Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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126. LA LUNA QUE NOS MIRA (Toribios)

Por entonces ocurrió lo del hombre en la luna, y nosotros lo vimos desde fuera del teleclub, porque los mayores no nos dejaban entrar. Era verano y nuestras madres estaban a la fresca en el serano, a la luz incierta de una luna que ya no era la misma. Me acuerdo del cepillo de dientes de Armstrong –o de Collins, o quizás de Aldrin– flotando como el bastón de un mago dentro del módulo lunar. Fue tal la fiebre interplanetaria, que todos nos veíamos, de allí al 2000, vistiendo monos ajustados y escafandras, y conduciendo coches voladores. En otoño, de vuelta a la ciudad, inauguraron en el barrio una discoteca llamada Apollo XI, así con doble ele. En ese antro oscuro con luces de colores di mi primer beso y tuve la primera decepción, y por supuesto ahogué mis desdichas en alcohol barato. Ella se llamaba Mari Pili y tenía unas pecas muy graciosas. Aún las veo a veces, salpicando la luna llena, en algunas noches de insomnio. Ahora, después de los eones de tiempo transcurrido. Sin mono, ni escafandra.

14 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Cuando en la infancia o juventud imaginamos el futuro solemos equivocarnos. Pensamos que sabremos dirigir nuestra vida, cuando luego es ella la que parece gobernarnos a nosotros a su capricho. Siempre hay una Mari Pili en el recuerdo, que fue inductora del consumo de alcohol barato. La Luna, mientras tanto, no deja de mirarnos, impertérrita. A ella no le afectan ni le importan nuestras inquietudes efímeras y cambiantes, esa suerte tiene, que ni sufre ni padece.
    Un gusto leerte siempre, Antonio. Aprovecho otra vez para darte la enhorabuena por ese niño de letras que acabas de sacar a la luz.
    Un abrazo y suerte

    1. Siempre, Angel, tan receptivo y tan amable. Gracias por tus palabras. Efectivamente la vida nos lleva, como el viento lleva las hojas. A veces hay, eso sí, que rebelarse e intentar ir contra corriente, pero el final es el final…

  2. Pablo Núñez

    Antonio, excelente tu micro evocando el primer contacto cercano que tuvimos en nuestro país con el espacio. Me gusta que cuentes una historia de aquellos tiempos envuelta en un vocabulario que acaricia los sentidos del que lee, y lo enlaces con aquellos días en blanco y negro en los que nos enteramos, que además de ser trompetista, Armstrong también era un astronauta.
    Un abrazo.

    1. Gracias, Pablo. Los de esta generación tenemos muy grabadas aquellas imágenes imperfectas en blanco y negro, y es inevitable que las experiencias de la vida no vayan unidas a algunos acontecimientos de la historia. Y sí, Armstrong dejó de ser sólo un trompetista, como cuando Roberto Carlos dejó de ser el del gato que está triste y azul para transmutarse en jugador del balón pie.

  3. Yolanda Nava

    Me gusta esa visión espacial desde la retrospectiva de un pasado en el que todo lo relacionado con el progreso era un imán, sobre todo para los más jóvenes.
    A nadie sorprende ya tu habilidad para poner voz a las vivencias pasadas.
    Me ha gustado ese cepillo flotando y esas pecas salpicando la luna.
    Suerte y un abrazo.

  4. Calamanda Nevado

    ANTONIO, tu historia se lee de un tirón, con ese regusto dulzón de entremezclar recuerdos y emociones. Suerte y saludos.

  5. Rafa Heredero

    Me ha gustado tu relato, Antonio, no solo por la facilidad que tienes de recrear sentimientos universales, sino por algunos detalles que me parecen magníficos, como el que los mayores no dejen entrar a los niños al futuro. Ya tendrán tiempo de descubrir ellos mismos lo decepcionante que puede resultar en todos los aspectos, y lo que añorarán toda su vida.
    Suerte y saludos.

  6. Ton Pedraz

    Hola Antonio. Enhorabuena por tu historia y por la forma entrañable de contarla. Me has hecho sentir protagonista. Me encantó. Suerte con todo en lo que estás.
    Ton.

  7. María Jesús Briones

    Me ha llamado la atención la imagen del cepillo de dientes, flotando como el bastón de un mago, me parece muy original y lograda, así como el resto de la historia.
    Saludos, Antonio.

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