Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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La brevedad

dino 26xLos recursos para lograr la brevedad en el microrrelato pueden resultar casi más importantes que la brevedad misma. Es decir, lo que importa en este formato no es su carácter escueto ni la poda de palabras, sino la eficacia de su síntesis. Veamos algunos trucos que nos ayudarán a comprimir al máximo nuestros cuentos.

-Utilizar personajes conocidos. Esto nos permite abreviar y ahorrarnos palabras, pues no hay que describir ni contexto ni personajes: pueden ser bíblicos, históricos, legendarios, mitológicos, literarios o pertenecientes a la cultura popular.

-Incluir en el título elementos propios de la narración. El título nos da parte de la información indispensable, y a veces nos obliga a volver a él una vez leído el cuento. El título puede llegar a ser la razón y a su vez la gracia del relato. Esto es, su resolución

-Proporcionar el título en otro idioma. Para ubicar rápidamente al lector en otro tiempo o lugar determinado queda justificado. Por capricho del autor y sin ninguna razón no tendría ninguna utilidad ni estaría al servicio de la historia.

-Tener por desenlace rápido un coloquialismo inesperado o una palabra soez. Como golpe de gracia, puede ayudar a la concisión hablar sin ambigüedades.

-Hacer uso de la elipsis.

-Emplear un lenguaje cincelado, escueto, plagado de palabras certeras. Este es uno de los recursos más obvios para lograr la brevedad y uno de los más difíciles. Jorge Luis Borges es uno de los mejores ejemplos que podemos citar, por su lenguaje preciso y sus juegos de palabras.

-Servirse de un formato inesperado para elementos familiares. Esta estrategia narrativa ubica el texto sin preámbulos dentro de un contexto sorpresivo o en desuso.

-Parodiar textos o contextos familiares. Reescribir la historia o algún pasaje bíblico, sentencias populares, refranes, frases hechas, situaciones o leyendas conocidas. Para lograrlo, el escritor se vale de la paradoja, la ironía o la sátira.

-Aprovecharse de la intertextualidad literaria. Por ejemplo, la Cenicienta conversando con Pinocho.

Gabriel Jiménez Emán, en «Ficción mínima: Muestra del cuento breve en América», comenta en un microrrelato titulado «La brevedad»:

Me convenzo ahora de que la brevedad es una entelequia cuando leo una línea y me parece más larga que mi propia vida; y cuando después leo una novela y me parece más breve que la muerte.

Y en palabras de Monterroso:

Con frecuencia escucho elogiar la brevedad y, provisionalmente, yo mismo me siento feliz cuando oigo repetir que lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Lo cierto es que el escritor de brevedades nada anhela más en el mundo que escribir interminablemente largos textos en que la imaginación no tenga que trabajar, en que hechos, cosas, animales y hombres se crucen, se busquen o se huyan, vivan, convivan, se amen o derramen libremente su sangre sin sujeción al punto y coma, al punto.

 A ese punto que en este instante me ha sido impuesto por algo más fuerte que yo, que respeto y odio. 

En literatura, el tamaño importa. El escritor de microrrelatos tiene que tener claro que su objetivo no va a ser el gran público, y tampoco debe elegir este formato «porque es más cómodo». De acuerdo, a todos nos cuesta más escribir tres folios que tres líneas. Físicamente, me refiero. Pero cada uno tiene su manera de contar historias y necesita su tiempo. Habrá quien lo pueda bordar en tres frases, otros lo pueden ampliar a tres páginas. Lo que tenemos que tener claro es que si este es nuestro género no debe serlo por comodidad, sino por talento. Y sin complejos.

Seamos breves. Como estos autores:

«Alzheimer», de Alberto Benza (del audiolibro «Viejos amigos»).

Cada día conozco a gente nueva.

Y extraídos de la antología de microrrelatos «Por favor, sea breve 2». (Editorial Páginas de espuma):

«Novela de terror» (a Fernando Iwasaki). De Andrés Neuman.

Me desperté recién afeitado.

«Huyamos». Ana María Shua nos ofrece este juego con la puntuación.

¡Huyamos, los cazadores de letras est´n aqu´!

