Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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88. Primogénito (Alberto Moreno)

Café sin azúcar. Hoy ha muerto padre. Si, son cosas que pasan, pero no sé qué será de nosotros ahora. Se han quedado todos como lelos, mirando cómo el león se vengaba del hambre y de los millones de latigazos. Y he tenido que ser yo, como siempre, el que buscara la red para devolver al animal a su jaula. Cerrar los ojos del viejo, recoger sus gafas, su reloj, limpiarlo todo, reembolsar el dinero de las entradas y dar la cara ante la gente. Siempre yo. Todo yo. Taquillero, domador, malabarista, limpiador, veterinario, psicólogo. Payaso.

Café frío, solo. En realidad, el día ha pasado igual que siempre: por la mañana limpiar mierda, ajustar gastos, reducir salarios, lidiar con los absurdos egos de escoria sin talento. Soportar a mis cuatro hermanos, tres cuñadas y siete sobrinos, a cual más inútil. Pagar toneladas de pienso para los bichos, kilos de maquillaje para los payasos, litros de ginebra para papá. Y por la tarde preparar la función: recordar el orden de las actuaciones, repartir todo el material, limpiar todas las butacas, encender todas las luces, revisar todas las jaulas…

Menos una.

5 Responses

  1. Harto estaba harto y comprensible, lo retratas muy bien. La pregunta es: ha eliminado un problema pero ¿el problema ha sido eliminado?, parece que no. No sé como lo verán los demás pero, iniciada un determinada forma de actuar, los hermanos, cuñados y sobrinos más vale que pongan kilómetros de por medio.
    Puf.
    Muy bueno, porque siendo un final lógico, tendentes como somos a la sangre y la sorpresa final en los micros, me has engañado totalmente hasta esas dos palabras finales que lo cambian todo.
    Muy bueno

    1. Alberto Moreno Sánchez-Izquierdo

      Sara, Edita, Calamanda, muchas gracias por vuestras palabras, y por pasaros por aquí.
      Luisa, hay una canción «Harto de estar harto»… A veces lo que se nos impone desde pequeños nos va llenando el estómago pero de un alimento que quizás, solo quizás, no queríamos. Y, llegado un momento, hay pocas formas buenas de vomitar.
      Madre, qué profundo estoy hoy, jeje. Un abrazote a todas

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