Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

AGO113. RENACER, de Miriam García León

Cuando me enamoré por primera vez, yo era una flor joven y bella que nunca había salido del invernadero. Mi amado me eligió un día después de unas cuantas visitas a mi hogar.
Al principio todo era perfecto, él me regaba, cuidaba mis hojas y yo le regalaba mis más vivos colores y un aroma que embriagaba.
Una mañana muy soleada, decidí abrir mis pétalos al sol para absorber todo su calor, pero al parecer a mi amor eso no le gustó. En los días que siguieron a ese, no recibí ni agua ni ningún otro cuidado por su parte.
Poco a poco mi belleza se fue perdiendo porque tan solo me regaba muy de vez en cuando, yo sacaba fuerzas de donde podía porque era muy joven para dejarme llevar. Un día de una de mis hojas cayó una semilla y por un instante volví de nuevo a la vida.
Intenté ocultar el brote, porque sabía que si él lo veía acabaría con nuestras vidas. Así fue, ese día caímos por la ventana. No me importó ya que ahora podría regresar a mi hogar y perder de vista al insecto que nos había hecho perder nuestro encanto.

AGO112. SALTO DE ESQUÍ, de Ángeles Sánchez Gandarillas

– Hola Juan, ¿vienes contento de tus vacaciones por Austria?
– Contentísimo; por fin pude asistir en directo a las pruebas olímpicas de salto con esquí. Me compré una entrada al lado del podium, por cierto que carísima, y además, tuve la suerte de presenciar un salto que superó en 50 metros el record mundial que tenía Johan Remen. Aquel hombre parecía volar, incluso, pasó por encima del vallado de protección de la pista…
– ¿Le pediste un autógrafo cuando recibió la medalla de oro?
– No se la pudieron entregar porque no aterrizó.
– ¿…?
– ¿Te has fijado como queda un mosquito en el parabrisas del coche en marcha, verdad? Pues así quedó el saltador sobre la cristalera del piso diez de una urbanización cercana.

AGO111. INSECTOS, de Rubén RojasYedra

Cada mañana, eran cinco los insectos de la cocina que me recibían en fila y bocarriba junto a la lavadora, y así día tras día. No soy especialista en bichos, pero diría que a más de uno le estaba costando seguir el meneo apurado de patas y antenas, los duros ensayos en decúbito supino. Se estaban entrenando a conciencia para morir.

Ayer mamá volvió del pueblo y ya no he vuelto a tropezar con el pelotón de invertebrados. Seguro que hubiera resultado admirable contemplar con qué disciplina y hasta con qué humor aspiraban sus últimos alientos de pesticida.

AGO110. LA HISTORIA VERDADERA, de Antonio Toribios

-Ya le dije, madre, que ese nuevo huésped nos iba a dar problemas. Lo primero, ese rostro inexpresivo, y el color ceniciento de su tez. Luego esos ojos saltones, opacos, que no sabías nunca si te estaban viendo. Cuando alquiló el cuarto nos extrañó que retirara las tiras matamoscas, y más que se negara a que echáramos DDT como hacemos siempre en verano. ¿Se acuerda, madre? Mira que lo comentamos. ¿Y qué me dice de ese andar tan muelle y desgalichado, que parecía que se mecía en el aire? Está además el tema del jamón rancio que se comió sin rechistar, y el de los restos de la lata de escabeche. Cualquier otro nos hubiera denunciado a sanidad, pero él parecía contento. Hablaba poco y como en un suave bisbiseo, y dormía mucho. Tanto que nos preguntábamos en qué trabajaría levantándose tan tarde. Y ahora esto, abro la puerta y me lo encuentro convertido en un bicho enorme. ¿Qué hacemos, madre? ¿Llamamos al médico, al veterinario, a un fumigador, al National Geographic?

– No sé, hijo, de momento voy a avisar al señor Franz, el del segundo. Lo mismo le sirve para escribir una historia de las suyas.

