Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

94. Guerra

La tormenta es esa palabra que nadie se atreve a pronunciar. Es como un hito maldito en nuestra historia, algo que los mayores se esfuerzan en olvidar y nosotros no acabamos de concebir.

¿Qué es una tormenta?, nos preguntamos unos a otros y nadie es capaz de dar una respuesta segura. Una gran cantidad de agua, dicen algunos. Una sucesión de descargas eléctricas que proceden del cielo, afirman otros; pero todo son conjeturas.

Hablar de agua en grandes cantidades parece imposible. Todo el mundo sabe que el preciado líquido se fabrica en unas industrias gigantescas, situadas en las montañas, en las cantidades justas para el consumo humano. Afirmar que el cielo puede descargar electricidad resulta absurdo, cuando es conocido que toda la energía se produce en pequeños paquetes, para evitar accidentes.

Cuando preguntamos a los viejos sobre el vocablo prohibido, suelen contestar con evasivas. Ellos saben lo que ocurrió, pero nunca nos lo dirán. En algunas ocasiones, cuando están relajados y vuelven a contarse sus viejas historias, emplean palabras indescifrables para nombrar a la tormenta. La que más me llama la atención es “guerra”.

93. ORÁCULO (Rafa Olivares)

A esa difícil edad de los catorce los padres de Zoilo empezaron a preocuparse por su futuro; si valdría para los estudios, para los negocios, para ganarse la vida por sí solo, …

Fue una tarde de tormenta cuando decidieron ir a preguntarle al patriarca, Manuel Vargas, anciano, sabio y prudente, quien, cual oráculo de la antigua Grecia y observando circunspecto al chico, escueto y solemne sentenció «El muchacho tiene madera».

Volvieron los tres empapados y los padres, además, aliviados, complacidos y confiados por lo que el mañana parecía reservar a su único hijo.

Y algo de razón debía de tener el viejo, por cuanto que, cada vez que el chaval se rascaba la cabeza, quedaban entre sus uñas algunos restos de serrín.

91. Pez grande, pez chico

Pasábamos las tardes pescando en el muelle, mientras el alboroto de las gaviotas se desvanecía entre las olas y la luz se esfumaba por los tejados.

No jugábamos con otros niños, éramos siempre los mismos y en aquella simbiosis, en aquella endogamia fuimos despidiéndonos de la infancia.

Antonio extraviaba los ojos cuando llegaba algún pesquero, esperando la llegada de su padre, que zarpó cuando él apenas sabía chapotear en los charcos y jamás volvió.

Sus carencias las pagaba mi piel, que amoratada volvía siempre a casa sin que el resto moviera ficha. Cada uno aceptaba el lugar que ocupaba en ese submundo.

Una tarde de tórrido calor, volvió a suceder. La tormeta hizo bramar las olas, el cielo se tornó de luto y ningún barco atracó cargado con sus deseos.

La emprendió conmigo.

Una lóbrega nube cubrió mis ojos y el sedal de mi caña se aferró a su cuello. Tensé el hilo con la fuerza con la que los peces se clavan aún más el anzuelo, ávidos de escapar de una muerte inesperada.

Apenas el graznido estridente  de las gaviotas huyendo del aguacero logró quebrar el silencio.

90. CUENTOS Y MÁS CUENTOS

El abuelo, que siempre había sido como mudo, un buen día comenzó a contar historias en las comidas. ¿Sabéis que en un día como este…? era su entradilla, y aunque al cabo de un tiempo ya las conocíamos todas, nunca le interrumpíamos. Nos encantaba escucharle, a pesar de que sus relatos eran tan fantásticos que sabíamos que eran fruto de una mente desbaratada por la edad.

A Julia le gustaba el de los días de calima, cuando nos contaba que había visto salir de entre los alcornocales a un ciervo enorme y blanco como la nieve, que tras mirarle, se elevó sobre sus patas traseras como un caballo y partió por donde había venido.

A mi me encantaba el de los días de tormenta, cuando según él, tras caer un rayo a veinte metros de sus pies, encontró en el hoyo que este dejó en el campo de tabaco, a una preciosa niña: Nuestra madre.

Muchos años después, decidí pedir una excedencia en la Universidad de Oxford para cuidar de mamá junto a Julia.

Cuando la bañaba por primera vez, mi hermana esperó en silencio hasta que fuera yo misma la que descubriera que mamá no tenía ombligo.

