Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

M13. VIENTO Y DESTINO, del Equipo CABALLERO

Hallábanse, escudero y caballero, a Barcelona de vuelta, más al cruzar aguas turbias que llaman Delta del Ebro, arrastrados fueron por crecida inesperada. Hambrientos y doloridos iban contando sus penas a través de la ribera de aquel río infinito. Ya de noche, un aullido hambriento y traicionero, asustó a los dos corceles separándose amo y siervo.

Rocinante, más tranquilo, parose a la vera del camino.

– ¿Qué es aquello oscuro y alto que diviso en lontananza? ¡Un gigante! Voto a bríos. Dijo Alonso lanza en ristre, recorriendo veloz el trecho hasta arremeter contra el humo

Maltrecho, y en el cerro, lo encontró la bella Rosa, mesonera del Molino.

¿Qué hacéis vos, caballero, tirado en esa posición tan rara coronado de hojarasca?

– Hacer huir al gigante que en su poder tiene a Sancho y a vos, bella dama, tenía presa

– Ese Sancho que decís, apareció en mi despensa después de devorar morcillas, queso, pan y de Juan, la mermelada. Descansad pues buen caballero esta noche en mi posada y mañana, Dios mediante, junto a su escudero tendré el honor de acompañarle, desfaciendo aqueste entuerto.

Y así fue como amo y siervo, llegaron hasta Cantabria y vivieron para contarlo en su camino de vuelta, en busca del mar abierto.

M11. EL REFLEJO DEL TIEMPO, de Equipo RETRATO

No había podido terminar el retrato de mi último cliente; había fallecido. Pero la impresión dejada en mí me obligaba cada tarde a añadir un detalle a su imagen. Pasaron algunos días y las pinceladas surtieron su efecto. Un rostro severo de rasgos duros presidía el cuadro. Me recordó a un gringo delante de una pared de cal blanca antes de ser fusilado en la Revuelta mejicana. Una tarde, bajo la luz difusa del taller, al mirar el lienzo me pareció ver cómo el hombre del retrato movía los labios. Salí espantado de la habitación, cogí el pico y la pala y sin saber porqué me dirigí al cementerio. Aparté las flores aún frescas de encima de la tumba y me dispuse a cavar. Pronto di con el ataúd. Lo abrí. El cadáver había desaparecido. En su lugar hallé un espejo. Miré y se me heló la sangre. Reconocí la figura del lienzo. Vi un semblante agrio, muchos años ensartados en las numerosas arrugas y el peso de una vida miserable. La mía.

M10. TRINOS, de Equipo DESPERTARES

Desperté con una sensación extraña, más bien tres… Me pareció sentir tres manos, tres pies, tres ojos, tres…

–Me pesa mucho el conocer que existo –pensé tres veces, anhelando tomar un café triple en La Baixa.

¿Se multiplicarán por tres los dolores de cabeza? Una terrible pregunta aterrizó en mi cerebro en menos de tres segundos, los que tardé en ir al baño… Uf, menos mal. No había engordado el triple.

–Esto no es más que una pesadilla-dilla –tartamudeé frente al espejo.

Tres veces sonó el timbre. Abrí la puerta y me topé con el cartero. Traía tres cartas certificadas. La primera, de la Agencia Tributaria, me reclamaba por no haber incluido en mi declaración los tres mil euros que había ganado en un concurso de relatos eróticos. La segunda, de la Guardia Civil, me informaba de que mi permiso de armas estaba caducado. La tercera se alojaba en un sobre tamaño folio con la palabra «CONFIDENCIAL» en letras negras y el membrete del Instituto Radiológico donde me hicieron la eco.

Todavía no he sido capaz de abrirlo, no hago más que pensar cómo voy a darle a Sotirios las tres noticias. ¡Con el trabajo que me costó convencerlo de que tuviésemos un bebé, ahora tendremos que pensar tres nombres!

