Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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17. Palabras sobre la arena (Patricia Richmond)

Me había acostumbrado a vivir en el armario.

Allí no se oían las bombas ni los lamentos de los vecinos. Escondía la cara entre los abrigos viejos y su olor me transportaba a las tardes de juegos en el parque, a los cuentos del abuelo antes de dormir…

Pero mi refugio no pudo evitar que escuchara el espantoso aullido que desgarró nuestra casa. Durante unos segundos el tiempo se congeló, hasta que sentí cómo el armario entero descendía vertiginosamente y me tragaba una nube de polvo y gritos que no comprendía, aturdida entre muebles, libros y recuerdos desparramados entre una montaña de escombros.

Vinieron unos hombres vestidos de soldados y nos hicieron subir a un camión para llevarnos lejos. Nadie nos deseó buen viaje ni agitó pañuelos para despedirnos.

Dijeron que éramos los elegidos, los que teníamos que soplar contra el viento para alcanzar la gloria. Ahora, por las noches, me escondo y espero entre las dunas que cercan el campamento. Cuando comienza la serenata de silbidos de los huesos sin nombre, las sombras sin dueño salen a bailar y me dejan un rato al abuelo, que me enseña a escribir palabras de paz sobre la arena.

 

58 Responses

    1. Son diferentes ángulos del mismo problema: la infamia de la guerra para los niños. Tanto si se quedan abandonados como si son transformados en niños soldados o en fanáticos religiosos, perder la infancia es la mayor injusticia que se puede padecer. Y ante los ojos de todos los que miramos con pena pero nos conformamos con decir que no podemos hacer nada.
      Perdón, que me ha salido la vena de activista de pacotilla.
      Un beso, M.Carmen.

  1. Eduardo Iáñez

    Ah, qué terrible que no funcione la estratagema de esconderse en el armario. No oír, no ver, no hablar. Así, bien calladitos. Pero la barbarie no respeta ni la inocencia.
    Menos mal que el abuelo, la figura del abuelo, está ahí para la esperanza.
    Humano pese a todo, Patricia. Buen hallazago.
    Saludos.

  2. Ángel Saiz Mora

    Los hombres no son capaces de escribir una palabra tan corta como «paz» sobre la arena sin que se borre deprisa, así de frágil es su consistencia. De los niños, decimos que son trastos, pero su naturaleza es inocente y buena, ojalá nunca olvidemos del todo al que vivió en nosotros. Mi «niño» de este mes para ENTC también tratará el tema, a mí me ha gustado mucho cómo lo has hecho tú.
    Abrazos grandes

    1. Estoy impaciente por leerlo, Ángel.
      Me impresionó mucho la matanza de los niños que estaban jugando al fútbol en una playa de Gaza. Y ya nos hemos olvidado de ellos.
      Así de cruel es la vida. Puede que mi relato sea de los más tristes de este mes, pero así quería que fuera. Con un final de esperanza porque, a mi edad venerable, sigo creyendo que podemos cambiar el mundo.
      Un besote fuerte.

  3. Daniel Irazu

    El derrumbe del cobijo de ese niño no le deja desvalido, aún le queda la conciencia. La narración avanza con las referencias mínimas para fijar el contexto. El final alude a la esperanza, germinada en las ideas de la víctima a partir de las semillas de bondad que le regaló su abuelo, y añade bellas imágenes de tristes ausencias. El relato está logrado.
    Fuera aparte, no creo que los niños de la guerra tengan todos abuelo.

    1. Gracias por tu comentario, Daniel.
      Efectivamente muchos niños no tienen abuelos, ni padres que se merezcan ese nombre. Educar a los niños en el odio es una bajeza antinatural pero es lo que está pasando.
      Un abrazo.

  4. Esperanza Tirado Jiménez

    Me imagino a un niño de ojos grandes, oscuros y tristes lleno de polvo contando su, real por desgracia, historia. Que últimamente se repite con demasiada frecuencia en los telediarios.

    Ese final buscando una respuesta en la arena abre una puerta a un cierto optimismo.

    BEsos. Mucha suerte.

  5. Tu relato cala hondo, sobre todo porque sabemos que refleja la triste realidad. Ojalá tuvieran todos al menos esa imagen del abuelo, que es la esperanza, a la que aferrarse. Muy logrado, Patricia. Felicidades y suerte.

    1. Muchas gracias, Juana. Yo tengo en lugar preferente una puerta con la palabra Esperanza sobre ella. Para traspasarla cuando me parece que todo se derrumba. Y, aunque todo sea una fantasía, mi alegría es que también otras personas la traspasan y juntos jugamos a creer que el mundo se puede cambiar.
      Un beso.

