Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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MAR61. EL ÚLTIMO PASO, de Miguel Pereira Rodrigo

Con el paso del tiempo, su menguante caminar le alejaba de su puesto de trabajo. Pese a ello seguía estando cerca. Ahora, a dos años de jubilarse, le separaban 2084 pasos. Cuando abrió la puerta de casa empezó la cuenta atrás. Al llegar a la calle ya llevaba doscientos, luego todo recto hasta el primer semáforo, y tras cruzarlo, guiado por un pitido intermitente, alcanzó los mil. Giró a la izquierda, y con un alegre batir el bastón duplicó los anteriores, justo a la altura del quiosco en el que saludaba a Elías, coetáneo suyo en el barrio. Volvió a doblar la esquina sin esfuerzo, ahora a la derecha, y afrontó la recta final.
Acercándose al puesto de cupones, llaves en mano, se topó con un bullicio inusual, pero como era costumbre, lo primero era abrir el negocio. Tal vez por ello, o por la acuciante ceguera con la que mantenía una fidelidad inusitada desde hacía cincuenta años, no se percató del desencantado que desde la cornisa de su décimo piso, sobre su cabeza, se disponía a dar un último paso, con el cual, sin que ninguno de los dos lo planease, el drama resultó Kafkiano.

9 Responses

  1. Calamanda Nevado

    Miguel, el destino, siempre a disposición de lo nuevo, no le queda otra que cambiar o adaptarse a cualquier momento de la vida. Estos últimos pasos, parece que, le fue imposible darlos. suerte y saludos.

    1. Supongo que por obcecación de otro que pese a ver, lo veía todo más negro que el pobre invidente.

      Pero bueno, así es en ocasiones la vida, demasiado injusta para disfrutarla.

      Una perta.

  2. Anonymous

    Buen relato gallego. Expresiones logradas en una historia de coincidencias con trágico desenlace. Me perdí un poco al principio con lo de la lejanía del trabajo pero cerca. Aun así buen giro en el tema en un mes que se presupone muy futurista.

    Un abrazo intercontinental

    1. Gracias Felix. Me alegra que te haya gustado. Lo del principio viene por que con el tiempo la amplitud de la zancada va disminuyendo, sobre todo en el proceso de involución que a todos nos llega, como síntoma de la vejez. Y lo del desenlace, jugando con la casualidad de la vida, y con obras maestras del género como el drama del descantado. Dado que el nivel es muy alto, ser elegido resulta improbable, lo mejor será disfrutar con lo que escribo.

      Con lo dicho, aquí sigo, deseando ver tu aportación mensual. Me alegra el encuentro de momento efímero y «distante» con el que mantenemos el contacto.

      Seguid en la cresta. Una pertiña gorda.

  3. Buena memoria Ana. Con todo lo que lees y comentas incluso mejor. Pero bueno, entiendo que este es un relato diferente al anterior. Lo cual no resta mérito a ninguno de ambos, simplemente les dota de una singularidad especial. Casi hablo de ellos como si fueran niños. Me alegra que te haya gustado.

    Una perta gorda.

  4. Ese principio es genial y el final lo cierra a lo bestia, perfecto. Cuando voy cansada (o es que noto la edad) me da también esa sensación de que el edificio donde trabajo lo han puesto un poco más lejos. Lo has descrito muy bien.
    Un abrazo.

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