M7. RELATO ESTRELLADO, de Equipo TRES ESTRELLAS

¡Qué se han creído! He escrito para unos depravados que no me lo valoran. ¡Y solo tres estrellas! ¡Después de trasnochar semanas ante el ordenador, de imaginar situaciones que no se relatan ni en los vídeos en los que me inspiro y ¿estos de “Ramos de oraciones” me denigran así? Tendrán mi respuesta.

Muy señores míos:
Les envié a su página “Ramos de oraciones” mi relato. Era redondo. El mejor texto erótico que podrían ustedes recibir en su concurso. Ni que decir tiene la sorpresa que me he llevado al ver en mi correo esas escasas estrellas. Diez serian las mínimas. Una valoración pésima solo comparable al intelecto de su comunidad. Ruego revoquen el fallo y revisen de nuevo mi gran relato.


Estimado caballero:
La sorpresa ha sido nuestra. La congregación está revuelta. No imagina el conflicto que ha producido su escrito. Creo que el fallo ha sido suyo y no nuestro. Al recibir su relato le enviamos esas tres estrellas, que para nosotras significan penitencias: un avemaría, un padrenuestro y un gloria, si usted cree merecer más, rece también un rosario. La próxima vez absténgase de enviar guarradas a nuestro convento y ore.

Alabado sea el señor.

Monasterio “Santo Domingo de Ramos y Oración del Huerto»

M6. FIN DE TEMPORADA, del equipo FRUTA MADURA

Mientras su madre gemía y empujaba, su padre puso una semilla en la tierra del jardín. Nacieron juntos, la niña y el manzano blanco. Y crecieron.

Los primeros años el árbol fue columpio y escondite, sombra y merienda. Después, su fiel compañero de primaveras y otoños. Pechos en flor, compota de deseos, un corazón grabado en la corteza, nidos, bocados amargos, hojarasca. La Vida maduraba en ella y el manzano.

Subida entre sus ramas, eligió el nombre de su primera hija y el del niño que vino después, y bajo ellas, con sus hijos, redescubrió los placeres de la lectura, de las siestas de verano y los secretos que se confesaban las palomas en sus arrullos. Disfrutó de muchos octubres de cosecha y tartas, y de otros tantos diciembres, que cubrieron de nieve ramas y sienes.

Y llegó un pozo estéril y una fuente entristecida, un remiendo en el cielo, una revuelta hacia atrás de las promesas. Manzanas con sabor a mar y despedidas, a carcajadas, a noches sin dormir y reencuentros, se estremecen como manos de un anciano. El equipaje cada día más delgado. Arrugas en los recuerdos.

Cuando uno ya ha perdido lo que fue no le importa ver sus frutos en la tierra.

M5. SOLO AZUL, del Equipo AZUL

En la Cuesta de la Cal el blanco mudó a gris desde que abrió allí el antro más canalla de jazz. Cada sábado músicos mediocres empapan las paredes de compases que los clientes apuran con avidez junto a sus cigarrillos y licores baratos.

Zarco tiene la mirada perdida, esta noche nada existe para él más allá de su trompeta. La acaricia sin prisas, sus dedos describen unos círculos lentos sobre los pistones como hacían sobre la piel de la mujer que hace tan sólo unos días se llevó su corazón en una maleta, entre sus faldas y el perfume almizclado de sus blusas.

Zarco se acerca la boquilla a los labios. Desde la encrucijada entre el olvido y la desesperación surgen los primeros sonidos. Las notas de blues se hacen agua salada, rompen contra las paredes con urgencia de olas, estallan en una miríada de gotas que llueven sobre el público.

La música lo cala todo y, cuando por fin se extingue, un moho índigo y pegajoso impregna las bebidas, las ropas, los cabellos, en una infección azul donde nada alegre sobrevive. Azul como el coche en el que ella huye sin recuerdos. Como el silencio del mar al que se precipita desde el acantilado.

