Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

89. Sin palabras (Tíndaro del Val)

Estaba a punto de dormirme cuando escuché los primeros golpes. Me asomé a la terraza y vi una ballena en el suelo. Al cabo de unos segundos cayeron un pedestal y una desilusión. Volví a la cama mientras la lluvia azotaba con violencia los tejados de la ciudad. Al día siguiente amaneció soleado. Salí a la calle después de tomar un café bien cargado y me quedé un rato embobada viendo cómo los niños construían blancas torres de palabras y hacían guerras de puntos suspensivos. Entonces me acordé de ti, de los días en que salíamos a jugar con las palabras después de las tormentas. Tenías un don increíble para escribir con ellas poemas que arañaban mi corazón. Por eso no entendí que te fueras sin decir nada. Ni siquiera una carta de despedida. Dejé partir tu recuerdo y emprendí el camino al trabajo esquivando los montones de palabras ennegrecidas que se acumulaban en las aceras.

En el portal de enfrente, como siempre que escampa y la ciudad huele a lluvia, una silenciosa figura la observa alejarse. Una vez ha doblado la esquina, cruza la calle y coloca con cuidado una palabra delante de su puerta: “Perdón”.

88. AL RITMO DEL UNIVERSO

He pasado el invierno esperando que se desencadenara una buena tempestad  y … ¡mira que ha llovido este invierno!  pero nada de fundamento;  todo eran lloviznas, calabobos, chirimiris y otras morondangas.

Sin embargo eso no era suficiente para mi propósito; lo que yo necesitaba  era una tormenta de esas que hacen temblar la tierra e iluminan el cielo nocturno con venas incandescentes.  Una tormenta de las que sobrecogen a los hombres de buena voluntad y acojonan a los de mala.

Hoy, por fin, he podido contemplar  como se avecinaba la tormenta perfecta.

Así que aprovechando la mascletá del universo he salido sigilosa de mi habitación y me he dirigido a la tuya y… de este modo, sin dejarte emitir una sola  palabra me he metido en tu cama.

Todo ha salido como lo había soñado y   por fin hemos podido amarnos arrullados por la ira del universo y  por los confiados ronquidos que desde su habitación emitían tus padres.

87. DILUVIO

Llueve un montón, a cántaros, tanto que me hace pensar en una posible inundación; me sobrecoge un poco, si eso llegara a pasar, imaginar a tanta gente que se pudiera quedar sin hogar, con todo perdido, sus negocios, sus pertenencias, y especialmente pérdidas de vidas humanas, y animales, muchos animales domésticos, acostumbrados a vivir a la sombra de sus dueños.

Después de un buen rato, de pronto deja de llover, la tormenta parece alejarse y ya solo se siguen escuchando caer gotas de lluvia de los árboles y los tejados de las casas. El cielo se está abriendo y el sol irá, poco a poco, secando todo lo que la lluvia había empapado. Y con ello llega también un poco mi sosiego; mi perro me ladra porque quiere su paseo de rigor; el vecindario empieza a salir y llenar de nuevo con bullicio el barrio, también como de costumbre. Ahora todos ansiamos salir, tras escondernos de la diosa lluvia.

86. ESTRELLA DE ROCK (Concha García Ros)

No se explican por qué justo ahora,  cuando  iba a comenzar su gira por Europa, no saben nada de él.

Aquel último concierto, en un bar con aforo limitado, fue lleno total. Como viene siendo costumbre cuando las primeras notas de su guitarra desgarran el silencio, comenzó a llover. Es algo que ya forma parte de la leyenda de la banda.

Canta y su voz hipnotiza, envuelve, seduce a hombres y mujeres. Alza los brazos e invoca al trueno, la tormenta le responde con vehemencia.

Terminado el concierto  se acerca a la barra y pide un whisky. Conversa animado con unos y otros y, tras varias copas, se acerca a un grupo de chicas. Les dice algo entre susurros, va buscando emociones fuertes. Ríe seguro de sí, hasta que se cruza con esa mirada, es la de ella, no hay duda. Hera le increpa, le juzga, le condena.

Zeus sale del local, corre en la noche bajo la tormenta, empapado. Sabe que ella tiene razón. Es hora de volver, no es fácil ser un dios entre los hombres.