AGO109. EL VIEJO TRONCO, de Puri Otero Domarco

Sobre el viejo tronco ya sin vida,se ha posado una bella mariposa,toma el Sol y revolotea airosa posándose dulcemente sobre la superficie de su costra.
_¡Oye!
-¿Quien llama, es a mí?
-Sí a ti te llamo, bella mariposa,quédate conmigo,le darás alegría y vida a mi corteza escabrosa curtida por los vientos que la han vuelto seca y rugosa.
_Yo no puedo quedarme quieta,tengo que revolotear como bella mariposa dándole aire a mis alas hermosas, pero si quieres puedo cubrirte con el aroma que le arranque a una hermosa rosa.
_Yo no quiero aromas,ni rosas,ni mariposas melosas, solo quiero que te poses sobre mí, luciendo tus bellos colores, siendo así la envidia de todos los que nos vean,yo tan añejo y tú tan hermosa.

AGO108. LA COLECCIONISTA, de Saúl López Dufaux

Coleccionaba momentos de placer.
En ocasiones, se trataba de un placer breve e intenso, lo que tardaba la punta del alfiler en penetrar un cuerpo gelatinoso apenas protegido por una lámina de celofán. Otras, un mayor esfuerzo venía acompañado por una sensación tenue y prolongada que culminaba con un chasquido perceptible sólo para su oído, y que concentraba en un segundo todo el cosquilleo visceral de un viaje en la montaña rusa.
Con los ojos cerrados y el cuerpo todavía arqueado, prolongaba el tiempo recreándose en ese efímero puente de la vida a la muerte. A veces, en su soledad, casi podía revivir el instante en el que su presa estiraba las extremidades como queriendo abrazarle, para dejarlas caer después agotadas, inertes.
Y así, momento a momento, fue cubriendo las paredes de su casa con tableros de corcho enmarcados, mausoleos acristalados que guardaban lo que, para las visitas, no eran más que caparazones de insectos, y para ella, las prendas cedidas por cada uno de sus amantes.

AGO107. ANOPHELES, de Miguel Ángel Page

La sola idea de haber influido en su vocación ya me hace languidecer. Una fría punzada en mi pecho acompaña a ese zumbido insistente de dos palmos más arriba. ¿Qué me voy a encontrar?

Los hijos se miran en el espejo de sus progenitores, es algo inexorable. Tan pertinaz como el orbitar de los planetas o el devenir de las estaciones.

Siempre creí que otro mundo era posible. A pesar de las noticias que nos llegan de cataclismos, guerras y codicia.

Recuerdo su asombro, bien niña, al contarle las historias de mis viajes por Sudamérica, años antes de que su madre y yo nos conociéramos; sus dibujos de ‘negritos pobres’ o cómo conminaba a su hermano a cerrar el grifo porque en otros países faltaba el agua.

Era inevitable que acabara marchándose. La cara de su madre en Barajas, un poema. La mía, mezcolanza de satisfacción, miedo y nostalgia.

No tardó en ilusionarse con el proyecto. Sus llamabas así lo confirmaban. Se puede, papá. Luego su voz empezó a titilar del otro lado.

Hoy soy yo el que está a punto de aterrizar en Ghana. Con la esperanza de que aquel mosquito no la aparte para siempre de nosotros.

EL MES DE LOS INSECTOS

…no hay duda de que el tema de los insectos ha sido OPORTUNAMENTE escogido…
Aurora nos envía esta foto de escarabajos longicornes encontrados casualmente ¡¡en la piscina!!
Estamos rodeados…

AGO106. EL ODIO Y LAS HORMIGAS, de Mercedes Jiménez Rueda

Al mediodía vuelve a salir al patio. Mientras baja la cuesta del huerto, las hormigas alcanzan sus tobillos.

– ¿Dónde vas otra vez? Ya te he dicho que no me pises las tomateras…¡Eh! ¿Estás sordo, hijo? ¡Como baje te vas a enterar!

El niño se sienta sobre los terrones húmedos. Con dos dedos va estrujando las hormigas que ya suben por sus piernas. Se las lleva a la boca despacio, las lame hasta extraerles el sabor y, finalmente, las escupe.

