Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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47.La playa y el ojo (Asunción Buendía)

Menuda playa, medio metro de algas en la orilla, rocas en su fondo y bañistas con una media de edad que roza los 80.

Resignada decido bañarme. Cuando el agua me llega a la cintura me cruzo con dos abuelillos que no dejan de mirar hacia abajo. No cabe duda, se les ha caído algo. Uno de ellos, me pide ayuda:

– Joven por favor, a mi amigo se le ha caído un ojo, ¿serias tan amable?

Señala la arena del fondo. Pienso que es un chiste y comienzo a reírme, aunque disimuladamente echo un vistazo. Me quedo petrificada: mirándome fijamente con su azul vidrioso ¡Hay un ojo!

Sin tiempo que perder, cual sirena me zambullo y con la máxima delicadeza lo atrapo entre mis dedos.

Se lo entrego al dueño, naturalmente ciego. Todavía coqueto, se había bañado con sus ojos de cristal. Muy agradecido, me hizo prometer que no le diría nada a su mujer, pues le tenía muy amenazado con lo que le haría si un día perdía algún ojo.

Hago el gesto de cerrar una cremallera sobre mi boca.

Ya desde lejos observo a esos dos traviesos octogenarios, mientras  pienso que ha sido un gran acierto hacer este viaje.

 

17 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Los viajes siempre son enriquecedores, el hecho de cambiar de ambiente supone abrir el espíritu a nuevas experiencias de las que aprender, como el curioso episodio del que fue testigo tu protagonista, que no descarto puede ser incluso autobiográfico, ya me dirás.
    Te mando un abrazo alegre y veraniego, Asunción, como tu relato. Suerte

    1. Hola Ángel, cómo suele decirse la realidad supera la ficción.voero es un pico descabellado encontrarse n ojo en una playa. Bueno yo no desvelo si fue cierto o no. Un abrazo de verano para ti también

    1. Hola Mariángeles todos los viajes nos cambian, porque de todos se aprende. Pero algunos dejan una huella que no se borra nunca. La mujer de mi relato no olvidaría fácilmente a aquellos ancianos y es normal porque nuestros mayores son una fuente inagotable de sabiduría y de vida.
      Un beso grande

  2. Calamanda

    Mª Asunción, la ilusion por estar mas guapo, presumir, no conoce edad; ni circunstancia. Bien contada la anecdota. Suerte y feliz verano

  3. No todos los días se zambulle uno a rescatar un ojo, así que… aunque solo sea por eso, ya es un viaje bien empleado, al igual que lo es el de los dos abuelos, y aún más si conservan la coquetería de no descuidar ni un ápice su estética.

    Original texto, Asunción.

  4. Jajaja. Pero qué original tu relato. Además de dejarnos con un buen sabor de boca (¡esas ganas de coquetear, de vivir, que nunca se pierdan!). Me gusta la imagen del ojo mirándola bajo el agua. Creo que no hay un viaje que nos deje indiferentes, que no aporte algo en nuestra vida (como tú nos has dejado bien patente).

    Un abrazooooo grande y felices vacaciones, Asun.

    1. Hola Amparo, efectivamente estoy de vacaciones, pero el lunes ya estaré en Madrid y podré conectarme mejor.
      En esta ocasión os dejo una anécdota con varias » moralejas» la principal es que la edad no es obstáculo para nada y que de todos los viajes se aprende y se disfruta. Un besazo mi querida Amparo/Petra

  5. María

    Qué ternura. No hay como darse un tiempito para compartir con quienes llevan a cuestas la experiencia que nos falta, su dulzura o su amargura, su fortaleza o debilidad. Me encantó el relato. Como siempre, maestra. Un abrazo apretado desde esta parte del mundo!

    1. Hola María, muchas gracias por tus palabras que suben la moral a cualquiera. Es un relato sencillo que pone de manifiesto que las personas son siempre un pozo de sorpresas y los ancianos nos regalan momentos impagables. Un beso grande

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