M4. MIESES Y ESPIGAS, de Equipo del VIAJERO

Aquel verano mis padres me mandaron al pueblo con los abuelos. Tanta
naturaleza me deprimía.
Pero esa sensación desapareció cuando llegó Julián. El muchacho flacucho,
lleno de mocos, con la ropa manchada de barro, que yo recordaba había pasado
de patito feo a cisne.
Enseguida nos hicimos buenos amigos. Pasábamos los días paseando con la
bici, nadando en el lago solitario… descubriendo nuestros cuerpos al abrigo de lugares recónditos.
Aquel verano de flores tristes y pozo seco bajo el cielo abrasador fue cuando
conocí el amor. Desde las altas torres se contemplaba un paisaje
desolado por la sequía, mas mi lengua se perdía en húmedos besos cada
atardecer junto al muro encalado del campanario. Cuando el sol se escondía
jugábamos a ser mayores en un escenario envuelto en estrellas, disfrazados
de la inocencia perdida que juntos nos abrazaba.
Y fue aquel verano, después de San Roque, cuando Julián, antes de subir a la camioneta que le llevaba a la mili, me besó, me dijo adiós y nada más.
Esa tarde en la ermita lloré, sola y acompañada del coro de chicharras que
comentaban jocosas, como Julián, también estuvo con otra.
Al final del verano, al entrar en casa mi madre me miró y sin decirme nada supo que había llorado.

M3. ANSIA CANINA, del Equipo VIENTO

El mundo se paró en aquel preciso momento en que ella dijo «No». El torbellino creado por el huracán de la derrota arrastró a Tomás al fondo de un pozo de hondura casi infinita. Aquel tonto sentimental fue buscador de quimeras y poeta de suspiros; un fracasado que nunca supo amar. 

Bajaba bien muerto, aún con sangre por el disparo. Algo asustado por lo que se había hecho; pero orgulloso, y mucho, de su valentía. Mientras caía veloz dejó de recordar la imagen de aquella mujer ingrata. Se distrajo. Le adelantaron hombres, mujeres y hasta un perro blanco de esos lanosos que se tiran de los barcos para bañarse en el mar.

Al final resultó ser cierto que las palabras se las lleva el viento. En un viaje triste y sin retorno a ese cementerio donde reposan las promesas incumplidas, necias declaraciones de amor y mentiras piadosas; a ese lugar perdido donde los sentimientos rotos, como briznas de hierba arrancadas por el dolor, son sólo restos y despojos de los corazones engañados. En el fondo de esa sima maldita Tomás encontró al perro.

El animal se relamía y de su boca asomaba la cola de un pez de falsas escamas.


M2. DE FLORES Y DEMONIOS, del Equipo FLORES

Despreocupada, aspiraba el aroma de las flores mientras sus pies se hundían en la suavidad del verdor que envolvía aquel jardín. La vida era fácil en semejante paraíso, pero Eva se preguntaba si aquello duraría siempre. Era feliz, aunque últimamente veía cosas extrañas, como aquel animal tan raro parecido a ella, pero con formas redondeadas y flexibles, que se enroscaba en los troncos y la aturdía con su intenso olor a azahar.
—La fragancia de las flores es exquisita en esta parte del jardín— susurró el ofidio mientras se deslizaba con soltura y voluptuosidad entre las ramas —.Además, las rosas aquí son hermosísimas, quizá poco menos que tú, Eva.

—No sé quién eres—se sonrojó ella acercándose-. Dios me dijo que no hablara con desconocidos.
—También te rodeó de belleza para que alabaras su obra, aunque siendo tú la más preciosa flor de este Edén, nadie hay aquí que pueda contemplarte—replicó él sibilino—.Para que veas cómo te admiro, toma esta naranja. Si la comes, vivirás joven y bella eternamente y los hombres caerán a tus pies.
―¿Qué es un hombre?
—Shh… anda, come un poco… así… ahora duerme.

Eva despertó con la cabellera revuelta, una flor cicatricial en el costado y el cálido cuerpo de Adán sobre ella.

