Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

Single Blog Title

This is a single blog caption

89. MARÍA LA TOMATERA

Tenía mucha prisa, mi boda era a las cinco y faltaban flecos por resolver. Entre otras cosas lavar mi viejo seiscientos. Decidí ir al campo y darle un manguerazo.

Cuando iba para allá divisé una desgarbada figura familiar andando por el arcén de la carretera. Era María la Tomatera, se movía como una chavala con sus casi ochenta años a cuesta. Guardesa de una finca de recreo, propiedad de la típica familia señorial andaluza, tenía que recorrer diariamente a pie seis kilómetros hasta el pueblo para comprar provisiones.

Paré mi vehículo y me ofrecí a llevarla. Cuando le dije que me casaba esa tarde, sorprendida, me indicó que fuéramos a su casa. Entramos en su humilde vivienda,  olía a jabón del lagarto, y entre sus cosas me compuso un bello ramito de flores campestres: «Esto se lo das a la novia de mi parte y le dices que ya le llevaré algo mejor otro día….» Acepté agradecido el obsequio y nos fuimos al pueblo.

Pasaron los días y me olvidé de María, al poco tiempo me llegó la triste noticia de su fallecimiento. Para mí su ramito fue el mejor regalo de bodas.

Antonio Rodríguez Daza

5 Responses

  1. Jesús Garabato Rodríguez

    Qué delicado tu texto, Antonio. Y que provechosa lección nos enseñas, la de que muchas veces lo más sencillo, entregado con afecto y desinterés, supone el mejor de los agasajos e imposible de superar por las más lujosas y onerosas naderías. Me ha gustado mucho. Saludos.

  2. ANTONIO RODRÍGUEZ

    Gracias por vuestros comentarios. Me ha servido este relato para reecontrarme con viejas y sentidas experiencias, pero aún así todavía, en la actualidad, se dan casos lamentables en ese espacio, aunque muchas protagonistas sean mujeres de otras latitudes, no deja de ser curioso que sigue la explotación.

  3. Precioso regalo y precioso relato. Hay mujeres que parecen formar parte del paisaje de nuestros pueblos, esas que hemos visto año tras año y que no parece pasar el tiempo por ellas. Pero pasa y cuando nos dejan su vacío es muy grande.
    Me ha gustado mucho.
    Un abrazo

Leave a Reply