MAY144. LIBRE, de Kriselda Fernandez
Otra noche sin dormir. Tus ojos arden y pesan. Con la mirada perdida recorres la pared manchada y fría, sin ánimo ya, te repites hasta la extenuación que ha llegado el momento de correr. Cadenas y ataduras invisibles, ideas conservadoras impuestas por generaciones forman el grillete que sangra tu piel. El cepo de sus amenazas mantiene tu cabeza gacha; los barrotes de tu cárcel se yerguen uno a uno por la impotencia de sentirte débil, pobre, desnuda, pequeña, incapacitada. Otro día perdido, otro año perdido en su cuento perverso. Ahora es tu tiempo. Tiempo de ser león y no cordero, de respirar a dos pulmones, de cerrar tus oídos y detener sus puños.
Interesante relato.
Suerte.
Jorge Silva
Toda una historia, como un cuento, pero por desgracia no.
Tiene mucha fuerza en sus imágenes en sus palabras, y en su fondo. Has mostrado muy bien el problema desde dentro, y has mostrado el camino exterior para liberarse.
Te felicito porque enseñas un camino a la esperanza y destaco sobre todo esa frase en que ella es su príncipe y no necesita que nadie la proteja, que en ella está la fuerza para vivir sola o bien acompañada.
Mucha suerte.
Kriselda, tu relato me parece un soplo de fuerza a alguien muy casado de sí mismo. ¡Suerte!
Belén
Kris, de nuevo has escrito un relato potente, lleno de imagenes y acciones. No te miento, tuve que buscar la definicion de varias palabras para poder entender el mensaje completamente 😉 En fin, desafortunadamente, Libre describe la situacion de muchas personas, y solo espero que Libre pueda ser leido y tomado como consejo por todas las personas que se encuentren en esa situacion. Yo, por mi cuenta, pienso enviarselo a varias personas. Mil saludos, y espero con ansiedad, tu proximo relato. Un abrazo.
Un relato distinto por el enfoque. Toda la fuerza reside en la voz del narrador, que quiere ayudar a la protagonista, empujarla a salir del bache. Pero quizá en un micro deberían actuar más los personajes, aunque no me disgusta esta giro intervencionista.
Un abrazo.
Como bien dicen los compañeros: un relato lleno de fuerza. Y yo agregaría repleto de valor.
Un abrazo.
Héctor