  6. Qué tendrán los armarios que tantas cosas esconden y donde nos gusta escondernos. Demoledora la caída de ese frágil refugio y sus consecuencias y hermosa imagen la esa enorme ‘pizarra’ de arena donde escribir palabras que, a veces, tanta falta harían. Suerte y un abrazo.

  7. Salvador Esteve

    Patricia, triste realidad, pero, como tú tan bien has reflejado, mientras se puedan escribir palabras de paz hay esperanza. Me ha encantado. Abrazos.

  8. Isabel

    ¡Qué terrible! El tema del mes no puede dejarnos indiferentes en todas sus facetas.
    Ésta es de las peores y tu la has sabido retratar a la perfección.

  9. Mª Belén Mateos

    Cruda realidad de una crónica de guerra, donde la inocencia de los niños es arrebatada a cañonazos. Lo has llevado muy bien, las imágenes son claras.
    El final esperanzador, siempre se ha dicho: donde no haya un abuelo hay que comprarlo. Son lo mejor !!
    Un beso Patricia.

  10. Carles Quílez

    A pesar de la dureza del tema, tu relato destila una tristeza suave, llevadera, como una caricia a contrapèlo. muy bonito.

    Saludos.

  11. La Marca Amarilla

    Qué relato más poético, qué imágenes más bien conseguidas!! Duro y esperanzador a la vez…
    Me ha gustado mucho, Patricia!! 😉

    Enhorabuena!!

    Un saludo!

  12. Me gusta el estilo narrativo empleado, el título que enlaza con ese final, la belleza de un niño conectado con su abuelo, y que escriben palabras de paz, susceptibles de ser borradas por ese viento, al que aludes en el texto, la idea inicial de acostumbrarse a vivir en el armario y lo que dices en un comentario, los niños son niños y hay gente a la que le da igual todo, matan por matar y les da igual donde caigan las bombas. Que se metan ellos en los tanques y se bombardeen ellos, si tan seguros están de que lo hacen por el bien. Muy bueno, Patricia, para escribirlo en un papel, ponerlo en el pico de una paloma y enviarlo a la sede de estos salvajes genocidas (aunque esté ambientado en el pasado, seguro que la paloma si hace falta viaja en el tiempo). Abrazos, máquina de escribir.

    1. Gracias!!!! Me daba un poco de miedo que no encajara en el estilo del resto de relatos de este mes. Pero entre todos nos está saliendo una bonita reflexión sobre todos los tipos de batallas y sus consecuencias. Al final la paloma (qué bonito!!!) tendrá que alzar el vuelo con todos ellos.
      Porque no podemos, pero sería una idea preciosa.
      Abrazotes gigantes!!!

  13. El relato es triste pero muy bonito. Está lleno de dolor que difuminas con ternura y tiene un precioso y esperanzador final. Me parece un relato muy completo lleno de oficio en su escritura. Enhorabuena. Mucha suerte 🙂

  14. Virtudes Torres Losa

    Todo lo han dicho mis compañeros. No se me ocurre nada que aportar, si no que es triste para todos. Para los que caen y para los que quedan.
    Un abrazo.

  15. Modes Lobato Marcos

    Por cuestiones personales he estado unos días alejado de ésta , nuestra casa, y ya lo siento.
    Perderme tu relato hubiera sido un tremendo error por mi parte.

    Sabes? ES DESCOMUNAL.
    Es Jodida poesía dolorosa en estado puro.
    Y toca, y estremece, y desgarra.

    TELA. TELA.

    1. Gracias, Modes, eres muy generoso y me hace muy feliz que hayas captado lo que era más importante para mí. Pero no te tienes que justificar, que no estás obligado a comentarnos a todos.
      Yo no te he dicho nada del tuyo con toda intención. Tu carta parece tan real y es tan conmovedora que no he querido estropearla con la tonta opinión de una cincuentona chiflada.
      Un abrazo de intensidad variable, según cómo lo necesites.

  16. Esther Cuesta

    Como comprendo que elijas este tema. Yo estaría escribiendo siempre sobre lo mismo, para ver si así se consigue una infancia sin violencia.
    Muy bien descrito, me ha encogido el corazón. Felicidades

  17. Tu relato duele, Patricia, y al tiempo, es precioso (no se si me explico): el niño que se ha acostumbrado a vivir en el armario, las sombras sin dueño que salen a bailar, y esa idea de escribir en la arena para que lo borre el viento (a mi personalemente me ha encantado porque es mi lema en twitter), son algunos de los detalles de calidad, los ingredientes del guiso, pero es que luego está la cocinera, o sea tú, y aquí estaríamos hablando de estrellas Michellin. En fin, que para mí este relato debería estar en lo más alto este mes.
    Abrazos

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