 

 

 

89. Sin palabras (Tíndaro del Val)

Estaba a punto de dormirme cuando escuché los primeros golpes. Me asomé a la terraza y vi una ballena en el suelo. Al cabo de unos segundos cayeron un pedestal y una desilusión. Volví a la cama mientras la lluvia azotaba con violencia los tejados de la ciudad. Al día siguiente amaneció soleado. Salí a la calle después de tomar un café bien cargado y me quedé un rato embobada viendo cómo los niños construían blancas torres de palabras y hacían guerras de puntos suspensivos. Entonces me acordé de ti, de los días en que salíamos a jugar con las palabras después de las tormentas. Tenías un don increíble para escribir con ellas poemas que arañaban mi corazón. Por eso no entendí que te fueras sin decir nada. Ni siquiera una carta de despedida. Dejé partir tu recuerdo y emprendí el camino al trabajo esquivando los montones de palabras ennegrecidas que se acumulaban en las aceras.

En el portal de enfrente, como siempre que escampa y la ciudad huele a lluvia, una silenciosa figura la observa alejarse. Una vez ha doblado la esquina, cruza la calle y coloca con cuidado una palabra delante de su puerta: “Perdón”.

88. AL RITMO DEL UNIVERSO

He pasado el invierno esperando que se desencadenara una buena tempestad  y … ¡mira que ha llovido este invierno!  pero nada de fundamento;  todo eran lloviznas, calabobos, chirimiris y otras morondangas.

Sin embargo eso no era suficiente para mi propósito; lo que yo necesitaba  era una tormenta de esas que hacen temblar la tierra e iluminan el cielo nocturno con venas incandescentes.  Una tormenta de las que sobrecogen a los hombres de buena voluntad y acojonan a los de mala.

Hoy, por fin, he podido contemplar  como se avecinaba la tormenta perfecta.

Así que aprovechando la mascletá del universo he salido sigilosa de mi habitación y me he dirigido a la tuya y… de este modo, sin dejarte emitir una sola  palabra me he metido en tu cama.

Todo ha salido como lo había soñado y   por fin hemos podido amarnos arrullados por la ira del universo y  por los confiados ronquidos que desde su habitación emitían tus padres.

87. DILUVIO

Llueve un montón, a cántaros, tanto que me hace pensar en una posible inundación; me sobrecoge un poco, si eso llegara a pasar, imaginar a tanta gente que se pudiera quedar sin hogar, con todo perdido, sus negocios, sus pertenencias, y especialmente pérdidas de vidas humanas, y animales, muchos animales domésticos, acostumbrados a vivir a la sombra de sus dueños.

Después de un buen rato, de pronto deja de llover, la tormenta parece alejarse y ya solo se siguen escuchando caer gotas de lluvia de los árboles y los tejados de las casas. El cielo se está abriendo y el sol irá, poco a poco, secando todo lo que la lluvia había empapado. Y con ello llega también un poco mi sosiego; mi perro me ladra porque quiere su paseo de rigor; el vecindario empieza a salir y llenar de nuevo con bullicio el barrio, también como de costumbre. Ahora todos ansiamos salir, tras escondernos de la diosa lluvia.

86. ESTRELLA DE ROCK (Concha García Ros)

No se explican por qué justo ahora,  cuando  iba a comenzar su gira por Europa, no saben nada de él.

Aquel último concierto, en un bar con aforo limitado, fue lleno total. Como viene siendo costumbre cuando las primeras notas de su guitarra desgarran el silencio, comenzó a llover. Es algo que ya forma parte de la leyenda de la banda.

Canta y su voz hipnotiza, envuelve, seduce a hombres y mujeres. Alza los brazos e invoca al trueno, la tormenta le responde con vehemencia.

Terminado el concierto  se acerca a la barra y pide un whisky. Conversa animado con unos y otros y, tras varias copas, se acerca a un grupo de chicas. Les dice algo entre susurros, va buscando emociones fuertes. Ríe seguro de sí, hasta que se cruza con esa mirada, es la de ella, no hay duda. Hera le increpa, le juzga, le condena.

Zeus sale del local, corre en la noche bajo la tormenta, empapado. Sabe que ella tiene razón. Es hora de volver, no es fácil ser un dios entre los hombres.

85. POST MORTEM (Arantza Portabales)

El forense  inicia la autopsia practicando una incisión perfecta  en forma de T. Comienza de hombro izquierdo a derecho bajo las clavículas y sobre el manubrio del esternón. Después desciende perpendicularmente hacia abajo, esquivando el ombligo,  hasta alcanzar el pubis.

