Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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73. MIGRANTES (Beto Monte Ros)

Odelim, hijo de Naitana, era muy pequeño cuando ella partió en busca de trabajo al otro lado del desierto.  Aunque con el tiempo llegó a acostumbrarse a su ausencia, no logró borrarla de sus recuerdos. Creció bajo el cuidado de su abuela, quien solía contar que su hija se había ido al país de las luces.

En la aldea decían que más allá de las dunas, estaba el lugar donde vivía su mamá y, sin pensar en el peligro, se dispuso a encontrarla. Emprendió el viaje una noche que la luna llena alumbraba los senderos, pero a los pocos días de andar, con poca agua y cansado, le sorprendió una tormenta que le detuvo en el camino. Su cuerpo quedó sepultado en la arena, junto a su más profundo deseo: volver a ver a su madre

El viento que, a veces, es aliado de los muertos, arrastra una nube de tierra hacia la ciudad donde, en una pequeña habitación, Naitana baja las cortinas, y cree que la nostalgia se burla de ella: al barrer el polvo que se coló por la ventana, ha escuchado la voz de su hijo.

40 Responses

  1. Virtudes

    Precioso relato Beto.
    Tan grande es el amor que se tienen madre e hijo que no lo podrán borrar distancias ni vicisitudes.
    Saludos.

  2. Ay, Beto, que historia más bella e emocionante has escrito. La verdad tienes mucha imaginación y eres un excelente cuentista. Si esta historia la transformas en 1000 palabras y la mandas en concursos no tengo la más mínima duda que ganará cualquier concurso. Un abrazo,amigo, Sotirios.

    1. Gracias Sotirios por tus palabras de motivación. En un principio esta historia era como de 500 palabras e hice varias versiones hasta llegar a esta, que fue la que más se acercó al requerimiento de las 200 palabras.
      Saludos.

  3. Mª Belén Mateos

    Preciosas palabras para un relato que esconde una gran tristeza.
    Yo también creo que la unión de una madre con su hijo puede traspasar cualquier barrera.
    un abrazo

  4. Esther Cuesta

    Me toco’ el corazón, de puro triste. Terrible la separación de una madre y un hijo, que reflejas de forma casi poética.

    1. ¡Por dios Patricia! Ninguna lección ni nada de maestro, son palabras muy grandes. Lo que soy es caradura, por atreverme a participar en este espacio de muy buenos microrrelatistas. Gracias por tan halagador comentario, floto en mi ego.
      Saludos.

  5. Isabel

    Siempre prefiero las historias de final feliz (demasiados cuentos de hadas), sin embargo, es tan bello tu cuento y está contado con tanta dulzura que hasta el final me parece feliz.

    1. Qué bueno que, a pesar de la historia, el final parezca feliz, quizá Naitana lo es, al creer que ha escuchado la voz del hijo. Gracias Isabel por acercarse hasta mi relato y dejar su comentario.
      Saludos.

  6. Un montón de aplausos te mereces por esta tierna historia tan excelentemente contada y con ese final tan excepcional.
    Me ha gustado mucho.
    Un saludo

  7. Me parece un relato precioso además de exquisito en su ejecución. Beto, cada nuevo relato creces y creces. De los que más me han gustado de tu repertorio. Esa imagen final que conecta todo lo que has ido anunciando tiene muchísima fuerza. Muy literario. Mucha suerte 🙂

    1. Hola Juan Antonio, tus palabras me motivan a seguir en la búsqueda de la historia que supere el repertorio de lo escrito hasta ahora. Gracias por la lectura, me complace que te haya gustado.
      Saludos.

  8. Entre madres e hijos nunca hay barreras ni distancias que les separen…demuestras habilidad en tocar con sensibilidad al lector.Me gusta mucho este relato basado en un tema muy actual y que es motivo de muchas discusiones, pero poca solución.

    Un saludo
    Rosa

    Mucha suerte!

  9. La tristeza que permea esta historia no la hace menos bella, BETO. Ese lazo que ni la muerte misma puede cortar es, sin lugar a dudas, el más fuerte de la tierra.

    Ese último párrafo con nube de tierra y viento- el «aliado de los muertos- es sencillamente sublime.

    Tarde pero seguro, te digo que me encantó.

    Nos leemos,
    Mariángeles

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