Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

DIC89. LA ABUELA ESTHER, de Paz Alvar

La comida de Navidad hacía de ella una artista de circo insuperable. Nos enseñaba a hacer equilibrios con los platos mientras servía la mesa. Se contorsionaba cuando pasaba entre las sillas del comedor, esquivando a mis primos y saltando por encima del perro, sin derramar ni una gota de sopa. Como el mejor de los mimos, hacía señales a mi abuelo y a mi madre mientras hablaba por teléfono con mis tíos de Chicago. Y al final, como por arte de magia, recogía todo en un momento y nos entregaba los regalos que más deseábamos.
Según se hizo mayor fue perdiendo estas destrezas. Sin embargo, comenzó a desarrollar unas increíbles dotes de adivinación. De esta forma, anticipó su partida y pudo prometerme antes de marcharse, que me visitaría cada veinticinco de diciembre.
Por eso hoy, cuando he encontrado su broche de cristal, no se lo he contado a nadie. Lo he guardado con el resto de regalos que aparecieron de forma mágica bajo el árbol encendido y mientras lo hacía, como cada Navidad, la he visto sonreír con picardía desde la foto que hay encima del mueble del salón.

DIC88. DESPERTAR EN NAVIDAD, de Julio Guzmán (Caballero Andante)

Me gustaría despertarme cuando llegue Navidad…
Septiembre. Ciudad florida, al Norte de Florida. Ella me amaba y yo la amaba. Sus sábanas de seda siempre estaban cálidas. Las dudas llegaban a nuestras mentes golpeándonos como goterones sobre el cristal.
De pronto cayó la lluvia a cántaros. Ya no eran dudas, sino un horizonte quemado por el Sol y mojado por una cortina de agua que empañaba el presente y oscurecía el futuro. Dormir, dormir, dormir y despertar en Navidad.
Navidad ha llegado y yo no quiero despertar…

DIC87. FUERZA Y BENDICIÓN, de Amanda Catalán

Luego de calmar mi rabia y las lágrimas que caían por mi rostro como ácido, entré de nuevo al apartamento ensayando una sonrisa que más bien parecía una grieta en mi cara mal afeitada. La mujer que amaba me miró, estiró su mano para alcanzar la mía y tardé en reaccionar, perdido en mis temores, enojado estúpidamente con ella. Su cáncer apareció por navidad- eso me confesó al exigirle una explicación por su inquietante silencio- y todo dejó de tener sentido para mí, las luces de colores, los regalos, el árbol, la ahora insulsa cena que planeaba. Habíamos pasado por tanto juntos, que el pensar en una enfermedad invadiéndola sólo a ella me hizo sentir engañado por la vida.
-¿Qué haces, amor?- me preguntó al ver que retiraba los adornos navideños.
-No tengo nada que celebrar.
-Estás equivocado- dijo, devolviendo los adornos a su lugar- Hay que celebrar, y cuando cenemos durante la Nochebuena, le pediremos al Festejado que bendiga nuestra mesa mucho más.
Su admirable valor me hizo sentir como un niño perdido y encontrado en medio del gentío. Emocionado, la abracé con fuerza y las ideas para cocinar algo exquisito me llenaron de nuevo la cabeza.

DIC86. FELIZ NAVIDAD, de Ana María Carela Pérez (mujer de Sotirios)

Bajo el precioso abeto, decorado con adornos navideños, estaba Susanita abriendo sus regalos radiante de felicidad. Los villancicos sonaban por todo el salón impregnando la atmósfera con su magia navideña. En el centro había una suntuosa mesa colmada de todo tipo de comidas y dulces navideños. En el medio de la mesa había un pavo enorme, dorado y listo para degustar.
— ¡Qué dichosa soy! ¡Cómo les quiero! ¡Feliz Navidad! — dijo Susanita abrazando toda la familia.
— ¡Feliz Navidad, princesita!— le contestaron todos al unísono.
El rumor de una rata hizo despertar a la pequeña niña. Entre los cartones hizo una fuerza descomunal para moverse; pero su pequeño lánguido cuerpo estaba entumecido. El frío, la inanición y la alta fiebre hicieron mella en ella. Su pequeño cuerpecito se estremeció, le pesaron los parpados, se le nublaron los ojos azules y el sueño eterno se apoderó de ella.
—Susanita, vamos—dijo un niño.
— ¿Quién eres tú? —repuso sorprendida.
—Yo soy la vida eterna, pero tú llámame Jesusito.
—Y, ¿adónde nos vamos, Jesusito?
—Nos iremos en un mundo donde el hambre no existe; y toda la gente son muy felices; y donde los niños disfrutan la Navidad en un enorme jardín eternamente.