«El globo», de Miguel Saiz Álvarez.

Mientras subía y subía, el globo lloraba al ver que se le escapaba el niño.

«Cuenta atrás», de Ángel Olgoso.

Siete decenios. Seis trabajos. Cinco infidelidades. Cuatro operaciones. Tres hijos. Dos latidos. Un suspiro.

«Sobremesa o fin del mundo», de Eloy Tizón.

Hoy después de comer he retirado el mantel, he lavado los platos, y un día estaré muerto.

14 Responses

  1. Empecé a escribir hace 4 años y casualmente en un taller sobre microrrelato. Me entusiasmó el género, me cautivó. Soy de las que se sienten muy cómodas en él. También, lo reconozco, porque revisar y corregir me lleva mucho tiempo y no tengo paciencia. Lo más largo que he escrito son dos folios y medio y todavía lo tengo en borradores, me cansa releer y volver sobre lo mismo tantas veces, siempre encuentro imperfecciones y me agoto.
    Será también cuestión ce carácter.

  2. Mel

    ¡Qué gran resumen Susana!
    Muy buenos los consejos y los micros escogidos.
    Muchísimas gracias por tu gran trabajo de recopilación de información.
    Abrazos

  3. ¡Anda Lorenzo! Ahora me entero de lo del tuiter. He abierto mi mail asociado a esa cuenta (no lo uso apenas) y me encuentro con que estás enlazando las entradas. Pues muy bien me parece, muchas gracias por el interés y la promoción, jaja.
    Un abrazo.

  4. Rafa Heredero

    Nada mejor que hablar de la brevedad para gente como nosotros. Aunque ya sabemos que lo bueno, si breve, dos veces bueno.
    Un abrazo.

  5. Sí, depende del contexto, claro. Una paga de navidad breve, un fin de semana breve… Brevedades que como que no. A mí es que ya se me hace breve hasta lo que no me gusta, y eso antes no me pasaba. Da vértigo.

    1. aurora

      Una tontería: ¿Sabes dónde me gusta la brevedad? En los menús. En los nombres de los platos. Últimamente se ha puesto de moda ese rollo «cool» de adornarlos de una forma que es que te quita el hambre. Me mola más la sopa de tal o la crema de verduras -la que sea- que esas cosas de «lámina de carne de ganado del país con crujiente de frutos de la huerta y nosequécuantitos» que al final te deja igual, con el filete con patatas fritas de toda la vida. Que me disculpen los hosteleros que haya por aquí, pero a veces, da risa y tó.

      Hala, ya me he desahogado. Me voy a ver si me quemo en una fogata.

      Abrazo.

      1. Discrepo, Aurora. Leer esas reseñas tan imaginativas de algunos restaurantes (mientras te tomas el vermú, claro) me encanta. No tanto el menú que ofertan, sino cómo se lo curran en las cartas. Algunos merecen realmente la pena. Leerlos, digo. Yo para comer soy más básica.
        Auro, si estás pensando en saltar la hoguera, ponte las chirucas, ni se te ocurra ir en sandalias.

        1. Antonia

          Pero Susana, con las chirucas y la calor le van a salir por lo menos callos o sabañones, yo que sé, además que eso tampoco es cool, mejor que se ponga unas katiuskas, que son más exóticas.

      2. Antonia

        Aurora, chamuscate solo que quedarás más mona para la foto. Yo creo que esos títulos los hacen largos, porue los platos on breves, digo el contenido, porque los platos cada vez son más extraños, digo la vajilla, no sabes si son tejas para construir una casa o palanganas, o maderas para una balsa. Que poco cools somos , de verdad. Mira, voy a freir unos huevos y asar unas sardinas. 🙂

  6. Paloma Casado Marco

    Gracias Susana por esas entradas magistrales que nos regalas. Personalmente, aunque fuera capaz, que no lo soy, no me atraería el escribir una novela. Me siento cómoda con lo pequeño y hasta cuando dibujo, me salen cosas de tamaño mucho más chico que lo real. Estoy de acuerdo en que cada uno debe buscar la expresión que cuadra con su carácter y capacidades. Dicen que toda la materia del mundo se encuentra en una gota de agua.

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