Realizada la incisión, procede al examen del cadáver.

Comprueba que una cantidad inusual de agua se aloja en las entrañas del hombre. Agua de  lluvia. En el riñón se encuentran piedras de granizo de un tamaño considerable. La práctica totalidad de los órganos han sido desplazados por una fuerza desconocida, que bien pudiera ser un viento huracanado. En los pulmones aún se aprecian restos de tramontana y mistral.

La conclusión definitiva la arroja el examen del corazón, partido en dos mitades, cuya simetría y exactitud desafían la lógica científica. Analizada la laceración, el facultativo concluye que lo partió un rayo.

Concluido el informe, éste es archivado siguiendo los cauces administrativos habituales.

Ahora, sesenta  años después, este informe adquiere gran valor en el ámbito científico, y viene a aclarar algunas cuestiones hasta ahora controvertidas.

Como por ejemplo, en qué momento se inició el cambio climático.

O por qué los huracanes más devastadores tienen siempre nombre de mujer.

84. LOS DÍAS TEMPESTUOSOS DE ERIKSEN (Óscar Quijada Reyes)

“La tormenta del deshonor azota a Jasper Eriksen”, fue el titular de El Expreso Capitalino; “Prestigioso empresario es vinculado a la mafia”, destacó El Universo a primera plana, y ya el mes anterior, una revista mostraba su foto en la portada a color, y advertía: “El imperio se derrumba”.

Esas publicaciones y muchas más, estaban en una de las tantas propiedades que aún poseía Eriksen. El magnate pasaba por unos días tan tormentosos que hasta pensó en quitarse la vida.

Afuera llovía a cántaros, mientras él, desesperado, llevaba las manos a su cabeza y la agitaba de un lado a otro. Se consideraba un buen hombre y no podía creer que los medios informativos lo atacaran, que su esposa lo dejara por dedicar tanto tiempo al trabajo y que sus hijos lo repudiaran.

Terriblemente contrariado, echó mano a su pistola, se detuvo a mirarla, y apuntó al hombre que había sido su mano derecha. Este se encontraba amarrado a una silla, sin escapatoria alguna; dos veces tronó el arma del delincuente, que así acabó con la vida de quien consideró responsable del descubrimiento de sus negocios sucios.

83. TORMENTA TRAS EL PORTAL

Se acercaba una tormenta apresuró el paso y se guareció en la entrada de un portal.Pasados unos segundos descubrió a lo lejos el resplandor de un rayo.

Sabía que desde el momento en que se ve la luz hasta que se oye el trueno si cuentas 1,2,3..etc…. cuanto antes escuches el ruido mas próxima está la tormenta.

Se apretujó contra la puerta y en esa posición pudo oir voces del otro lado.

Tienes que decírselo Andrés ,yo te quiero.

Un relámpago iluminó toda la calle, el estruendo hizo temblar el asfalto y se hizo la penumbra .

Otro relámpago volvio a iluminarlo todo. Las piernas de Susana no eran capaces de mantenerse rectas.

Decidió llamar con los nudillos para que le dieran cobijo, y cuando estaba dispuesta a hacerlo escuchó la voz de un hombre:

Lola cariño,yo..

El ruido del trueno no le permitió oir nada mas.

Susana ayudada por la luz de su movil buscó el número del edificio descubriendo que allí vivía su amiga Lola y Andrés ¡ ERA SU MARIDO !

Ellos juntos….

La voz de susana quedo sepultada por la tormenta que se había apoderado de la ciudad y de su vida.

82. Soné que te perdía

Que Tanit, la gran diosa del Cielo enviaba todo su poder y artificio contra mí hasta conseguir arrancarte de mi lado. Ensordecida por truenos atroces, y cegada por sus relámpagos, supe que por mucho que luchara tenía la batalla perdida de antemano. Su rostro irradiaba tanta ira que me desperté empapada en sudor angustiada bajo las sábanas. Fuera el viento rugía y se colaba entre las persianas, la lluvia azotaba sin piedad y la luz de unos segundos me permitió ver la habitación y a ti en la ducha. Me relajé un momento, aunque todavía asustada cuando otra pequeña luz se encendió en el bolsillo de tu pantalón. Alcancé el móvil sin pensar, quizás para aferrarme a algo tuyo, cuando su imagen me atrapó, “regreso mañana”, decía y Tanit en la pantalla absorbió todo el aire, dejándome sin respiración y parando mi corazón.

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