Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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79. No-monstruo

Su mujer no estaba bien, eso lo veía con claridad. Pero los hijos seguían llegando en un torrente sin fin. Él acompañaba al amanecer de cada día, para buscarse la vida recogiendo el caucho en las plantaciones. Y cada atardecer la luz selvática le devolvía a sus niños desatendidos, a veces desaparecidos, mugrientos, con hambre. Fue entonces cuando llegó al poblado una periodista muy joven, con ese brillo en los ojos de quien aún cree en la vida y te  deja ver a su través. Paulo acababa de nacer. Se lo dejaba relimpio en su hamaca al atardecer. Ella lo devolvía con su sonrisa transparente. Se lo colocaba en su regazo cuando desayunaba a la puerta de la cabaña, para que su aroma dulce impregnara sus instintos de hembra protectora. De nuevo ella volvía con el bebé y su sonrisa. Desesperado y en el intento último llegó corriendo al pequeño muelle justo antes de que zarpara su embarcación. Ella le miró con sus ojos brillantes, esta vez también húmedos.

11 Responses

  1. Beto Monte Ros

    El monstruo que descubro en este relato es el de la pobreza. Entiendo que el padre en el muelle quería regalar el hijo a la periodista. Es un microrrelato que cuenta la historia de lo duro que es vivir ¿en la selva? ¡Suerte!
    Saludos.

  2. Si, Beto, has interpretado bien. El título no-monstruo hace referencia a que en determinadas situaciones, acciones como regalar un hijo pueden no solo no ser monstruosas, sino incluso actos de generosidad. La historia ocurre en la selva, si, en Brasil. Está basada en una historia real
    Gracias por comentar

  3. Ton Pedraz

    Tremendamente triste, que un padre se vea avocado a entregar a uno de sus hijos por falta de unos pocos medios que le permitan cuidar de él. Situaciones como la que relatas no deberían ocurrir jamás, pero por desgracia presiento que están a la orden del día en cualquier parte de este mundo injusto.
    Muy bien relatado. Suerte.
    Ton.

  4. Salvador Esteve

    Reyes, duro relato, como lo es también ver que tus hijos no tienen futuro. Ante tal perspectiva, un acto en sí monstruoso, «entregar a un hijo», puede convertirse en un acto de valentía y amor. Abrazos.

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