Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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130. LAS ANDANZAS DE LUCA

Me siento de nuevo dichoso. Que me quieren y he aprendido a quererles. Hasta están consiguiendo que olvide las vicisitudes pasadas. Pero aún recuerdo… Mi escaso volumen y proximidad al suelo, me dio cierta facilidad al abordar barcas repletas de gente, caminar sin caminos, entre barro, alambradas. Ir de hoguera en hoguera, acurrucarme de tienda en tienda del campamento de refugiados del momento. Esquivando inquietos bosques de piernas, botas, zapatos o desnudos pies. 

Ya en el Centro de Acogida del nuevo país, tampoco se mitigó demasiado mi existencia. Los más grandes dominaban, eran los que comían e implantaban sus normas. El pavor a la limpieza con manguerazos de agua. De nuevo cambió todo cuando ellos me acogieron, hasta mi nombre, Luca. Tengo alfombra, sofá, bañera, nuevo hogar. Pero no logro que entiendan, el porqué de mi pánico a los sonidos estridentes, petardos, cohetes. A mí me siguen pareciendo disparos o bombardeos. Tratan de convencerme de que no pasa nada cuando ocurre. Me acarician y atusan, nos miramos a los ojos. En los suyos atisbo que es verdad, no pasa nada. Pero no puedo evitar el temblequeo y el tirar de la correa para esconderme con el rabo entre las patas.

4 Responses

  1. Martín Zurita

    Hola, Ángel.
    Parece un perro salchicha que las ha pasado canutas en el pasado que le pasa factura en un presente más amable, más halagüeño, Es lo que ocurre con el sufrimiento, que suele dejar una huella indeleble. Para perfeccionar tu buen texto, convendría repasaras algunas palabras y subsanaras errores ortográficos, si te parece bien y conste que lo hago para ayudarte y en honor a tu relato. Como puedes comprender, para mí sería más fácil y cómodo pasar de largo por los errores: «mitigó», «cambió»,» por qué», «mí». Tú verás, eres el autor. Me gusta tu propuesta. Un abrazote.

  2. Jesús Garabato Rodríguez

    Nos muestras una situación muy realista y que podría aplicársenos, seguramente, también a los humanos, que tras sufrir «perrerías» o maltrato, cualquier cosa que nos lo recuerde nos hace estremecer, por no decir otra cosa. Estoy de acuerdo con Eduardo en lo de que se aprecian demasiados errores que hacen que desviemos la atención debida al relato. Creo que el texto se puede corregir, editándolo, y volver a enviar. Suerte, Ángel. saludos.

  3. RUBIO

    Muchas gracias a los dos. Ni me había dado cuenta y me siento fatal.El fallo de las prisas y no haberlo releído.Pero os lo agradezco sinceramente.