85. POST MORTEM (Arantza Portabales)

El forense  inicia la autopsia practicando una incisión perfecta  en forma de T. Comienza de hombro izquierdo a derecho bajo las clavículas y sobre el manubrio del esternón. Después desciende perpendicularmente hacia abajo, esquivando el ombligo,  hasta alcanzar el pubis.

Realizada la incisión, procede al examen del cadáver.

Comprueba que una cantidad inusual de agua se aloja en las entrañas del hombre. Agua de  lluvia. En el riñón se encuentran piedras de granizo de un tamaño considerable. La práctica totalidad de los órganos han sido desplazados por una fuerza desconocida, que bien pudiera ser un viento huracanado. En los pulmones aún se aprecian restos de tramontana y mistral.

La conclusión definitiva la arroja el examen del corazón, partido en dos mitades, cuya simetría y exactitud desafían la lógica científica. Analizada la laceración, el facultativo concluye que lo partió un rayo.

Concluido el informe, éste es archivado siguiendo los cauces administrativos habituales.

Ahora, sesenta  años después, este informe adquiere gran valor en el ámbito científico, y viene a aclarar algunas cuestiones hasta ahora controvertidas.

Como por ejemplo, en qué momento se inició el cambio climático.

O por qué los huracanes más devastadores tienen siempre nombre de mujer.

84. LOS DÍAS TEMPESTUOSOS DE ERIKSEN (Óscar Quijada Reyes)

“La tormenta del deshonor azota a Jasper Eriksen”, fue el titular de El Expreso Capitalino; “Prestigioso empresario es vinculado a la mafia”, destacó El Universo a primera plana, y ya el mes anterior, una revista mostraba su foto en la portada a color, y advertía: “El imperio se derrumba”.

Esas publicaciones y muchas más, estaban en una de las tantas propiedades que aún poseía Eriksen. El magnate pasaba por unos días tan tormentosos que hasta pensó en quitarse la vida.

Afuera llovía a cántaros, mientras él, desesperado, llevaba las manos a su cabeza y la agitaba de un lado a otro. Se consideraba un buen hombre y no podía creer que los medios informativos lo atacaran, que su esposa lo dejara por dedicar tanto tiempo al trabajo y que sus hijos lo repudiaran.

Terriblemente contrariado, echó mano a su pistola, se detuvo a mirarla, y apuntó al hombre que había sido su mano derecha. Este se encontraba amarrado a una silla, sin escapatoria alguna; dos veces tronó el arma del delincuente, que así acabó con la vida de quien consideró responsable del descubrimiento de sus negocios sucios.

83. TORMENTA TRAS EL PORTAL

Se acercaba una tormenta apresuró el paso y se guareció en la entrada de un portal.Pasados unos segundos descubrió a lo lejos el resplandor de un rayo.

Sabía que desde el momento en que se ve la luz hasta que se oye el trueno si cuentas 1,2,3..etc…. cuanto antes escuches el ruido mas próxima está la tormenta.

Se apretujó contra la puerta y en esa posición pudo oir voces del otro lado.

Tienes que decírselo Andrés ,yo te quiero.

Un relámpago iluminó toda la calle, el estruendo hizo temblar el asfalto y se hizo la penumbra .

Otro relámpago volvio a iluminarlo todo. Las piernas de Susana no eran capaces de mantenerse rectas.

Decidió llamar con los nudillos para que le dieran cobijo, y cuando estaba dispuesta a hacerlo escuchó la voz de un hombre:

Lola cariño,yo..

El ruido del trueno no le permitió oir nada mas.

Susana ayudada por la luz de su movil buscó el número del edificio descubriendo que allí vivía su amiga Lola y Andrés ¡ ERA SU MARIDO !

Ellos juntos….

La voz de susana quedo sepultada por la tormenta que se había apoderado de la ciudad y de su vida.