DIC85. UNA VIDA SOÑANDO, de Isabel López Soriano

Una vez cuando era pequeño mi padre me contó una historia. Me dijo que todos los hombres, mujeres y niños soñábamos cuentos reales mientras dormíamos. Yo, que nunca me acordaba de lo soñado al despertar, desde aquel día me esforcé mucho en despertarme y recordar.
Un día, después de tanto entrenamiento, al despertar me di cuenta de que seguía dormido. Esto me trajo mucha confusión, claro y la necesidad de tener que esforzarme el doble para averiguar cuando estaba soñando y cuando despertando.
Entonces sucedió, en medio de un ensueño despierto me levanté de la cama y vi a Sus Majestades, los Reyes Magos, dejarme, con todo el sigilo y cuidado mis regalos preciosamente envueltos al lado de mis zapatos nuevos, los de los domingos. Volví a la cama, despierto, pero medio dormido, con una imagen grabada que nunca olvidaría.
Y, desde ese día, cada noche de Reyes me acuesto cumpliendo, a modo de ritual, los mismos movimientos de ese primer encuentro y, cada año se repite el mismo despertar ensoñado en que descubro como mis Reyes Magos adorados, dejan, al lado de mis zapatos brillantes de domingo, mis regalos tan deseados.
Gracias Reyes Magos.
Feliz Navidad también para vosotros.

DIC84. MEJOR NO SE LO DIGO, de Manuel Montesinos

Escribió la carta de su puño y letra, la introdujo en un sobre ribeteado de cuadrados azules y rojos con un sello estampado en color índigo donde podía leerse By Air Mail. “Llegará volando a Oriente”, le decía a su gatito y sonreía apretando mucho los labios para que no se escapara ni un soplo de felicidad.
Rebosante de vigor como poseída por el avatar de un chihuahua no paraba ni un instante. Recogía pulcramente su cuarto, no protestaba para ir a la ducha, comía cualquier plato incluso los verdes y no transgredía límites. Ya no bajaba las escaleras de dos en dos, bebía sin derramar, se marchaba sola a la cama temprano y dejó de dar vueltas infinitas en el sillón del despacho. Por fin, llegó la gran noche. “Mejor no les pongas coñac en las copas, por si les para la Guardia Civil ¿vale mamá?”.

DIC83. TODO EMPEZÓ EN NOCHEBUENA, de Mar González Mena

Siempre pensó que el overbooking era una de esas cosas que les pasaba a otros. Sentada en la cafetería del aeropuerto lamentó su error. Pidió un café con sacarina y un shandwich vegetal. Recordó sus reiteradas críticas a las comidas navideñas y, por primera vez en mucho tiempo, echó de menos a su familia y se sintió realmente sola. Al filo de los cuarenta tenía más trabajo que vida, más contactos que amigos y compartía piso con un gato llamado \»Cariño\».
Estaba absorta en sus pensamientos y no le vio acercarse.
– Mal día para quedarse tirado en el aeropuerto. ¿Está libre?
Sin esperar respuesta se sentó a su lado.
– Hola, soy José
En otro momento ni siquiera le hubiera mirado, pero no pudo evitar una sonrisa antes de responder.
– Hola, yo soy María.

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DIC82. A VECES LOS REGALOS SE CUMPLEN, de Estibaliz Dilla Muñoz

Apareció por Navidad, con su maleta rosa, un gabán de cuero negro, el vestido de lentejuelas que cubría a ras su firme pompis, unas botas que ascendían un palmo por encima de la rodilla, y sus guantes de print animal haciendo juego con el bolso. Se anunció con un alegre: -¡Ya estoy aquí!- sin grandes aspavientos.
Mi suegra salió en plan Fórmula 1 de la cocina para estrecharla con un abrazo guarnecido de lágrimas de emoción. Volvía a tener en casa a la hija que hacía más de un año no veía desde que marchara a New York.
–¡Adela , ya ha llegado tu hermana!
Nos levantamos del sofá para recibirla.
– Ven cariño, te presento a mi hermana.-Adela tironeó de mi jersey para animarme a saludarla.
Dejó la maleta en el suelo y dedicándome una sonrisa magnífica me clavó una mirada felina de ojos verdes imposible de eludir.
-Encantado de conocerte cuñado- me propinó un par de besos y me hizo un guiño juguetón que me dejó temblando hasta los boxers.
-Es un placer conocerte cuñada.
No podía creerlo, por fin el Olentzero me había traído el regalo que tanto tiempo llevaba yo pidiendo año tras año.