M1. LABERINTO VEGETAL, del Equipo BOSQUE

Procuró borrar las huellas. Lo venían siguiendo desde el día anterior, cuando los perros descubrieron el cadáver de Cristina, escondido entre matorrales del viejo bosque de álamos y tejos, allí donde el pueblo se perdía de vista y el terreno iba ascendiendo hacia el sur. Era un bosque cerrado, lleno de caminos antiguos que semejaban ríos rojos entre romeros y flores de jaras.

Había tenido el tiempo justo de coger una alforja gastada por el tiempo, donde guardó unos pocos alimentos enlatados. Y luego, bordeando un pintoresco lago, se fue internando en una maraña de colores y fragancias silvestres. Sabía que corría con ventajas respecto a esos policías de ciudad, él conocía al dedillo esos terrenos montañosos poblados de árboles y animales…algunos salvajes. De tanto en tanto hacía un alto para escudriñar la oscuridad y apantallaba sus orejas intentando captar cualquier sonido extraño que le alertara de algún peligro. Anduvo durante toda la noche, hasta que, exhausto, tropezó con unas raíces de árbol y cayó de bruces, golpeándose en la cabeza. Antes de perder la consciencia apenas tuvo tiempo de vislumbrar unas palabras que, impresas sobre una cinta plástica, aparecían vagamente iluminadas por un rayo de luna: “Terreno precintado por investigación policial”.


M9. EL CORTEJO, del Equipo INFANCIA

Javito pasa con su bicicleta entre los olivares, zigzagueando con esfuerzo el empinado camino que lleva hasta la era. Allí, en lo más alto del pueblo, recoge flores para Paloma, la niña pequeña de Nicolás, el aparcero de aquellas tierras. La misma con que, tras años de arduo cortejo, sueña en convertir en su esposa cuando tengan edad. Nada será fácil en la vida de Javito.

Suspira. Un espléndido panorama se divisa a la luz de la aurora: torres y molinos salpican las verdes llanuras. En la lejanía, el mar y un cerro nevado. Ahí abajo, entre rosas y begonias, emerge, blanca, la casa de Paloma.

De repente observa que delante se detiene un Mercedes con chófer y desciende su rival: Sotirios, el apuesto y moreno hijo del dueño y señor de todas las tierras de la comarca, llevando un hermoso ramillete de orquídeas amarillas.

“¡Mala puñalá le den!” masculla Javito. Enfurecido se lanza cuesta abajo con la bici con la intención de sacudirle bien la badana. La ira nubla sus ojos. Desciende rápidamente, pero tropieza con una piedra. Tres vueltas en el aire le proyectan directamente sobre la capota del Mercedes.

Al abrir los ojos, en el blanco aséptico, un hermoso ramillete de orquídeas amarillas se burla de él.

M8. LA FIEBRE DEL ORO LÍQUIDO, del Equipo FUEGO

Desde la autovía, antaño sinuosa y peligrosa carretera transitada por carros cargados con su preciado cargamento de aceite, se contempla la silueta del orgulloso castillo de las Navas, que, todavía regio, se alza entre olivos. Ignora el viajero que esa fortaleza no existe realmente, que solo es producto de millones de años de leyendas, de montesinadas corregidas y aumentadas por las gentes del lugar, morenos labriegos que, de tanto aspirar polen de olivo, se embriagan y trazan mentalmente siluetas quiméricas para burlar un día más la monotonía. Así, como el aldeano, el forastero se deja invadir por el engaño, que le parece singular y glorioso. Pero lo que sí saben tanto viajeros como lugareños es que, a pesar de que las descripciones del castillo son dispares, hay algo que coincide en todas las conversaciones: la magia que impregna este territorio aromatizado por flores de olivo. Dicen que los días en que el sol aprieta se estira intentando fundirse con el fuego de sus rayos, y al nacer la aurora, pretende elevarse y volar.

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