82. Soné que te perdía

Que Tanit, la gran diosa del Cielo enviaba todo su poder y artificio contra mí hasta conseguir arrancarte de mi lado. Ensordecida por truenos atroces, y cegada por sus relámpagos, supe que por mucho que luchara tenía la batalla perdida de antemano. Su rostro irradiaba tanta ira que me desperté empapada en sudor angustiada bajo las sábanas. Fuera el viento rugía y se colaba entre las persianas, la lluvia azotaba sin piedad y la luz de unos segundos me permitió ver la habitación y a ti en la ducha. Me relajé un momento, aunque todavía asustada cuando otra pequeña luz se encendió en el bolsillo de tu pantalón. Alcancé el móvil sin pensar, quizás para aferrarme a algo tuyo, cuando su imagen me atrapó, “regreso mañana”, decía y Tanit en la pantalla absorbió todo el aire, dejándome sin respiración y parando mi corazón.

81. DESEO (Ana Tomás García)

Empezó a descargar agua sobre la ciudad cuando salían de comprar cervezas. Corrieron bajo los soportales de piedra resguardándose de la lluvia y aún así llegaron empapados a casa de ella donde guardarían las provisiones para la fiesta.

-Bueno, nos vemos esta noche.

-No puedes irte así, sube, te prestaré un paraguas…

-No… Mejor me voy.

Él titubea, se enfrenta a la situación temida, ansiada. Su respiración le ahoga bajo el tronar de la tormenta. Ella le pega un tirón de la chaqueta.

-Vamos, sube. Te daré ropa seca.

No debe, pero se deja llevar. Los relámpagos se cuelan por los vanos de las ventanas y mientras se despoja de la camiseta. Deja su torso desnudo, se despeina. Ella se acerca y le da una sudadera. Se miran serios, no hablan. La situación es incómoda, tensa. Hay una foto de ella con otro, pero está difusa; azota con furia la impaciencia. Ella sabe lo que él piensa; sabe que no es justo, pero le desea. Se acerca, rompiendo el cerco de la prudencia. Cierran los ojos, se besan. Caen rendidos, y ahora empapan con miles de gotas, sobre el suelo del salón, la silenciosa alfombra persa.

80. La maldición

-¡¡¡Sujétate, Pedro!!! ─vociferó Luis mientras le soltaba un cabo.

Luis se había anudado al palo mayor aunque este sorprendente remolino, aparecido en la tormenta, se lo estaba engullendo todo. Con el nudo corredizo se dirigió a la cabina donde pensaba que se hallarían las dos chicas y el muchacho que faltaba. Al capitán y su ayudante los había visto caer por la borda, uno por despiste y el otro por salvarle.

Los cristales estaban rotos por las trombas de agua que caían. Al abrir la puerta se encontró con su amigo Raúl tumbado en el suelo en mitad de un charco de sangre y supo que estaba muerto. Esmeralda se encontraba histérica y chillaba sin control. Tuvo que darle un fuerte meneo para que dejase de gritar. La radio no funcionaba y lo siguiente que caería al remolino sería el barco, Maldito, si no encontraba a Ana. Ató a Esmeralda al timón y le vociferó para que no dejase de intentar pedir socorro por la radio.

En ese momento un cuerpo chocó contra la cabina y antes de que pudieran verle la cara sabían que Ana estaba muerta, por el giro anormal de su cabeza.

Y ahora era su turno.

78. Calma pasajera (Juancho)

Llueve día y noche. Tanto en el interior de mi casa como si salgo, llueve. En la oficina; cuando estoy en el gimnasio; si me animo a tomar unas cervezas con los amigos o a ir al cine con mi mujer, llueve. Mientras los niños corretean del salón a las habitaciones, de las habitaciones a la cocina, cuando gritan, lloran o se pelean, llueve. Y a veces, cuando me llaman, el sonido de los truenos me impide oír sus voces y les veo alejarse defraudados, posiblemente pensando en qué clase de padre tienen. Llueve sobre mis sábanas mientras tributo sumiso el arancel de mi matrimonio y, entre relámpagos, mi mente culpable cree descubrir tu rostro iluminado, fugaz. Ni paraguas ni sombreros ni techumbres consiguen mitigar el  aguacero. Cuando estoy en la calle, la gente camina a mi lado completamente seca, ajenos a los nubarrones de tormenta que me salen al encuentro y descargan sobre mí, inmisericordes, sus gotas afiladas. Entonces, como un sonámbulo, recorro el camino hacia tu casa, donde, empapado en ti, por fin puedo ver brillar el sol.

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