Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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MAR132. JUBILACIÓN, de Alfonso González Cachinero

Llegó el día. Cumplía 60 años de trabajo, imprescindibles para cobrar el retiro miserable. A sus ochenta y cuatro ―había nacido con el siglo―, era el último profesor de una asignatura condenada a desaparecer por «retrógrada y inútil«, como dijo el Ministro de Pensamiento. Los colegas le habían comprado un ebook con todos los libros existentes. A él.

Fue al terminar su última clase, sobre «La Celestina«, cuando lo vio claro. Se subió con cuidado a la mesa. Abrió la ventana. La estantería de los libros crujió. «¡Don Rafael...!», exclamó alguien mientras él asomaba medio cuerpo. Cuando iba a tomar impulso, el libro de la mesa dio un brinco inesperado y le sujetó el tobillo. Los dos tomos del Quijote salieron disparados desde la estantería y se aferraron a su cintura. Los restantes ―Shakespeare, Dostoyevski, Cortázar…― volaron en tropel hacia el viejo maestro agarrándolo de las mangas, del pantalón, tirándole del pelo y las orejas.

Y cuando ya lo tenían inmovilizado en el umbral de la ventana, lentamente se dejaron caer al vacío mientras empezaban a batir sus pastas. Y todos juntos ―libros y maestro― se elevaron poco a poco y se alejaron volando, hasta desaparecer detrás del edificio vecino.

15 Responses

  1. Anonymous

    Muy representativo de hacia dónde pretenden llevarnos. Pero como reflejas bien. Los libros acabarán salvándonos. Gloria Arcos

  2. Me encanta ese viaje de profesor y libros. Lo que pudo ser una desgracia se convirtió en el vuelo de la imaginación y el amor mútuo.
    Muy, muy original y bien escrito.
    Suerte y abrazo.

    1. Como se dice habitualmente, cada libro es un viaje que no se sabe adónde nos lleva. En efecto, los libros del cuento devuelven al maestro el amor que les había entregado y le salvan la vida. Pero además inician con él, literalmente, un segundo viaje, una aventura nueva cuyo final desconocemos.
      Gracias por tus cordiales palabras, Antonia, y un abrazo.

    1. Te confieso que la primera versión tenía más de 400 palabras. A partir de ahí, todo ha sido podar y reescribir, omitiendo bastantes detalles que necesariamente habían de ser superfluos. Es posible que hayas intuido ese origen más extenso del relato. Es decir, que sí, que da para más, pero no en este certamen, claro. Un abrazo y gracias, Susana.

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