Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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85. NÁYADES SUPERVIVIENTES

Hace no mucho tiempo los campos parecían jardines. Cualquier pedazo de tierra, por pequeño que fuese, era fértil. Los ciclos estacionales eran rutinarios Los ríos corrían bulliciosos y las fuentes brotaban con vigor. Las gentes no sólo cuidaban sus propiedades sino el medio en el que vivían. Las náyades se sentían mimadas y ellas a su vez protegían el preciado líquido en el que habitaban. La armonía se sentía, se respiraba.

No se sabe bien cuándo el perfecto equilibrio comenzó a desmoronarse. El primer signo fue la presencia invasiva de zarzas y malas hierbas. Le siguió una inactividad  colectiva, que giraba la cabeza para no ver esas manchas disonantes. La exuberante maleza comenzó a expandirse libremente. Las plantas crecían sin control y pugnaban entre ellas por conseguir luz y alimento. Las aguas se tornaron turbias, espumosas, aceitosas e incluso pestilentes.

Las náyades, otrora vivarachas y locuaces, comenzaron a languidecer. En la misma medida en que ellas dejaban de hacer elegantes volteretas y traviesas cabriolas el agua perdía su capacidad de oxigenación. Las náyades se fueron debilitando y sólo algunas, las más fuertes, sobrevivieron. Localizarlas hoy es tan arduo como encontrar una fuente de aguas cristalinas.

9 Responses

  1. Dolores, me alegra tu final, porque pintaba cruda la situación de las aguas, pero esas náyades supervivientes son la esperanza de que todavía tenemos posibilidad de superación, ojalá no permitamos que desaparezcan definitivamente.

    Mucha suerte.

    1. Dolores Asenjo

      En nuestras manos está impedir su extinción. Junto a los desaprensivos hay mucha gente preocupada por respetar a la madre naturaleza. Confió en que sean estos últimos los que ganen la partida. Gracias Yashira.

    1. Dolores Asenjo

      Por suerte algunas náyades aun quedan. Es delicioso intuir su presencia cuando contemplo el río de mi pueblo o me encuentro con una fuente que nace espontáneamente con las aguas de las nieves.

  2. Martín Zurita

    Hola, Dolores.
    Un texto el tuyo narrado al modo clásico, un primer acierto a mi modo de ver. Y narrado en tres actos: introducción, nudo o núcleo y desenlace. Otro acierto. La prosa es de alto voltaje para dar lugar a un relato macizo, muy hermoso. Con una sonoridad, una acústica de primera. Es un acierto inmenso. Como también esa invitación, velada o no tanto, a cuidar la naturaleza. El medio ambiente, que alberga seres fantásticos como las náyades, qué nombre tan precioso. Las náyades supervivientes. Felicidades, Dolores, me entusiasman tus renglones. Y un beso.

    1. Dolores Asenjo

      Gracias Martín por tus benévolos comentarios.
      Cómo bien dices lanzo una invitación bastante expresa a cuidar nuestro entorno natural. Creo, quizás un tanto ingenuamente, que con independencia de protocolos y tratados internacionales, cada uno de nosotros tenemos el deber de cuidar nuestra Tierra.
      Un afectuoso saludo.

  3. Isabel

    Pues depende por supuesto de nosotros conseguir que las náyades no tengan problema de supervivencia.

    El ritmo del crecimiento económico es distinto que el de la conciencia humana por el medio en el que habita. De momento arrasa.

    FELIZ AÑO 2018, con mucha esperanza para las náyades

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