<< ¿Bajar tú?... Si casi no te mantienes en pie ¡Puto ron! Todo el día apestándome con tus babas pegajosas de ron. Las hormigas saben a metal. El metal no es pegajoso. Las hormigas no tienen babas. Bennie. Bennie y sus babas. Bennie y tú pegajosos>>.

– ¡Eh, Fran! No hagas que me cabree. Oye, ¿y Bennie?, ¿dónde se mete tu hermano?

Fran se clava las uñas en el muslo hasta que asoma una gota de sangre. Luego arranca un tomate de un manotazo y lo estruja contra la herida recién abierta.

<< ¡Puto ron pegajoso! Rojo ácido. Ácido para tus babas, para sus babas. Bennie. Metal. Hormiga. Una más, una más… >>.

RELATO FUERA DE CONCURSO POR SER JURADO ESTE MES

AGO105. UNA ABEJA OLIENDO LAS TOSTADAS CON MIEL, de María del Pilar P. Rey

Somos dos chicas valientes, ¿verdad?, le pregunto a mi hija, quien como yo, tiene un pánico atroz a los insectos. Las dos nos escondemos detrás de la cortina del salón. Mi hija dice sí moviendo su cabecita rubia mientras me abraza con sus brazos helados por el miedo. Mientras llega a nuestros oídos el zumbido aterrador de la abeja que ha entrado por la ventana de la cocina que mi marido ha dejado abierta cuando estuvo preparando sus tostadas con miel de todas las mañanas.

AGO104. PROYECTO WALDEN DOS AL GARETE, de Christine Cleret de Langavant (kistila)

¡¡Ya estábamos hartas!!
Padres, profesores, y luego jefes, nos querían todas iguales: uniformizadas, en fila, y, por descontado, sin rechistar…
Como nuestro grupito de bohemias y artistas se entendía bien, soñábamos en independizarnos y vivir juntas. Soñábamos en crear una comunidad estilo Walden Dos…

Un día en el que habíamos acarreado azúcar todo el día y que la fila de obreras exhaustas volvía a los barracones, decidimos aprovechar el anochecer y el relajamiento de los soldados para escabullirnos.

Los primeros días fueron mágicos sobre todo que a nuestro grupo se adjuntaron dos buenos elementos: uno cantaba rancheras y el otro con sus pelos azules erizados tocaba la guitarra eléctrica.
Lo malo es que estos dos cogieron un gran ascendiente sobre ellas y cuando les recordaba el invierno que se acercaba todos se mofaban…

Iba errante y melancólica buscando algo de comida…
Por las noches veía las compañeras en fila que volvían al hogar calentito con comida rica… ¡pero por nada del mundo volvería con ellas!…
Estaba decidida en realizar sola nuestro gran proyecto:
¡¡Criar pulgones!!
Por más que todas, a coro con la cigarra y la oruga, me griten:
“¡¡Vuélvete al hormiguero de una vez!!”…

AGO103. JACINTO Y SUS GUSANOS, de Miguelángel Flores

El mismito día que me compraron las zapatillas veloces, se perdió Jacinto. Fue cuando vi luego a papá con la caja de mis deportivas irse para la higuera. Allí se arrodillo y se puso a escarbar. Asustado fui hasta mi armario casi llorando, pero sin correr porque no las llevaba puestas. Lo abrí y allí estaban. Entonces, me las puse y me dormí con ellas.
Luego se me olvidó hasta un día que no. Ese día, como no, me acordé de la caja. Así que, fui a la higuera, rebusqué donde la tierra removida y la encontré. Recubiertita de polvo marrón. Claro, como no llueve, del roce la vida se desgasta así, dice el abuelo. La destapé. Estaba llena de gusanitos iguales, que se movían como si brillaran. O como si respiraran con un ruido de moscardones. Seguramente pensaban dármelos si seguía llorando por Jacinto. Por si tenían hambre o frío, pobrecillos, metí la caja bajo mi cama.
Primero les echaba morera; ahora, carne y cosas así, que les gusta más. Ya hay casi un millón y como no caben, algunos granujillas se suben por mi cama, donde muchas veces sueño con que vuelve Jacinto. Y anoche lo oí maullar.

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