DIC81. LA NAVIDAD Y EL PERFUME, de Luis Miguel Moreno Rodríguez

Es como una ley más de la Naturaleza: las navidades saben, o mejor, huelen a PERFUME!!!!
Entre el bombardeo mediático y comercial al que nos vemos sometidos, se encuentra el de la industria perfumera. No hay mujer que valga la pena, si no se echa unas gotas mágicas (huelan a lo que huelan), y no hay caballero que tenga más éxito que el que ha usado tal o cual “eau de toilette”.
Es la hora de comprar, regalar o recibir una o varias colonias: Colonias frescas, suaves, sensuales, juveniles, con estilo, rejuvenecedoras, sexis, elegantes, infantiles, personalizadas, exclusivas, exquisitas, extravagantes, prometedoras, de noche, de batalla, especiales, todoterrenos, revitalizadoras, terapéuticas, alegres, con encanto, señoriales, divertidas, atrevidas, clásicas, frutales, coloridas, florales, gastronómicas, impactantes, lánguidas, románticas, duras, despistadas, principescas, exitosas, modestas, nuevas, maduras, masculinas, femeninas, ambiguas…
Colonias en fin, bonitos y no tan bonitos envases que guardan ese poquito de líquido que te ha de transportar a ser todo lo que no eres, ni serás. Y que acabarán en el fondo de algún armario de cuarto de baño, ocupando un espacio que no tenemos.
O en el peor de los casos en el cubo de nuestras absurdas e inservibles, pero carísimas basuras.

DIC80. NATI Y MARIO, de Ángeles Sánchez Gandarillas

Era el primer año que Nati y Mario iban a hacerse cargo del pueblo.
Como novedad iluminaron las calles con faroles de hierro colgados sobre palos y que ardían con los restos del prensado de las aceitunas y sus pepitas; canalizaron el arroyo bajo el castillo y reconstruyeron el puente piedra a piedra. Consiguieron acomodar los utensilios y ganados en los cobertizos de artesanos, ganaderos y comerciantes dejando así las calles libres; remozaron una fuente como homenaje al preciado agua y enlosaron la placita de al lado, para que los sábados de mercado vendieran los productos con la máxima higiene. Dijeron que gustaban del barullo de la gente recorriendo los puestos de chacinería y quesos, el frus frus de los tejidos, las voces de venta… Nati y Mario también repararon bellamente las balconadas, y se notaba su entusiasmo por la colombofilia, pues aprovecharon las paredes exteriores de algunas chimeneas para colgar palomares y resguardar a sus veintisiete mensajeras.
La veintena de viviendas del pueblo lucían perfectas -aunque dejaron un desconchado- y construyeron un retrete público. Dispusieron un cobijo para los invitados, José y su esposa…
…Los niños admiraban embobados el Belén a escala de Mario y Nati; ellos sonreían.

DIC79. APARECIÓ POR NAVIDAD, de Lita Rivas Folgar

Mientras hacía limpieza en el desván, encontró la caja de cartón en la que guardaba, una vez pasadas las Navidades, las figuritas del Belén. Las extrajo una a una: María, José, Los Magos, los camellos, el buey y la mula…, pero faltaba algo…la figura más importante: “El Niño”
Era un caluroso día de octubre, así que no era problema. Ya aparecería. Pero seguía dándole vueltas a la cabeza ¿dónde podría estar? Además, aquellas figuras eran irreemplazables. Habían sido talladas, en madera de boj, por su padre, fallecido recientemente.
Rebuscó concienzudamente entre las otras cajas sin resultado. Y el tiempo empezó a correr como las hojas en alas del viento, pero el Niño seguía en paradero desconocido. Decidió comprar una nueva figurita para llenar la pérdida: un delicado niño de escayola, que ocupó el vacío en el pesebre. Desentonaba un poco entre las demás figuras, pero era una solución.
Y entonces; en Navidad, el Belén recuperó a su protagonista: El desaparecido Niño Jesús de boj, apareció plácidamente colocado en su lugar, con una nota que decía: Mami, te devuelvo al Niño. Lo cogí cuando el abuelo marchó. Esperaba que volviera para hacer otro.

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