patricia… es que Antonia es muy honrada. ¡Fíjate Patricia! que yo te he respondido más bien pensando en lo que ocurre en España…
      Y me ha servido de inspiración leer muchas veces a muchas personas que han sufrido persecuciones, muertes de familiares, etc… y a pesar de todo lo que les hayan podido hacer perdonan. Y hablo de las personas de todos los lados, es decir de represaliados y de victimas, de vencedores y perdedores, de policías y civiles, de hombres y mujeres, de jóvenes y de viejos, de clases altas y bajas y al revés… el dolor y la tragedia están en muchos sitios. Ahora la guerra está en la propia sociedad, en los trabajos… no como en la edad media, que un país luchaba contra otro o en otros lugares del mundo. Ahora la lucha está entre nosotros mismos. Nuestros ideales socialistas, comunistas se fueron a la porra y los capitalistas… solo hay que ver los resultados que estamos teniendo. Muy democratas pero sin democracia; mucha libertad pero completamente vigilados; y más prisioneros de nosotros mismos porque tenemos muchas necesidades falsamente creadas. Creo que es una pena cómo está el mundo y cómo va a quedar para nuestros hijos.

    2. Parece mentira que cada vez que me dirijo a vos deba hacerlo con una aclaración y una disculpa: cometí el error de no suscribirme a las respuestas y no vi este nuevo comentario. Ahora me comunico sólo para decir que continúo acordando con tus reflexiones. La lucha es entre nosotros. Una guerra patética, sorda, contra el otro y contra nosotros mismos y el exceso de ansiedades con las que esta época superinformada y exigida nos carga.
      ¿Cómo va a quedar para nuestros hijos?
      Conformémonos con que quede…

      Ojalá alguna vez leas esta respuesta.

      Un fuerte abrazo.

    3. Anonymous

      Patricia, ya la he leído. Gracias por contestar. Sí, habrá que confiar en que todos lleguemos a buen puerto y nuestros hijos también. Es un mundo muy convulso. ¡Cuánto más avanza la ciencia parece que en otros aspectos retrocedemos! ¡qué lástima, cuántos sueños rotos! y que corta la vida para enmendarlo…
      Un saludo y suerte con tu relato. Un beso.

    4. Esta vez sí tomé la precaución de suscribirme!
      Sin lugar a dudas es una gran lástima que debamos dedicarnos a «enmendar sueños» en lugar de cumplirlos para crear sueños nuevos, positivos, sueños que avancen en lugar de conformarse con resistir.
      Muchas gracias, tanto por esta charla a distancia como por los buenos deseos para el micro.
      Otro beso para vos

    5. Anonymous

      Patricia, es bonito leer «sueños que avancen en lugar de conformarse con resistir»… es lo que hace la gente sin darse cuenta.
      El seguir viviendo es avanzar, por lo menos para mi.
      Y te vuelvo a decir, muy buen relato, tiene vida, poesía, realidad, valiente, imaginación…
      Otro beso reenviado.

  2. Paloma, Yashira, muchas gracias por leer y opinar con tanta generosidad compañeras escritoras!!!

    Antonia, acuerdo con cada palabra que decís. No he vivido en carne propia la desgracia que sufrió la protagonista de mi cuento, pero era recién casada, tenía en el vientre a mi hija mayor y mi esposo había hecho la conscripción en Granaderos (es decir que había cumplido la instrucción militar que era obligatoria): viví el tiempo de guerra con el terror de que le ordenaran alistarse.
    En varias ocasiones tuve la oportunidad de conversar con algunos de los sobrevivientes. Sus relatos estremecen.
    Sí, cada argentino debe mirarse al espejo. Observar ese reflejo fiel con honestidad no siempre es sencillo. También la memoria, a veces, nos escabulle información, nos hace trampas.
    Me tomo de tus palabras para decir que tanto señalados como no señalados, todos, llevamos nuestra cruz. Cada cual, imagino, intentará hacerlo con la mayor dignidad que su conciencia le permita.
    Muchas gracias por tus acertadas reflexiones.
    Un afectuso saludo
    Patricia

    1. Anonymous

      Patricia, yo no soy el «anónimo» que hace todas esas profundas reflexiones. Yo soy Antonia, lo de anónimo es porque olvidé mi contraseña momentáneamente (soy un despiste), así que traslado tus palabras a quien van dirigidas.
      Y repetir que escribes bien y que el relato es perfecto.

      Antonia (no anónima)

  3. Mis hijos pequeños llevaban chocolate a la escuela para esos niños soldados nuestros. ¡Cómo no voy a involucrarme con el sentimiento que aflora en cada palabra, compañera! Muy bueno tu relato.

    1. Cómo olvidar aquellos días terribles, compatriota…
      No hay modo, porque,entre otras atrocidades y según supimos después, no todos los chocolates que llevaron tus niños le llegaron a nuestros soldados.
      Un fuerte abrazo

    2. Patricia, no sé cómo se me pudo pasar este relato.
      Yo tenía ocho años en el ’82. Y era de las que llevaban chocolate a la escuela para los soldados. Imposible olvidar ese cruento suceso de nuestra historia. Muy fuerte y emotivo tu texto.
      Un abrazo.

    3. Sara, yo pertenezco a la generación que creció haciendo todos los años el mapa de Malvinas y poniendo por título: «La Malvinas son argentinas» Francamente, así lo creo. Aunque como no soy ninguna licenciada en historia o política internacional, bien puedo estar equivocada, pero, en lo que no me equivoco, es en la herida abierta que aquel pedacito de tierra tan lejano representa para toda una nación.
      otro abrazo para vos!

  4. ¡Buen relato breve Patricia!, bellamente escrito como todo lo tuyo : con sentimiento, con prosa bien cuajada y con esa fermentación y poso que nos dejas tras la lectura.

    Un abrazo

  5. «Soplo el sol que aspiré, sobre esa cruz que te recuerda».
    Como si le exhalara vida al hacerlo; como si en ese acto de expulsar, de soplar el sol que aspiró sobre el recuerdo, sobre la representación del hijo muerto, sacrificado, tratara de homenajearlo, haciéndole saber que no le ha olvidado, que nunca le olvidará, que mientras ella pueda, saguirá trayéndole esos rayos de sol regurgitados en su honor, en su recuerdo… ¡por amor!

    Preciso, precioso, Patricia.

    Un beso con cariño,
    Amparo M.A.

    1. Gracias a Dios no he pasado por el horror de los horrores que es perder un hijo, pero sí he perdido gente a la que amaba con todo el corazón (quién no?). Siempre tendré (tendremos) un sol palpitando en su honor, verdad?
      Otro beso con todo mi cariño para vos, Amparo.

  6. Tremendo relato el que nos traes hoy, de tierra, de patria, de pérdidas, de recuerdos y de memoria. La memoria, nunca hemos de perderla, para no repetir los errores. Un beso y mi enhorabuena admirada.

    1. A veces el olvido tienta, porque el recuerdo es doloroso, sin embargo, perder la memoria es perderse. No recuerdo qué poeta decía «es un duro peso llevar todo lo vivido en la memoria», así y todo habremos de llevarlo…
      Muchas gracias por tu generoso comentario, Mar.

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